martes, 6 de octubre de 2009

Envío Nº 93. CONCIENTIZACIÓN ( III Parte)

CONCIENTIZACION III Parte

Toda esta tarea perfeccionadora del mundo material y perfeccionamiento del hombre no puede realizarse sino en comunidad. Esto quiere decir que el hombre individuo tiene necesidad de los demás hombres para perfeccionarse. No podría hablar de liberación en un sentido integral, si el hombre no fuera capaz de amar, es decir de superar su egoísmo y de entregarse al bien de los demás. Trabajando juntos por perfeccionar el mundo, el hombre aprende a amar y camina por la ruta de su integral perfeccionamiento.

Todo esto significa que el hombre tiene otro punto relacional y es conciencia-tiempo. El hombre es un ser temporal, porque está llamada a la tarea del perfeccionamiento del mundo y de sí mismo. Si no hubiera tiempo para el hombre éste sería un ser estático, incapaz de caminar, incapaz de aventurarse. Esto mismo quiere decir también que el hombre está llamado a realizar su propia historia con un pasado, en un presente, hacia un futuro. Esto quiere decir que el hombre es un ser perfectible. Lo indefinidamente perfectible decía Gratry - es lo más cercano a lo infinitamente perfecto.

3. Concepto de concientización.- Durante la elaboración hecha en equipo, como dije, al empezar este trabajo, fueron apareciendo diversos aspectos constitutivos de la concientización. Voy a citarlos de la manera desordenada como salieron, para luego tratar de organizarlos más o menos sistemáticamente.


Se dijo que era el proceso por el cual el hombre se decía sujeto activo de la transformación del mundo en que vive, mediante el dinamismo “reflexión-acción, acción-reflexión”. Otro dijo que era la conciencia de que el hombre es hombre, la conciencia del mundo, la conciencia de los otros hombres, hasta llegar a un compromiso de transformación del mundo para el bien común. Otro expuso que era la capacidad crítica y creadora que puede adquirir el hombre para ser así sujeto activo. Un proceso por el cual el hombre llega a ser más hombre fue el pensamiento de otra persona. Por último, cito el siguiente concepto: el hombre es un ser inacabado, se descubre como tal y aspira a hacerse más y más hombre.

Todos los conceptos vertidos en la reunión de elaboración por distintos miembros del equipo expresan algún aspecto importante del concepto mismo de concientización, determinando con frecuencia las finalidades o los resultados de esta labor.

Después de las reflexiones anteriormente hechas sobre lo que hemos llamado los puntos cardinales, resulta relativamente fácil recoger esos diversos conceptos y encuadrarlos dentro del marco cuadruplemente relacionado del hombre. En efecto, concientización parece ser el proceso por el cual el hombre se autositúa en relación con Dios y el llamamiento que le hace, en relación con el mundo con el cual tiene que marchar perfeccionándole y perfeccionándose, en relación o en comunidad con los demás hombres con quienes y para quienes perfeccionando el mundo y perfeccionando la sociedad se perfecciona a sí mismo, lo cual quiere decir que se pone en marcha hacia Dios, realizando así la historia humana, mediante su relación con el tiempo.

4. Tránsito hacia la conciencia crítica.- Si he hablado de proceso es porque se trata de algo dinámico, de algo que se pone en movimiento, de algo que es vital y transformador, de algo que es pascual por ser el paso de una situación a otra situación, de una actitud a otra actitud, de un estado de conciencia a otro estado de conciencia.

La simple toma de conciencia puede dejar al hombre en el estado de conciencia mágica. ¿Qué entendemos por conciencia mágica? Es esa aceptación fatalista y trágica del misterio de Dios, de un Dios lejano y todopoderoso, castigador y terrible. Es la aceptación fatalista y trágica del misterio del hombre, concebido como irremediablemente viciado, convertido en lobo del hombre. Es la aceptación fatalista y trágica del misterio del tiempo, imaginada como un torrente impetuoso que arrastra y al que no podemos gobernar de ninguna manera.

Desde aquí hay que partir hacia una concientización auténtica. En la práctica, aquí reside la mayor dificultad. Hay una multitud incontable de hombres que condicionados por estructuras de opresión y por herencias provenientes de generaciones y generaciones anteriores, viven en una situación de opresión y dependencia, no sólo externa sino también interna. Es sumamente doloroso y desconcertante descubrir, desde el punto de vista psicológico, cómo los hombres oprimidos llegan a estar disminuidos, estancados, resignados, sin aspiraciones. Sin embargo, repito que hay que partir desde esta situación.

¿Qué se entiende por conciencia ingenua? Es la aceptación fácil, infantil, pseudo científica del misterio de ese Dios lejano y terrible, de ese mundi impenetrable, de ese hombre contradictorio en la vida práctica, de ese tiempo inexorable e inasible. La conciencia ingenua no es menos pasiva y resignada que la conciencia mágica, porque las explicaciones de esos misterios son acertadas sin cuestionamientos, sin objetividad, equivocadamente.


¿Y qué se debe entender por conciencia crítica? Es también una aceptación. Sí, pero una aceptación fuertemente condicionada a una clarificación cada vez mayor y más objetiva de las realidades misteriosas que rodean al hombre. El hombre de conciencia crítica sabe que las conquistas realizadas en relación con el misterio de Dios, con el misterio del mundo, con el misterio del hombre comunitario, con el misterio del tiempo, no son definitivas ni acabadas: sabe que tiene la misión de ir desvelando todos esos misterios. Este desvelamiento se realiza a través de una actitud problematizante. Frente a una realidad visible o invisible, se pregunta: esto, ¿que es? El interrogante así concebido y expresado significa un interés y un acercamiento, el hombre de conciencia crítica se pregunta: ¿por qué es esto así? De esta manera, empieza a profundizar en el conocimiento. El hombre de conciencia crítica continúa preguntándose: y si esto es así, ¿para qué sirve, cuál es su sentido? De esta manera procede al descubrimiento de las finalidades que son las que dan el sentido a los seres y a las cosas. Descubiertas las finalidades, un impulso interior lleva al hombre de conciencia crítica a preguntarse: ¿cómo? ¿Cómo llegar hasta Dios? ¿Cómo dominar este mundo? ¿Cómo construir una sociedad nueva? ¿Cómo realizar la historia? Buscando respuesta a estas preguntas, el hombre de conciencia crítica va descubriendo métodos y medios de ponerse en marcha, métodos y medios de transformar la realidad, de construcción es parte indispensable de una educación liberadora o es la educación liberadora. Nunca podemos afirmar que hemos llegado a adquirir una cabal conciencia crítica. Siempre estamos en condiciones de seguirnos preguntando, es decir, de seguir concientizándonos, educándonos y liberándonos.

Envío Nº 92. CONCIENTIZACIÓN ( II Parte)

CONCIENTIZACION II Parte

3. Puntos cardinales.- ¿Existen en este ámbito de trascendencia puntos cardinales para la orientación del hombre, de la misma manera como existen puntos cardinales para su orientación en un punto dado de la tierra? Desde pequeños se nos ha enseñado que para orientarnos debemos colocar nuestro cuerpo de modo que el brazo derecho pueda dirigirse hacia la región por donde sale el sol. De esta manera, se descubre el oriente, o sea esa región por donde sale el sol; la región que queda al frente es el norte; la región que queda a la izquierda es el occidente, y la que queda a las espaldas es el sur. Estas eran las elementales normas de orientación para un niño. De nuevo, ¿es posible encontrar puntos de orientación para un niño. De nuevo, ¿es posible encontrar puntos de orientación para el hombre problema?


Continuando con esta mirada profundizadora, no es difícil descubrir a lo largo de nuestra existencia épocas en las cuales hemos experimentado la necesidad profunda de interrogarnos y de buscar ansiosamente respuestas a esas preguntas. ¿Desde cuándo existe el hombre? ¿Quién fue, en el principio, el que trajo al hombre a la existencia? ¿Cuál es la finalidad de la existencia humana? ¿Es una simple flor de amapola que alegra hoy la vista con sus vivos colores para dejar de existir mañana? ¿Por qué el hombre se resiste a aceptar un destino sin trascendencia? ¿De dónde procede su anhelo de inmortalidad? ¿Hay alguien que desde el misterio le está llamando constantemente y provocando estas profundas perturbaciones?...

Mediante el punzante dolor de estas interrogaciones el hombre llega a ser consciente de su relación fundamental: hombre-Dios, hombre-vocación, hombre-relación con Dios que le llama a dar una respuesta caminando hacia El.

Este descubrimiento del primero y fundamental punto cardinal de orientación puede ser y ha sido de hecho hallazgo de cualquier hombre, aunque no haya sido privilegiado por la luz de la revelación. Cuando el hombre llega a realizar este descubrimiento, siente la inmensa alegría de haber visto salir el sol que alumbra su existencia desterrando las tinieblas de la noche que le envolvían. A pesar de todo, los interrogantes continúan perforando su corazón y su cerebro: ¿Qué es este mundo que me rodea? ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué hay en él tanto misterio, tanta fuerza oculta, tanto poder destructivo? ¿El autor de esos mundos, quiso simplemente divertirse lanzándolos un día al espacio inmenso y desconocido, o tuvo alguna intención bien clara al crearlos?

Cuando surgen estos interrogantes, el hombre no solamente toma conciencia de las cosas que le rodean, sino que empieza a situarse: no sólo está llamando a relacionarse con Dios creador que le llama, sino también con el mundo en el que se encuentra. De esta manera, el hombre empieza a sentir al mundo no tanto como el peldaño o el soporte en el que debe transcurrir su existencia, sino más bien como el vehículo con el cual debe transportarse día tras día en respuesta a la llamada misteriosa que Dios le hace.

El hombre llega así a descubrir un segundo aspecto de ser relacional: conciencia-mundo. Tiene ya dos puntos cardinales. Los interrogantes continúan: ¿Qué es el hombre? ¿Por qué existen estas flagrantes contradicciones en el hombre: a veces embriagado por anhelos inmensos e inalcanzables otras veces sumido en la estrechez de sus apetitos diminutos? ?Por qué existen en contradicción permanente el bien y el mal? ¿Cuáles son los resortes que impulsan al hombre a buscar asociarse con otros hombres? ¿Por qué en la búsqueda de satisfacción de este impulso encuentra a veces satisfacción y otras, desencanto? ¿Por qué hay unos hombres que consagran su vida al servicio de otros hombres, olvidándose de sí mismos, y por qué hay otros hombres que se empeñan en introducir la división, las guerras, la muerte, el odio, la dominación y la injusticia? ¿Por qué coexisten, en lucha permanente el amor y el odio?


De esta manera, dolorosamente también el hombre empieza a descubrir un tercer aspecto de su existencia relacional: no está solo; no puede vivir solo, tiene necesidad de otros seres semejantes a él, aunque éstos y él mismo corran el riesgo a veces de hacerse daño. El hombre está llamado a desarrollarse en comunidad. La sociedad es indispensable para el desenvolvimiento existencial del hombre. Si la naturaleza es como el vehículo con el cual debe transportarse hacia Dios, los demás hombres son sus compañeros de viaje, son los participantes activos de esta aventura. Cuando Cristóbal Colón concibió la idea atrevida de descubrir un camino nuevo para las Indias, encontró otros hombres que comulgaron con él en el mismo anhelo y, entonces, él y ellos se lanzaron a la aventura por un mar desconocido, por caminos desconocidos, hacia un mundo desconocido. Sabemos que se presentó un momento en el cual lo desconocido pudo más que el sentido aventurero y fue cuando sus compañeros pretendieron rebelarse y retroceder hasta el puerto ya conocido. Esto mismo es lo que sucede permanentemente en la marcha de los hombres unidos en un momento por una misma llamada y por un mismo medio de transporte y en divergencia, en otros momentos, por el miedo a su propia empresa y a lo desconocido.

En todo caso, así descubre el hombre un nuevo punto cardinal para su existencia: la comunidad, la sociedad. ¿Queda con esto totalmente orientado el hombre? ¿Ha descubierto ya el sentido de la totalidad de su existencia? ¿Hará falta algún otro punto cardinal que le oriente de manera cabal y perfecta?

Los interrogantes continúan golpeando al hombre: ¿Por qué la vida del hombre es tan corta? ¿Por qué sobreviene inevitablemente la muerte? ¿Por qué durante los cortos años de su existencia se le escapan de las manos todas sus conquistas? ¿Por qué la satisfacción de lo conquistado después de un largo proceso de lucha llega a ser casi inmediatamente nueva fuente de insatisfacciones? ¿Por qué se descubre tan lleno de limitaciones siendo así que sus anhelos son casi infinitos? ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la eternidad? ¿Qué es la vida de un hombre? ¿Qué significan la sucesión y la continuidad de los años, de los meses, de los días, de las horas, de los minutos, de los instantes? ¿Tiene todo esto un sentido?

El mundo material no está acabado. Está hecho con armonía. Es una sola, inmensa y monumental belleza. Pero no está acabado. Hace falta perfeccionarlo. Hace falta ir descubriendo más y más sus secretos escondidos. Hace falta transformar ese mundo, hace falta aprender a utilizar toda la dinámica de las fuerzas desconocidas de la naturaleza.

Y hace falta todo esto, no solamente porque el mundo material no está acabado, sino también porque el mismo hombre no está acabado. La construcción perfeccionadora del mundo material es tarea llamada a perfeccionar al hombre mismo en su ser: en su inteligencia, en su imaginación, en su capacidad de elección y de opción, en su capacidad de responsabilización, en su capacidad de liberación, en su capacidad de re-creación.

Envío Nº 91. CONCIENTIZACIÓN ( I Parte)

CONCIENTIZACION (I Parte)

1. Toma de conciencia.- Entre las palabras subrepticias que he mencionado está “la toma de conciencia”. Le llamo subrepticia a esta frase, porque muchos la emplean indistintamente queriendo significar la conciencientización. Sin embargo, no es lo mismo “toma de conciencia” que concientización.

En efecto, la toma de conciencia es la facultad espontánea que tiene todo hombre, por el simple hecho de ser hombre, de percibir la realidad que le rodea, de darse cuenta de la existencia de las cosas, de los hombres y de sí mismo.

La frase “toma de conciencia” tiene mucha afinidad con la sensibilización y no es, sin embargo, la pura sensibilización. La afinidad proviene de que la percepción se realiza por los sentidos y llega hasta la sensibilidad. La diferencia consiste en que la toma de conciencia lleva consigo cierta dosis de raciocinio en búsqueda de causas y consecuencias más bien inmediatas.

Desde este punto de vista, la “toma de conciencia” tiene afinidad con la mentalización. Hay una diferencia y es que la mentalización mantiene trunco el proceso, es decir, no lleva al hombre de la acción. La toma de conciencia lleva a realizar ciertas acciones sin objetivo y sin coordinación: por esta razón, la toma de conciencia puede fácilmente desembocar en activismo, muy elogiado por quienes tienen una mentalidad desarrollista.

Por lo dicho y de lo que diré en adelante se deducirá fácilmente la diferencia que hay entre toma de conciencia y concientización.

2. El hombre, un problema.- Los hombres en general vivimos envueltos en una cantidad incontable de problemas. Hay escalas y escalas de problemas. Para unos hombres, los problemas más arduos están en la vida económica. Para otros hombres, los problemas más arduos y más interesantes se encuentran en el mundo de la ciencia. Cito dos ejemplos extremos, para que se puedan situar otras escalas entre esos dos extremos. Efectivamente, hay problemas de orden social, de orden cultural, de orden político, de orden religioso... Lo que para unos hombres constituye un problema de vida o muerte, para otros hombres es apenas una dificultad ridícula.


Profundizando un poco, podemos llegar a ver al hombre algo así como un ser abandonado en medio de un inmenso desierto: con hambre, con sed, expuesto a las inclemencias del tiempo, caminando sin rumbo, porque no encuentra como orientarse: no sabe con exactitud de dónde partió ni hacia donde camina. Sus pasos se dirigen ya hacia un lado ya hacia otro. Dentro de esta imagen caben todos los problemas ya enunciados arriba y otros muchos más que no han sido enunciados. Así se comprende que cuando un hombre determinado “toma conciencia” de la realidad que le rodea y de su propia situación, cae fácilmente en una especie de desesperación y de locura. ¿No conocemos muchos hombres que se entregan a la locura del activismo? La explicación de esta forma de entrega a la locura es la falta de orientación. Para no caer en una desesperación absoluta, se busca una válvula de escape y esta es el atolondramiento por la acción incontrolada. No se ha descubierto para qué existimos ni para qué trabajamos. Se siente el vacío, se siente la soledad, se siente el tedio y entonces se busca la acción por la acción para aturdirse y olvidar esos grandes interrogantes que plantea la existencia.

“Cuanto más el hombre se conoce a sí mismo -dice Rafael Ávila-, y cuanto más reflexiona sobre su existencia, se descubre progresivamente como pregunta, como problema, como misterio. El hombre encuentra ser él una pregunta formulada, un problema planteado, una incógnita lanzada a la existencia. Podríamos afirmar que todas las preguntas y todos los problemas que el hombre se formula o plantea no son otra cosa que una formulación refleja inadecuada y una toma de conciencia parcial de la pregunta que él mismo es, del problema que él mismo es. Y diríamos también que al preguntarse y al problematizarse sobre cualquier cosa, así sea diferente de él, está en el fondo tratando de responderse a sí mismo, de solucionarse a sí mismos” (Elementos para una evangelización liberadora).

El Concilio Vaticano II, en al Constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno, describe así esta situación del hombre - problema: “Afuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y renunciar. Más aún como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchísimos los que, tarados en vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a conmiserarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad propuesta de múltiples maneras. Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quines, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido de dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?” G.S.n 10

Envío Nº 90. MOVIMIENTO INDÍGENA ( II Parte)

MOVIMIENTO INDÍGENA (II Parte)

a) Finalidad y objetivos

Los dirigentes campesinos de este Encuentro desembocaron fácilmente, sin saltos ni imposiciones, en la búsqueda de una finalidad y de unos objetivos. Dijeron que el Reino de Dios era entendido por ellos como liberación, como justicia, como unión, como respeto. Dijeron que el camino hacia el Reino de Dios es largo y difícil. Dijeron ellos:
La Palabra de Dios nos está iluminando, nos está despertando a los pobres, está abriendo los ojos, está destapando los oídos, está haciendo soltar la lengua, está haciendo caminar. Éramos como tullidos.
Primerito, la Iglesia, o sea nosotros mismos, tenemos que llegar a ser ejemplo. Nosotros mismos somos la Iglesia. Tenemos que mostrar el Reino de Dios dentro de nosotros mismos, como católicas, como Iglesia católica. Tenemos que trabajar para que los cabildos, las asociaciones, las cooperativas, todas las organizaciones campesinas muestren también el Reino de Dios. Trabajamos con las dos manos para hacer la misma cosa. La comunidad cristiana es una mano. La organización campesina es otra mano. Ambas manos son necesarias. No se puede trabajar con "chulla" mano (una sola mano). La comunidad cristiana nombra a los animadores que reúnen a la gente, que les hacen reflexionar con la Palabra de Dios, que se preocupan de todos los asuntos de la religión. Nombra catequistas, hace nacer a los misioneros campesinos y ha de hacer nacer sacerdotes indígenas. Este es el trabajo de una mano. La otra mano trabaja con la comuna, con el cabildo, con la asociación, con la cooperativa, con los dirigentes de las organizaciones campesinas.
Así estamos haciendo camino largo y difícil, empezando desde nosotros mismos los pobres para llegar al Reino de Dios.
Cierto es que hay organizaciones campesinas. Pero está haciendo falta una organización más grande, para ponernos todos de acuerdo, para caminar juntos, ayudándonos unos a otros, colaborando. Pero tenemos que organizarnos nosotros mismos. Otras gentes quieren venir a organizar a los campesinos, gentes que tienen intención distinta. Quieren venir a organizarnos los empleados del gobierno, los partidos políticos, los gringos. Pero es al gusto de ellos. Esas gentes hacen fuerza de un lado y hacen fuerza de otro lado para desbaratar el cuerpo.
Nosotros mismos tenemos que pensar cómo vamos a liberarnos de la pobreza. Hay comunidades que tienen bonitas experiencias. Tenemos que reunirnos para conocer esas experiencias. Todos tenemos alguna experiencia. Desde nuestros mayores tenemos la costumbre del cambia manos para ayudarnos en el trabajo. No hemos perdido esa costumbre. Hacemos mingas para trabajar en beneficio de todos. Pero hay comunidades que han avanzado más que otras. Han sacado del olvido la tierra comunitaria, el trabajo comunitario, el reparto del beneficio comunitario. Han comprado tierra para todos. Han luchado para conseguir agua para regadío. Han luchado para tener escuela, Han ayudado a los jóvenes a organizar conjuntos de música, canción y danza. Han conversado entre todos, hasta ponerse de acuerdo, para resolver los problemas. Así tenemos que caminar para liberarnos de la pobreza.
Pero también tenemos que pensar nosotros mismos cómo vamos a hacer para defender nuestras propias costumbres, nuestro propio pensamiento, nuestra propia organización, nuestra propia cultura. Así mismo tenemos que pensar nosotros mismos cómo vamos a hacer nuestra política propia.
Este Encuentro de dirigentes indígenas mostró a las claras el grado de conciencia a que habían llegado y fue el comienzo de un caminar nuevo y prometedor. Personalmente me he puesto a soñar como en mis años juveniles. De lo dicho por los campesinos se puede partir hacia una sociedad nueva, o como ellos dijeron, hacia una nación nueva; pero siempre bajo la inspiración de la Palabra de Dios y con la fuerza de una fe comprometida.
b) Caminando
Después del Encuentro, hemos seguido caminando.
Por la asamblea fueron designados quince dirigentes representativos de diversas zonas de la Provincia del Chimborazo, con el encargo de que continúen reflexionando y preparando un nuevo encuentro que les lleve a la organización de un movimiento indígena unificador.
Aunque ellos no lo expresaron, nosotros podemos decir en nuestro lenguaje que en ese Encuentro determinaron con claridad la finalidad que es el Reino de Dios y tres objetivos generales que son: la liberación económica, el rescate de la cultura indígena y la búsqueda de una política propia. En este sentido hemos continuado reflexionando.
Hay el peligro de que el pensamiento y las acciones sean el resultado del esfuerzo de pocos y de que no consigan una fundamentación en el pensamiento y en las acciones de las bases. Para evitar este peligro, hemos tomado la resolución de organizar reuniones en las mismas comunidades buscando la participación de todos. Cada mes y en ocasiones en menos plazo, hemos tenido ya numerosas reuniones en diversas comunidades. El pensamiento va enriqueciéndose con el aporte de muchos. Pero también las asociaciones han empezado quizá tímidamente. En efecto, ya hay dos comunidades que han empezado a aportar económicamente para la creación de una caja campesina, base indispensable para proyectos que conduzcan a una liberación económica. Pero también hemos visto que en la realización de proyectos de esta índole, se puede aspirar a ir logrando el rescate de la cultura propia indígena y a realizar una práctica gradual de carácter político. Hemos analizado, primero con algunos de los dirigentes indígenas nombrados por la asamblea del primer encuentro, y luego con las comunidades que hemos visitado, que las actividades económicas que pueden programarse deben estar orientadas al rescate de la cultura propia y a la conquista de una experiencia de política propia.
Así estamos caminando.
c) Hacia una sociedad nueva
Desde algunos sectores ha surgido el temor de que este movimiento indígena se reduzca a un movimiento puramente racista. Antes aún de que surjan estas observaciones, los indígenas dirigentes manifestaron que no querían caminar solos. Afirmaron, eso sí, que necesitaban ser ellos mismos, ante todo, para luego poder hablar con otras organizaciones populares de igual a igual.
Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una saciedad que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista.
Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Por esto veo la necesidad de crear conciencia también en las organizaciones populares urbanas, de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena, de modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias.
Tanto el pueblo pobre que vive en las ciudades como los campesinos son cristianos. La vivencia de la fe lleva consigo una luz y un fuerza capaces de aglutinar a los hombres y de transformarlos en constructores de una sociedad nueva que plasme en la realidad los grandes valores del Reino.

Envío Nº 89. MOVIMIENTO INDÍGENA ( I Parte)

MOVIMIENTO INDÍGENA (I Parte)

Un día del año 1982, recibí la visita de un pequeño número de indígenas. Venían a comunicarme su inquietud en el sentido de que encontraban mucho divisionismo en las comunidades y por consiguiente, veían la necesidad de promover un movimiento unificador de las comunidades indígenas.
También en este caso, la iniciativa partió de la base. Con ellos y algunos indígenas más, nos pusimos al trabajo de organización de un encuentro provincial de dirigentes indígenas.
a) Encuentro
Se reunieron alrededor de setenta dirigentes. Para que las mujeres indígenas tuvieran facilidad de participar activa y totalmente en el encuentro, la organización de mujeres del Chimborazo se comprometió a ponerse al frente de la cocina. Toda la dirección del encuentro estuvo en mano de los mismos indígenas. Hablaron en su lengua, el quichua.
Empezaron analizando la realidad del divisionismo: Hay divisiones entre dirigentes y comunidades. Hay divisiones entre las mismas familias. Hay divisiones y peleas entre comunidades. Los campesinos ya no estamos unidos como estábamos antes. Han venido gentes a dividirnos. Han venido a dividirnos instituciones de aquí mismo y han venido a dividirnos instituciones del extranjero. Han venido a dividirnos las religiones. Nos dividen también los explotadores, las comerciantes, los terratenientes, los partidos políticos. Se valen del engaño para dividirnos: nos hacen ofrecimientos que después no se cumplen. Se valen del dinero para dividirnos. Inclusive, se valen del evangelio para dividirnos. Cuando una comunidad reclama la aplicación de la Reforma Agraria, los terratenientes llaman aparte a los principales de la comunidad para conquistarlos a favor suyo mediante ofrecimientos de tierras o de dinero. Los que propagan las religiones evangélicas dicen a los campesinos que sólo ellos están salvados, que ellos son los espirituales, que los católicos somos comunistas porque reclamamos la justicia y que iremos al infierno. Así hacen tener miedo. Instituciones como Visión Mundial van regalando dinero. Con el dinero están dividiendo a las comunidades. Despiertan la ambición de unos y la envidia de otros. Para recibir ese dinero los campesinos tienen que apuntarse en las religiones evangélicas.
Después de exponer así la realidad que las comunidades indígenas estaban viviendo, los dirigentes del encuentro se hicieron preguntas y preguntas. ¿Será por buenos que esas instituciones extranjeras están repartiendo dinero? ¿Por qué será que se valen de todo, hasta de la religión, para dividirnos? ¿Por qué será que los gringos y los empresarios ecuatorianos actúan de acuerdo para dividirnos? Los campesinos estamos ahora más conscientes que antes y por esto reclamamos nuestros derechos. Los gringos y la gente rica de nuestro país quieren hacernos callar la boca dándonos un regalito, haciendo lo mismo que el papá o la mamá cuando quieren hacer callar a su hijito que llora de hambre: ponen en la mano cualquier disparate para que se entretenga y deje de molestar con su lloro. A nosotros también quieren dejarnos tranquilos, para poder seguir explotándonos fácilmente.
Los nacionales roban nuestro trabajo. Los extranjeros roban nuestras riquezas naturales. Para que no digamos nada, las religiones de los gringos hacen tener miedo a la gente diciendo que si reclamamos nos hemos de ir al infierno. Nos dividen con el dinero y nos hacen pelear entre nosotros, para poder llevarse tranquilamente nuestro petróleo, nuestro banano, el atún que nos pertenece porque está en nuestros mares territoriales.
En sus reflexiones analíticas, los dirigentes indígenas pasaron de lo económico a lo cultural y dijeron que no solamente se les estaba robando su trabajo, que no solamente se robaban las riquezas del país, sino también las costumbres. Roban nuestro pensamiento. Roban nuestra cultura. Roban nuestras costumbres. Y quieren meter dentro de nosotros otras costumbres, otros pensamientos, la cultura de ellos. Quitando nuestro pensamiento y nuestras costumbres y poniendo otros pensamientos y otras costumbres, el dinero que nos regalan regresa a ellos mismos y se llevan más todavía, porque les compramos lo que ellos fabrican e precios muy altos. Ellos salen ganando.
Afirmé al principio que fueron ellos mismos, los dirigentes, quienes condujeron todo el Encuentro. Quiero contar aquí algo anecdótico pero muy significativo. Me habían pedido que me encargara de coordinar la reflexión a la luz de la Palabra de Dios, para un segundo momento de su Encuentro. Contra mi costumbre, llegué atrasado a la reunión quince minutos, porque tuve que despedir a un grupo de amigos que estaban alojados en la Casa de Santa Cruz. Cuando llegué a la reunión, ya los indígenas habían escogido una lectura del Nuevo Testamento y estaban reflexionando. Comprobé entonces que mi participación era innecesaria y me contenté con seguir sus reflexiones en silencio.
El texto que habían escogido estaba tomado de la 1ª Carta de S. Pablo a los Corintios, capítulo 12, versículos 12 al 31. San Pablo compara a la Iglesia con el cuerpo humano. Los comentarios de los indígenas se desenvolvieron de esta manera: San Pablo pone una comparación. Dice que la Iglesia verdadera es como el cuerpo. Dice que la comunidad es como el cuerpo. Dice que la organización de los campesinos es como el cuerpo. El cuerpo tiene cabeza. La cabeza tiene ojos, tiene oídos, tiene boca. Los ojos son para ver. Los oídos son para oír. La boca es para comer y para hablar. El cuerpo tiene brazos, tiene manos, tiene piernas, tiene pecho. El pecho es para guardar el corazón y para guardar los pulmones. El corazón guarda el pensamiento. Los pulmones sirven para tener aire puro. La barriga sirve para guardar el estómago. El estómago sirve para hacer alimento lo que comemos. Las piernas y los pies sirven para caminar, para tener movimiento. Las manos sirven para trabajar y para otras actividades.
La Iglesia verdadera es un solo cuerpo. Cree en un solo Dios, en un solo Jesucristo, en un solo Espíritu, en un solo bautismo. Hay una sola fe. La Iglesia también tiene cabeza. La comunidad y la organización campesina tienen también cabeza. La Iglesia y la comunidad tienen también ojos para ver, oídos para oír, boca para comer y para hablar, brazos y manos para trabajar, piernas y pies para caminar. Pero todo está unido, todo es un solo cuerpo. Las religiones de los gringos vienen a dividir, a desbaratar el cuerpo. Empiezan desbaratando la familia. Después desbaratan la comunidad y la organización campesina. Así desbaratan a la iglesia. Diosito no quiere que esté desbaratado el cuerpo. El cuerpo desbaratado queda como enfermo, muy débil. Estando desbaratado el cuerpo, llega la muerte. La comunidad no puede trabajar, no puede caminar no puede vivir. El cuerpo desbaratado no tiene alegría.
Por todo esto, los campesinos debemos reunirnos, debemos organizarnos. Los dirigentes son los que debemos ver, oír y hablar. Todos los campesinos debemos trabajar, debemos colaborar, debemos caminar unidas para avanzar a la liberación. La Iglesia de Riobamba está trabajando para hacer un camino. ¿De dónde a dónde está haciendo camino la Iglesia de Riobamba?
Está empezando a hacer ese camino desde la gente pobre. Los campesinos somos pobres y somos harta gente. En las ciudades y en los pueblos hay también mucha gente pobre. La Iglesia de Riobamba ha empezado desde aquí a abrir un camino. ¿Para dónde está abriendo camino desde nosotros los pobres? Está yendo para la liberación, para que haya justicia, para que haya unión, para que haya amor, para que haya respeto.

Envío Nº 88. LOS INDÍGENAS Y SUS DERECHOS

Hoy, 31 de agosto de 2009, celebramos a Monseñor Proaño: 21 años, desde Dios, junto al Pueblo. Por este motivo, les ofrecemos como regalo algo de su voz en el fragmento de la Conferencia que dictara el 12 de enero de 1986 en la provincia de Cotopaxi, Ecuador con el tema: "Los Indígenas y sus Derechos"...
... Con este envío, nos unimos a la Celebración y recordamos el mensaje de Monseñor que es luz y fuerza.

MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO

21 años desde Dios junto al Pueblo

LOS INDÍGENAS Y SUS DERECHOS
Fragmento de la Conferencia de Monseñor Proaño en Cotopaxi: 12 de enero de1986

Estamos tratando de caminar hacia la construcción de un Pueblo Indígena

Hay que rescatar la nacionalidad indígena, las nacionalidades indígenas y caminar hacia la unificación… la creación de un PUEBLO INDÍGENA en el Ecuador y en América Latina… llegar a construir un Pueblo Indígena

Y el otro objetivo es caminar hacia una Iglesia Indígena
El Papa..., dirigiéndose a los indígenas, les dijo, que la Iglesia verá con mucho agrado, con mucha alegría que los indígenas tengan sus propios sacerdotes y hasta sus propios obispos

"Y estamos en disposición de ir buscando cómo rescatar la filosofía indígena, la teología indígena, la liturgia indígena..."

... para ir haciendo nacer una IGLESIA INDÍGENA, en el Ecuador, y repito, en América Latina

31 de agosto de 1988 31 de agosto de 2009

Envío Nº 87. CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA (III Parte)

CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA* (III Parte)

Equipos de base funcionales

a) En la Iglesia de Riobamba, por lo pronto, serán dos: de Educadores y de Asesores del Apostolado de los laicos. El de Educadores estará integrado por dos representantes del personal docente de cada uno de los colegios católicos; el de Asesores, simplemente por los sacerdotes que desempeñan esta misión en la Diócesis.

b) Para la elección y nombramiento de responsables de los equipos, tesoreros y secretarios, deben proceder de la misma forma que los equipos territoriales.

c) Es deseable que los componentes del equipo de asesores lleven vida común.

d) La misión del equipo de Educadores y la de los Asesores es fundamentalmente la misma: formar en Cristo. La diferencia está en los medios: para los primeros es el colegio, para los segundos la asociación. Será muy útil, por consiguiente, que estos equipos busquen el acuerdo, no sólo en la doctrina, sino también en los métodos, en las metas, etc.

e) Mientras sea necesario y posible, la Diócesis sufragará los gastos de mantenimiento y de actividades del equipo de asesores; pero debe aspirarse a que sean las mismas organizaciones de apostolado laical las que contribuyan con estos gastos.

f) No olviden uno y otro equipo que su objetivo es formar cristianos laicos comprometidos con Cristo, dirigentes de comunidades cristianas vivientes, diáconos, y que de la sinceridad de su trabajo depende en mucho la proliferación de vocaciones que se consagren al servicio de Dios y de los hombres, en el sacerdocio ministerial y en la vida religiosa.

g) Las funciones de los presidentes serán: convocar y presidir las reuniones; traer como delegados al consejo de Presbiterio las inquietudes, problemas y experiencias de sus equipos; llevarles las orientaciones de la Iglesia universal y de la Iglesia local; coordinar el trabajo y responsabilidades de las realizaciones.

Conforme la reflexión y la experiencia vayan haciendo luz, estas disposiciones podrán modificarse o completarse en el futuro.

De la organización y funciones de la administración temporal, de las funciones específicas de las vicarías y departamentos, de la organización y funcionamiento del Consejo Diocesano de Religiosas, del Consejo Diocesano de Laicos y del Consejo Diocesano de Pastoral, me ocuparé, en una próxima vez, con más detenimiento, y, en su oportunidad, de las comisiones permanentes y transitorias.

Cambio de metas, de métodos de trabajo y de estilo de vida

Después de haber tratado del cambio de estructuras, vengo a decir pocas palabras acerca del cambio de metas, de métodos de trabajo y de estilo de vida.

Hasta ahora, las metas de nuestro ministerio sacerdotal han sido principalmente la sacramentalización, la conservación de grupos minúsculos y cerrados, en congregaciones piadosas y devociones de espiritualidad individualista, el centralismo funcionalista de despacho.

De ahora en adelante, las metas pastorales serán: antes de sacramentar, evangelizar, ir en busca de las 99 ovejas perdidas, sin descuidar la atención a la única que ha quedado en el redil; formar y educar las comunidades cristianas allí donde existen comunidades naturales o en donde puedan nacer, para organizar vitalmente la comunidad parroquial, para estructurar la comunidad diocesana, para vincular la comunidad eclesial universal.

Hasta ahora, los métodos de trabajo han sido: llamar y esperar que vengan; amenazar a los que no vienen e insistir en una pastoral de mero cumplimiento del precepto dominical, del precepto pascual, de la recepción de sacramentos; favorecer una esperanza de lotería, inculcando el azaroso deseo de alcanzar una buena muerte antes de la firme voluntad de conquistar diariamente una buena vida.

En adelante, sin dejar de llamar, hemos de salir nosotros mismos a encontrar a los hombres en donde ellos están; hemos de sembrar amor, esa fuerza capaz de romper la dura y fría cáscara de la mera cortesía, del mero cumplimiento, para que la semilla de la Palabra de Dios, se expansione y crezca; hemos de cultivar la virtud teologal de la esperanza que es ya posesión de Dios, aunque todavía no completa ni definitiva.

Hasta ahora, nuestra manera de vivir ha sido más estacionaria que dinámica; más de administradores que de pastores; más de combate que de atracción; más de constructores de edificios y obras materiales que de constructores de la Iglesia viva.

En adelante, debemos ser menos estáticos y más dinámicos; menos administradores y más pastores; menos combativos y más atrayentes y abiertos; menos dedicados a obras de ornato y más obreros de la Iglesia de Cristo.

Cambio de mentalidad y de actitud

De nada servirá el cambio de estructuras esbozado; de nada servirá el cambio de metas enunciado, de métodos de trabajo y de estilo de vida; de nada servirá para nosotros la acción del Espíritu Santo hecha evidente e impetuosa en el Concilio Vaticano II, si no cambiamos de mentalidad, de actitud, para mirar las cosas de otro modo, para actuar con sinceridad y no por fingimiento, por celo y no por cálculo, por fidelidad y no por miedo.

Cambiar de mentalidad y de actitud quiere decir conversión hacia la luz y hacia el amor.

Espero de la generosidad de ustedes, la aceptación gozosa de los sacrificios que los cambios conciliares nos demandan.

Fraternalmente,
su servidor en Cristo Jesús,
Leonidas E. Proaño

* Esta es una carta histórica, llamada también la “Carta roja”, no sólo porque fue impresa en tinta roja, sino porque su contenido representa el momento de viraje en la Iglesia ecuatoriana. Era el primer obispo que de manera radical y planificada empezaba a aplicar las orientaciones del Concilio Vaticano II. Esta carta produjo una violenta reacción del clero tradicional y de la mayoría de religiosos. Empezaron los ataques de los sectores conservadores pero el camino hacia la renovación y el compromiso de fe empezó a clarificarse. Fue escrita en junio de 1966.

Envío Nº 86. CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA (II Parte)

CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA* (II Parte)

Cambio de estructuras

Me refiero, en primer lugar, a cambio de estructuras:

Hasta ahora, las estructuras de la Diócesis han estado caracterizadas más que por lo pastoral, por lo administrativo; más que por lo dinámico, por lo jurídico y estático; más por lo de círculo cerrado, tímido y defensivo, que por lo abierto, valiente y misionero; más por lo individual que por lo comunitario.

Hasta ahora, las estructuras de la Diócesis han sido éstas:

a) Para asuntos de gobierno: obispo, vicario general, Curia Diocesana, párrocos consultores, consultores sinodales, vicarios foráneos, párrocos.

b) Para asuntos de administración temporal: Consejo Gubernativo con el obispo como presidente; Cabildo catedralicio; Secretaría de temporalidades; Tribunal de cuentas.

c) Para asuntos judiciales. Los correspondientes tribunales eclesiásticos.

De ahora en adelante, con sentido pastoral y dinámico, las estructuras de la Iglesia de Riobamba serán las siguientes: Consejo de presbiterio, vicarías, departamentos, equipos territoriales y funcionales, comisiones permanentes y transitorias, consejo de religiosas, consejo de apostolado de los laicos, consejo diocesano de pastoral. Para la administración temporal, quedando en pie el consejo gubernativo y el cabildo, dentro de sus respectivas funciones, se establece el departamento de administración de los bienes temporales, a cargo de seglares competentes. Los tribunales eclesiásticos no sufrirán ningún cambio en su estructura.

Mientras no se legisle algo en contrario por el derecho, ateniéndome a la letra y al espíritu de lo determinado por el Concilio Vaticano II:

El consejo de Presbiterio

a) Estará integrado por el obispo, como presidente; por el vicario general; por los vicarios episcopales; por los directores de departamentos, por los delegados de los equipos territoriales y funcionales.

b) Será el órgano supremo del presbiterio;

c) Tendrá como finalidad ayudar eficazmente al obispo, con sus consejos, en el régimen de la Diócesis.

d) La ayuda de sus consejos se concretará principalmente a la labor pastoral en todo su conjunto, para lo cual será el verdadero órgano directivo de la pastoral; pero se extenderá también a otros asuntos, tales como los problemas temporales de la Diócesis, cambios de personal, etc.

e) La última decisión, sin embargo, corresponderá siempre al obispo.

f) Se reunirá una vez al mes, en el día y lugar que se determine, y cuando sea extraordinariamente convocado por el presidente.

g) El presidente elegirá al sacerdote que deba hacer de secretario.

Vicarías

A más del cargo de vicario general y de los vicarios episcopales que pueda ser útil designar en el futuro, créase el cargo de vicario de la pastoral y el cargo de vicario para la atención a los sacerdotes y seminaristas.

Departamentos

Funcionarán, por lo pronto, los siguientes: de la Curia Diocesana, de Catequesis, de Dirección de las Religiosas, de Asesoramiento de las Organizaciones de Apostolada Laical, de Escuelas Radiofónicas, de Evangelización.

Equipos de base territoriales.

a) Estarán integrados por los sacerdotes encargados de la atención pastoral de un territorio.

b) Los sacerdotes integrantes de estos equipos tendrán, para todas las parroquias del territorio, todas las facultades parroquiales que concede el derecho, más las que sea conveniente concederles en vista de circunstancias especiales.

c) Cada año, los miembros del equipo elegirán de su seno una terna que debe ser presentada al ordinario del lugar para que, de entre los tres, designe y nombre el responsable del equipo que será, al mismo tiempo, el delegado ante el consejo del Presbiterio.

d) Las funciones del responsable del equipo serán:

- convocar y dirigir todas las reuniones del equipo;

- cuidar de que las resoluciones que se tomen tengan cabal cumplimiento, tomando en cuenta, sin embargo, las dificultades que impidan o estorben la acción, con espíritu fraternal y comprensivo;

- fomentar la unión profunda de todos los hermanos sacerdotes, acostumbrándolos a superar divergencias de edad, de temperamento, de formación, de criterio, etc. pues, en muchísimos casos, las divergencias están llamadas a enriquecernos más bien que a dividirnos.

- Llevar las inquietudes del equipo y sus experiencias a las reuniones del consejo de Presbiterio, y las orientaciones que aquí se den a las reuniones del equipo;

- Coordinar el trabajo pastoral, tomando en cuenta, ante todo, el bien de las almas, y luego también las peculiares condiciones de cada uno y las circunstancias.

e) Los equipos llevarán vida común, por lo menos en alguna de las formas señaladas por el Concilio Vaticano II, salvo los casos de imposibilidad física, o cuando razones muy especiales aconsejen otra cosa. Para que se vaya experimentando la vida en común, insinúo encarecidamente que en cada territorio, por lo menos un pequeño grupo de tres a cinco sacerdotes haga decididamente el ensayo.

f) Las dificultades de orden práctico, sea en lo temporal sea en lo pastoral, serán estudiadas y, en lo posible, resueltas por el mismo equipo. La Vicaría de Pastoral les ayudará con sus sugerencias y asesoramiento.

g) Desde el principio se establecerá obligatoriamente la bolsa común. Por consiguiente: pondrán en común todos los ingresos, con la única excepción de los estipendios por la celebración privada de la misa; del monto común, se tomará lo necesario para alimentación, alojamiento, transporte por motivos personales, compra de libros y material de apostolado, suscripción a revistas, contribuciones al mantenimiento de servicios de la Diócesis, previsiones para el seguro y casos de emergencia; el sobrante será equitativamente distribuido entre los miembros del equipo. En cuanto a los religiosos, toda entrada por concepto parroquial irá a la bolsa común, el resto para la comunidad.

h) En las reuniones mensuales se dará cuenta, por todos aquellos a quienes corresponda, de los ingresos y egresos habidos.

i) El equipo realizará todas las reuniones que los miembros juzguen útiles o necesarias, pero obligatoriamente tendrá una reunión mensual, para revisión de vida y actividades.

j) Las decisiones se tomarán por mayoría absoluta.

k) El equipo elegirá de su seno a quienes han de cumplir los cargos de tesorero y de secretario y les señalará sus funciones específicas.

Envío Nº 85. CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA (I Parte)

CARTA A LOS SACERDOTES DE RIOBAMBA* (I Parte)

Queridos hermanos:

Reciban todos, mi afectuoso saludo.

Por medio de esta carta me propongo poner en su conocimiento cuanto he pensado llevar a la práctica en relación con una nueva organización pastoral de la querida Iglesia de Riobamba.

Les transcribo a continuación unos textos conciliares que nos darán luz en nuestra reflexión y que deben ser la pauta que oriente esta nueva organización pastoral:

“La misma salvación de las almas ha de ser la causa que determine y corrija la erección o supresión de parroquias o cualquier género de modificaciones que puede hacer el obispo con su autoridad propia” (Decreto sobre el Ministerio Pastoral de los Obispos, N. 32).

“Los laicos congregados en el pueblo de Dios y constituidos en un solo Cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualesquiera que sean, están llamados a procurar el crecimiento de la Iglesia, y su perenne santificación con todas sus fuerzas recibidas por beneficio del Creador y gracia del Redentor.

El apostolado de los laicos es la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, a cuyo apostolado todos están llamados por el mismo Señor en razón del bautismo y de la confirmación…

Ábraseles, pues camino por doquier para que, a la medida de sus fuerzas y de las necesidades de los tiempos, participen también ellos celosamente en la misión salvadora de la Iglesia”. (Constitución sobre la Iglesia).

“El pueblo de Dios se reúne, ante todo, por la Palabra de Dios vivo, que con todo derecho hay que esperar de la boca de los sacerdotes. Pues como nadie puede salvarse si antes no cree, los presbíteros, como cooperadores de los obispos, tienen como obligación principal el anunciar a todos el Evangelio de Cristo, para constituir o incrementar el pueblo de Dios, cumpliendo el mandato del Señor: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc 16, 15)”. (Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros, N. 4).

“Los presbíteros, constituidos por la ordenación en el orden del presbiterado, están unidos todos entre sí por la íntima fraternidad sacramental, y forman un presbiterio especial en la diócesis a cuyo servicio se consagran bajo el propio obispo… Por la cual, los que son de edad avanzada reciban a los jóvenes como verdaderos hermanos, ayúdenles en las primeras empresas y labores del ministerio, esfuércense en comprender su mentalidad, aunque difiera de la propia, y miren con benevolencia sus iniciativas. Los jóvenes, a su vez, respeten la edad y la experiencia de los mayores, pídanles consejo sobre los problemas que se refieren a la cura de las almas y colaboren gustosos…

Además, a fin de que los presbíteros encuentren mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e intelectual, puedan cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros que pueden sobrevenir por la soledad, foméntese alguna forma de vida común o alguna conexión de vida entre ellos, que puede tomar formas variadas, según las diversas necesidades personales o pastorales; por ejemplo, vida en común; donde sea posible, mesa común, o a lo menos frecuentes y periódicas reuniones”. (Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros, N. 8).

Juntos hemos estudiado, en jornadas y reuniones, la conveniencia de introducir nuevas estructuras, nuevo espíritu, nuevos métodos de trabajo. En estas ocasiones, se me ha pedido dictar orientaciones y normas que realicen esos cambios. No se me ha olvidado que también se han hecho observaciones y reparos, dignos, al menos en parte, de ser tomados en cuenta.

Estoy convencido de que la introducción de cambios es absolutamente indispensable. Para no citar sino algunos hechos, a modo de ejemplos, que exigen la introducción de cambios, pongo a la consideración de ustedes los siguientes:

a) En el año 1950 se realizó el primer censo de población en el país. La provincia de Chimborazo tenía entonces 218.000 habitantes. En 1962, 12 años más tarde, el censo dio la cifra de 276.000 habitantes. ¿Ha aumentado, siquiera en esta misma proporción, el número de sacerdotes? No. Pues bien; si antes de 1950 era muy insignificante el número de sacerdotes, ahora, dado el aumento de población, el número de sacerdotes es más insuficiente todavía.

b) Vivimos en una etapa de la historia en la que se producen cambios sociales profundos. El fenómeno afecta al mundo entero. Sin duda hay continentes y países más agudamente afectados que el nuestro y, dentro del Ecuador, hay provincias que se encuentran en mayor efervescencia que la nuestra. Pero esto no quiere decir que, en la provincia de Chimborazo no se hayan producido, no se estén produciendo y, sobre todo, no estén a punto de producirse cambios de trascendencia. En la ciudad, la familia está convulsionada por criterios, costumbres, impulsos en boga de la vida moderna; el anhelo de asociación, de mancomunar esfuerzos para la conquista de objetivos diversos, es síntoma de un despertar a la vida comunitaria cada día más creciente y pujante; el esfuerzo de superación cultural y profesional de las clases populares es un signo evidente de que asistimos a una verdadera lucha de desplazamiento de las clases sociales que han mantenido, hasta hace poco, el liderato, lo cual quiere decir que está en proceso un cambio con todas las características de revolucionario.

En el campo, en la paz del campo, hay síntomas innegables de cambio: las comunidades rurales, hasta hace pocos años estáticas y “conformes”, comienzan también a despertar, a abrir los ojos, a criticar lo que les parece malo e injusto, a sacar a flote aspiraciones de mejoramiento, a quejarse del abandono en que han vivido y agradecer cualquier esfuerzo que se haga por satisfacer sus aspiraciones.

El simple enunciado de estos hechos debe hacernos reflexionar seriamente.

Es imposible correr, en la preparación de sacerdotes, con la misma rapidez con que avanza el crecimiento demográfico. La preparación de sacerdotes en número suficiente sufre un retraso que se viene arrastrando por decenas de años. ¿Hay algún remedio que nos permita pretender vencer rápidamente ese retraso? Si el remedio consistiera exclusivamente en aumentar el número de sacerdotes, no tenemos que hacernos ilusiones, ese remedio es imposible. Trescientos mil habitantes de la provincia de Chimborazo deberían ser atendidos, cuando menos, por 150 sacerdotes. Contamos en este momento con 50 sacerdotes diocesanos; hace falta un centenar. Para formar un sacerdote según el método conocido desde los últimos siglos, deben pasar doce o trece años. Cuando hayan pasado, la población habrá alcanzado el medio millón de habitantes y habrá necesidad de 250 sacerdotes, los sacerdotes formados serán cuatro o cinco y no sabemos los que habrán muerto.

¿Entonces?... El remedio no está exclusivamente en aumentar el número de sacerdotes. Está también y quizá más, en la promoción de apóstoles laicos. Está luego en la promoción, formación y ordenación de diáconos. Está inicialmente en el cambio de nuestras actuales estructuras, de nuestros actuales métodos de trabajo, de la mentalidad y de la actitud con que hemos estado acostumbrados a mirar los problemas.

Me explico. Después del Concilio, el laico está llamado a jugar un papel importantísimo en la vida de la Iglesia, no solamente en las tareas temporales, sino también en las tareas que miran a la edificación de la Iglesia como comunidad de fe, de culto y de caridad. En otras palabras, los laicos pueden y deben trabajar en tareas de evangelización; pueden responsabilizarse de la celebración de verdaderas acciones litúrgicas; deben hacerse cargo de funciones apostólicas.

“Los laicos obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya que insertos por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor” (Decreto sobre el apostolado de los laicos N. 3).

“En los sitios donde falta el sacerdote, si no hay posibilidad de celebrar la Misa los domingos y fiestas de precepto, se favorecerá, a juicio del Ordinario del lugar, la celebración de la Palabra de Dios, bajo la presidencia de un diácono o incluso de un laico facultado para eso.”

“La estructura de esta celebración será modelada sobre la de la Liturgia de la Palabra en la Misa: normalmente se leerán en la lengua del pueblo la epístola y el evangelio de la misa del día, precedidos por cantos, e intercalando otros inspirados principalmente en los salmos. El que preside, si es diácono, hará la homilía, o, si no lo es, leerá una homilía escogida por el Obispo o por el Párroco. La celebración acabará con la “oración común” o “de los fieles” y con la “oración dominical” (Instrucción sobre Sagrada Liturgia N. 37)

Nos toca a nosotros, sacerdotes de hoy, tomar a nuestro cargo la formación de los laicos. Del seno de los laicos bien formados, saldrán los futuros diáconos y saldrán también nuevos sacerdotes.

Con todo se podrá objetar que no es solución la situación actual del Seminario de Riobamba. Sobre este particular saldrá un documento aparte en el que se dará a conocer el nuevo plan de formación del sacerdote de acuerdo con las orientaciones conciliares y las exigencias de nuestro tiempo.

Todo lo dicho viene a ser como las premisas, de las cuales se desprenden las siguientes conclusiones:

a) Hay necesidad de proceder de inmediato a un cambio de estructuras.

b) Hay necesidad de cambiar metas, métodos de trabajo y estilo de vida.

c) Hay necesidad de cambiar de mentalidad y de actitud, para poder responder a las necesidades anteriores.

Envío Nº 84. COMUNIDAD (II Parte)

COMUNIDAD (II Parte)

…Pocos días más tarde, escribía:
"Hoy he entregado tres copias del proyecto del plan de evangelización. Entiendo que las explicaciones que he dado a cada uno me han ido caldeando y el fuego se ha ido encendiendo dentro mismo de las cenizas, hasta que ha brotado la llama. Esta ha sido la noche en que he gritado "Hay flores nuevas en el árbol de mi vida". Pero la comparación ya no me parece exacta.
Me ha venido a la memoria el recuerdo de un artículo que escribí siendo seminarista, en el que condenaba las aguas dormidas y expresaba mi simpatía por el torrente que socava rocas y arrastra pedrones para ir adelante, hasta convertirse en río y desembocar en el mar.
Ha acudido a mi imaginación el río Pastaza y le he visto cómo se retuerce, gime y brama, aprisionado por negros peñascos y cómo se libera pujante para seguir corriendo estrepitosamente, en busca de un más allá, oscuro e incierto, pero que es camino hacia el océano. Así he sufrido en estas últimas semanas. Me he revuelto dentro de mí mismo. Me he sentido aprisionado, casi asfixiado, oprimido, casi derrotado. Hoy, he comenzado a salir del atolladero y siento en mi interior un impulso nuevo y el atractivo vertiginoso del cauce que se me abre y que es la tarea de evangelizar a los pueblos.
Pienso que no es evasión, sino respuesta al llamamiento de Dios el entusiasmo creciente con que estoy tomando la Comisión Nacional de Evangelización y Catequesis. Los hombres me cierran unos cauces. Dios me abre otro, quizá más rico en posibilidades. Correré por él y quedaran atrás los obstáculos que pretendían ahogarme.
"Señor: ¿qué quieres que haga?--- ¿qué quieres que hagamos? Así te pregunté esta mañana y te he preguntado en días anteriores. Creo que tengo la respuesta: la comunidad el Hogar, para llenarnos allí del ímpetu de tu Espíritu, y luego desbordarnos proclamando la Bueno Nueva y siendo tus instrumentos para sacar a la vida comunidades eclesiales y comunidades cristianas de base, tanto en la Diócesis de Riobamba como en el país entero. ¡Gracias! ¡Gracias!... porque nos habéis escuchado".
Esta sensación de soledad y de aridez ha sido compensada, desde mi juventud, a lo largo de mi vida, por la experiencia de amistades profundas: la que hicimos en el Seminario Mayor de Quito, la que hicimos los sacerdotes del "Cuadrilátero", la que hicimos con los diversos grupos particularmente con los muchachos de la "Cardijn" y con los sacerdotes del equipo "Juan XXIII". Para esta etapa de experiencia comunitaria en mi vida, no podía faltar una nueva experiencia de amistad profunda. Mi Vicario General formó parte, en el Seminario, del grupo de amigos. Siguió siéndolo después de ordenados sacerdotes y sigue siéndolo hasta ahora, con una fidelidad a toda prueba. Del grupo "Juan XXIII" me quedaron algunos amigos sacerdotes. El pequeño grupo del Hogar de Santa Cruz tomó la resolución de fomentar la amistad, como clima indispensable para una vida comunitaria, para una pastoral comunitaria. Fruto de mi experiencia existencial de la amistad son estas frases, escritas precisamente en esta etapa de búsqueda de comunión en Cristo y de amistad profunda:
"En una amistad auténtica y profunda, Dios se nos va entregando, como Luz que es, a través del otro... Buscaba esa luz en mis horas de soledad, muchas veces tristes y fatigadas, muchas veces entenebrecidas por el egoísmo propio y ajeno y, por consiguiente, llenas de angustia, de inquietud, de insatisfacciones, de hastíos.
Pero llegan los días en que vemos brillar esa Luz, en el semblante, en el pensamiento, en los criterios, en la actitud, en el comportamiento. Sin decirlo, sabemos que nos entendemos. La Luz que hay en ti ilumina mi ser. La Luz que hay en mí ilumina tu ser. Y así entre todos. Hay existencias que empiezan a caminar iluminándose en silencio, mutuamente… "Esto mismo estaba pensando yo"... "Yo actuaría de la misma manera". Cuando decimos estas frases y otras parecidas, es porque hemos llegado a un entendimiento. El diálogo fluye y la confianza mutua va creciendo. La luz que, a través del diálogo, se proyectan mutuamente los amigos y que yo pienso que es una manera de hacerse presente el mismo Dios que se nos entrega como Luz, me parece que tiene estos efectos: primero, a la luz del otro, y mientras más profundamente conozco su persona, también me reconozco a mí mismo en todo lo que tengo de luminoso, conocido por Dios. Esto nos da más seguridad en nosotros mismos. Afirma más nuestra personalidad. Nos abre perspectivas de crecimiento "en humanidad". Segundo, a la luz del otro, voy descubriendo en mi interior, en la oculto de mi ser, otras fuentes de luminosidad, escondidas como los diamantes en el seno de la roca, fuentes de luminosidad hasta ese momento insospechadas o quizá, inclusive, tenidas por imposibles. Creíamos no sentirnos capaces de esto o de aquello, Pero cuando la luz del otro me alumbra, me asombro de haber tenido ocultas preciosas virtualidades y empiezo a transformarme. Esto nos comunica nuevos impulsos. Nos infunde valentía, audacia que nos van llevando a acciones que antes juzgábamos imposibles y que agigantan nuestro poder de relacionarnos con otros y de acometer empresas para las que antes no nos sentíamos capacitados. Tercero, a la luz del otro, descubro también mis propias tinieblas, también a veces insospechadas, porque nunca hubo una luz que las persiguiera en sus profundidades, en las cuevas en donde habita el egoísmo con sus múltiples repugnantes ramificaciones. Este descubrimiento es doloroso. Pero trae consigo la bellísima posibilidad de destrucción de las diversas formas de egoísmo y de gradual y creciente reemplazo por una mayor generosidad, por la abnegación, por la longanimidad, por la entrega de sí mismo.
Al llegar a este punto, sin decirlo, se está hablando de la amistad, porque el amor es entrega de sí mismo, La amistad es un don que Dios nos hace. Es una manera de dársenos Dios mismo.
Dios nos hace el regalo de múltiples dones, porque nos ama. El aire, la luz, el calor, las fuentes, la tierra con todas sus riquezas, las aves, los animales, los peces... son dones del Dios-Amor. La familia en que nacimos, con toda su carga de amor, de ternura, de sencillez, de verdad, de ejemplo, de sacrificio, de elevación es un don de Dios. El país al que pertenecemos, con todas sus conquistas; la Iglesia, con la Fe, los Sacramentos, la Eucaristía, el heroísmo, el testimonio, sus ministerios, son dones de Dios. El don supremo, insuperable es su Hijo hecho Hombre: Jesucristo, presente en su Iglesia, en su Palabra, en la Asamblea, en cada Sacramento, en la Eucaristía, en sus ministros, en las maravillas de la naturaleza. Pero ese mismo Dios hecho Hombre se entrega cuando discípulos suyos se unen por la amistad profunda y sincera. Me parece que esa promesa de Cristo "si dos o tres se reúnen en mi nombre Yo estoy en medio de ellos" tiene sentido especialísimo en la amistad cristiana. Quiero decir, una vez más, que a través del amigo, es Cristo mismo quien nos hace sentir su presencia, es Cristo mismo quien nos hace sentir que nos ama"
Tentación real y grave para un grupo de amigos es encerrarse en sí mismos. Eventualmente, hemos podido caer en este peligro. Inclusive, se nos ha hecho críticas, en parte fundadas. Pero hemos hecho el esfuerzo de mantenernos abiertos, siempre que hemos encontrado sinceridad y rectitud de intenciones. El mismo hecho de haber trabado amistad con miras a realizar una pastoral comunitaria nos ha salvado de convertirnos en ghetto. Anhelo del discípulo de Cristo debe ser llevar al mayor número posible de hombres la experiencia de la Buena Nueva que está viviendo. Vuelvo a mis notas para copiar una reflexión en este sentido:
"Conviene que El crezca y que yo disminuya". Estas palabras del Bautista acuden a mi mente. Él debe crecer en mí. Para que Él crezca en mí, es necesario que yo vaya disminuyendo, que yo vaya desapareciendo. Mis pensamientos, mis criterios, mi egoísmo, mis apegos, mi comodidad: todo esto debe ir dejando el espacio libre para que me invadan los pensamientos, los criterios y el amor de Cristo. Que Él crezca y que yo disminuya.
Si este mismo trabajo se realiza en los amigos, éstos podrán aspirar a decir: "Vivimos nosotros, pero no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros".
Y si así vamos muriendo para que Él crezca, no serán solo los amigos unificados en Cristo, sino que irán haciéndose muchos, porque Él irá creciendo en muchos, también en la medida en que Él crezca y se vaya haciendo la comunidad de los creyentes"
Copio también estas notas:
"Así pues, ya no sois extranjeros, no meros residentes, sino que compartís la ciudadanía del pueblo santo y sois de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo Jesús, en el cual toda construcción bien ajustada crece hasta formar un templo santo en el Señor; en el cual también vosotros sois edificados juntamente, hasta formar el edificio de Dios en el Espíritu" (Ef 2, 19-22).
¿Será atrevido pensar que lo que queremos realizar está descrito en este texto?
Queremos que Cristo Jesús sea la piedra angular.
Pretendemos ser el cimiento, piedras ajustadas a la piedra angular, Cristo.
Aspiramos a construir, ajustando otras y otras piedras, el templo santo, el edificio de Dios en el Espíritu.
En la práctica, esto significa un esfuerzo constante por vivir en Cristo y por hacer vivir en Cristo.
¿Tenemos la voluntad firmemente orientada hacia este objetivo? ¿Avanza la construcción en la relación con nuestros hermanos? ¿Viven ellos el mismo objetivo? ¿Estamos resueltos a luchar contra toda clase de dificultades, ellos y nosotros, para llevar adelante el propósito?
El proceso vivido viene a resultar así, en primer lugar, como un descubrimiento del propio yo, marcado por grandes anhelos y al mismo tiempo por un sentimiento de soledad, de impotencia y de esterilidad. En segundo lugar, el descubrimiento gradual y cada vez más profundo del Tú que es Dios y que se nos revela en Jesucristo, ese Tú que es Luz, que es Amor, que es Fortaleza, En tercer lugar, el descubrimiento del tú humano, a través del cual también se revela la presencia de ese mismo Jesucristo Hijo de Dios, para formar el "nosotros" un "nosotros" cristiano, un comienzo de la comunidad cristiana. En cuarto lugar este pequeño "nosotros" que se abre a una búsqueda ansiosa de otros, de ellos, para el anuncio de la Buena Nueva experimentada ya y vivida hasta cierto punto.
e. Teología existencial
f. Dificultades
g. Resultados

 Fragmento del Libro “CREO EN EL HOMBRE Y EN LA COMUNIDAD”

Envío Nº 83. COMUNIDAD (I Parte)

COMUNIDAD (I Parte)

I. EL HOGAR DE SANTA CRUZ

…"Mas el deber del pastor no se limita a cuidar sólo individualmente de los fieles, sino que se extiende también propiamente a formar una genuina comunidad cristiana...
Sin embargo, en la construcción de la comunidad de los cristianos, los presbíteros no están nunca al servicio de una ideología o facción humana, sino que, como heraldos del Evangelio y pastores de la Iglesia, trabajan por lograr el espiritual incremento del Cuerpo de Cristo.” (P.O.6)
Textos conciliares como éstos me impresionaron muchísimo. Comprendí que la Iglesia debía sufrir una transformación radical, que los obispos debíamos realizar grandes esfuerzos por transformar una Iglesia de imagen piramidal en una Iglesia comunitaria. Comprendí que la misma organización eclesial en equipos, en Consejos de Presbiterio, de Pastoral, de Laicos estaba enmarcada en este profundo sentido comunitario. Comprendí que los sacerdotes habíamos sido acaparadores de todos los carismas en la Iglesia, que nos habíamos convertido, en vez de servidores, en dominadores del pueblo y que los laicos estaban llamados a jugar un papel preponderante…

a) Historia de la casa…

b) Finalidad y espíritu…

c) Experiencia de vida comunitaria

Las críticas nos hicieron reflexionar seriamente. Algunas de ellas ya no podían surtir efecto, pues se habían dado pasos que no podían ya ser destruidos. Además, la vida nos iba a enseñar muchas cosas imprevisibles.
Con el funcionamiento de la casa, empezamos la experiencia de vida comunitaria seis personas: dos religiosas, tres seglares y el Obispo. Hubo mucha inseguridad en cuanto a algunas de estas personas. Por sugerencia de una de ellas, quien ha quedado firme hasta ahora, ensayamos un intercambio de experiencias personales de Cristo, pero sin resultados halagadores. Probablemente no había aún la suficiente confianza para este tipo de comunicación, o tampoco había en algunas de ellas una experiencia vivencial de Cristo.
Sin embargo, vimos que era necesario realizar cada mañana una oración comunitaria y la Eucaristía por la tarde. Vimos también la conveniencia de realizar retiros mensuales fuera de la casa.
Para que nos ayudaran al nacimiento de la comunidad invitamos a algunas personas amigas, para las reuniones semanales, en las que se trataban esos asuntos. Desde un principio, constatamos que la estructura de la casa no favorecía el frecuente contacto entre las personas. Esta dificultad ha sido insalvable hasta ahora.
Democráticamente, se hizo la distribución de funciones. En primer lugar, se hizo una lista de necesidades de la casa. Luego, cada persona escogió libremente la actividad a la que se sentía más inclinado dentro de esa lista de necesidades.
El anhelo de iniciar una vida comunitaria profunda constituía y sigue constituyendo un problema sumamente complejo, no solo por las circunstancias especiales propias de una casa de reuniones, sino también por la diversidad de caracteres, de formación, de motivaciones, de criterios, de costumbres de las personas invitadas a formar la comunidad.
Personalmente, por necesidad de mis mismas responsabilidades de Obispo de la Diócesis, no podía permanecer en la casa, sino apenas visitarla, tomar parte en algunos actos y particularmente en las reuniones semanales. Me mantuve así hasta ver la posibilidad de que un sacerdote pudiera integrarse en este ensayo. Este sacerdote llegó de España meses después de haber sido inaugurado el Hogar de Santa Cruz. Debo decirlo de una vez, con esta misma misión, pasaron por la casa tres sacerdotes. Al final, me decidí a compartir más de cerca las preocupaciones del personal, en la medida en que me lo permitían mis múltiples actividades de Obispo.
Como este proyecto constituyó, desde antes de su iniciación, un objetivo apasionadamente querido y considerado como una necesaria experiencia para poder llevar adelante toda una pastoral comunitaria que no fuera puramente doctrinal y teórica, fue para mí motivo de muchas reflexiones, de una búsqueda ansiosa, de tensiones y sufrimientos. La experiencia será contada, en este sentido, en las páginas que siguen.

d) Proceso vivido

Durante toda mi vida, he experimentado una sensación de soledad, particularmente en determinadas ocasiones, cuando he tenido que enfrentar graves conflictos, cuando he tenido que mantener una postura irreductible.
De esta sensación de soledad he ido pasando lenta y progresivamente a la comprobación alentadora de encontrarme en comunión con muchas personas, aún desconocidas. Por eso, creo en la Comunidad. Actualmente, ya no me siento solo: me siento más bien estrechamente unido, en círculo concéntrico, con un número incontable de cristianos con quienes nos encontramos en sintonía. Pero, para llegar a este punto, he tenido que saborear muchos sufrimientos.
Entre mis notas, encuentro ésta, por ejemplo: "Esta noche, delante del Santísimo, he tenido la sensación, nuevamente, de soledad, de esa soledad de la que tengo dicho que es al mismo tiempo mi dolor y mi gozo. Reuniones y conversaciones personales han sido, como siempre, numerosas. Pero, allí mismo, me descubro solo.
Pienso: tengo que amar al Señor apasionadamente, con locura. Y El está allí, a pocos pasos: por consiguiente, no estoy solo. Mientras constato que hay grandes distancias, hasta abismos de separación entre pensamiento y pensamiento, entre aspiraciones y aspiraciones, entre actitudes y actitudes, El me llama, me atrae, me infunde una especie de coraje y una disposición de búsqueda de mayor entrega. "El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga". Y aquí está el gozo, no aquel que hace reír, sino el que hace tomar la vida tal como es: un drama, una tensión, una lucha. Entendiendo así la vida, entiendo también la soledad que me acompaña. Sin embargo, no soy infiel a los requerimientos de acompañar y de decir una palabra de aliento a otros. Parece absurdo e incomprensible: ¿cómo puedo acompañar si no me siento acompañado?
He sentido también, en muchas ocasiones, una impresión de inutilidad en el trabajo, de esterilidad y de sequía, en contraste con mis grandes anhelos. Muestra de esta clase de sentimiento está manifestada en las líneas que siguen y que han sido también espigadas en mi cuaderno de notas:
"Las primeras flores"...
No pretendo escribir una poesía. Simplemente quiero dejar constancia de que ayer, al abrir la ventana que da al jardincito de la casa, vi que había empezado a florecer el albaricoque. Y saludé el acontecimiento con esas palabras. Y esta mañana he dicho, al verlo más florecido: "Más flores"...
En este albaricoque de la casa, voy viendo reflejarse o simbolizarse mis diversos estados de ánimo durante el año. Cristianamente hablando veo en el albaricoque el símbolo del misterio pascual que me esfuerzo en vivir.
El mes de junio, después de haber entregado todos sus frutos, las hojas del árbol comienzan a amarillearse: en su otoño. Luego se van cayendo las hojas y el árbol se va quedando en varas desnudas y grises.
En ciertas épocas del año, muchos de mis sueños e ilusiones van tomando también un color amarillento: se destiñen, con el consiguiente sufrimiento. Símbolo de la muerte. Es la renuncia no querida, dolorosa, al colorido y belleza con que he vestido mis grandes anhelos de trabajo. Cumplieron con su función y se van, dejando a veces la sensación de la nada, del vacío. Es entonces cuando me pregunto: ¿qué estoy haciendo aquí? Y me invade una subterránea tentación de desaliento contra la que tengo que reaccionar constantemente, mientras dura esta etapa de muerte.
El albaricoque empieza a pintarse de flores en septiembre y se cuaja de flores en octubre y noviembre. Después, van apareciendo los frutos. Maduran lentamente y son cosechados en los meses siguientes, hasta el mes de mayo.
Así suele suceder también conmigo: vuelven nuevos sueños y nuevas ilusiones. Siento nuevos impulsos. Quizás abandono ciertas actividades de las que me he decepcionado definitivamente. Y entonces se pueblan mi corazón y mi cabeza de proyectos nuevos que me entusiasman. Muchos de estos proyectos caen, como caen tantas flores al ímpetu de los vientos o por la fuerza de las granizadas. Pero, trabajo vigorosamente y solo Dios puede saber si en el árbol de mi vida encuentra frutos maduros y cosechables.
Misterio pascual. Muerte y resurrección, hasta que llegue la resurrección definitiva. ¿Poesía? Tal vez sí. Pero principalmente vida cristiana que quiere ser auténtica. ¿Flores nuevas en mi existencia de esta época del año? No las advierto todavía. Las espero. Todavía veo en mí las ramas sarmentosas, resecas, grises. Sin embargo, espero: cualquier día de estos se me escapará un grito del corazón: "Han aparecido flores nuevas".