lunes, 9 de noviembre de 2009

Envío Nº 98: CRITICA DE LA CONCIENTIZACION ( I Parte)

Programa radial HOY Y MAÑANA
Mons. Leonidas E. Proaño
Riobamba, 27 de octubre de 1972

CRITICA DE LA CONCIENTIZACION (I Parte)

1. Desencanto.- No hace mucho tiempo estuve en Bogotá para un curso de "Teología de la liberación". Hice una breve introducción para aclarar que no pretendía dictar conferencias acerca de esa materia, sino dialogar con los 60 participantes en el curso y descubrir juntos lo que debíamos entender por teología de la liberación. Pensé que mi introducción había sido suficientemente clara y que habían aceptado el método que íbamos a poner en práctica. Pero la verdad fue completamente distinta. Cuando empecé proponiendo preguntas, un joven pidió la palabra y me dijo en un tono casi airado:

Nosotros no hemos venido a responder preguntas ni a realizar un trabajo. Nosotros hemos venido escucharle.

De igual manera muchísima gente se siente atraída por la novedad del tema "concientización". Y cuando puede concurrir a cursos o semanas sobre concientización, lo hace para escuchar hablar de "la concientización".

Esta actitud es el resultado de la educación bancaria que hemos recibido y seguimos recibiendo. Nos gusta ser "receptivos". Nos gusta ser pasivos. Nos gusta aplaudir un bonito discurso. Pero no nos gusta dar de nuestra propia riqueza y recibir al mismo tiempo de la riqueza de los otros. No nos gusta hacer un esfuerzo de reflexión para descubrir los caminos de la verdad.

También hay otros que quieren saber lo más posible sobre concientización, porque esperan recibir una especie de recetario transformador de la situación social que ellos creen conocer. Después de haber leído y escuchado exposiciones sobre este tema, se encuentran imposibilitados de actuar y se preguntan: ¿Cómo se hace?

Por más que se hagan esfuerzos por explicar cómo se hace concientización, es imposible comprender ese "cómo".

Y entonces esas personas se sienten desilusionadas. Se pinta el desencanto en su rostro. Puede ser, inclusive, que se manifiesten en forma airada al sentirse defraudadas, como en el caso a que hice referencia al principio. En este caso, por fortuna, se pudo continuar con el método concientizador. Al día siguiente, los participantes descubrieron por sí mismos la bondad del método y el mismo joven que levantó su protesta, se manifestó muy satisfecho. Desgraciadamente, no sucede siempre así: se quedan en el desencanto. Y cuando más, buscan nuevos libros o nuevos expositores, para seguir acumulando solamente teorías.

Como en cualquier otro asunto, también cuando se trata de la concientización es necesario arriesgarse a realizar una práctica. La práctica hará descubrir, si es que se acompaña de una reflexión seria, en qué consiste el método de concientización.

Por consiguiente, lo que voy a decir ahora, no es un conjunto de recetas ni mucho menos. Es apenas el fruto de experiencias y reflexiones realizadas en compañía de otras personas. Es, además, una crítica de los métodos clásicos de enseñanza. Aprenderemos lo que es la concientización, concientizándonos. No hay otro camino.

2. Psicología del hombre oprimido.- La opresión es una acción que se ejerce exteriormente, pero que llega hasta la psicología misma del hombre.

Exteriormente, empieza por formas de dominación económica: explotación, pago de salarios insuficiente, excesivas horas de trabajo... De ordinario, este anillo de la cadena de opresión se une con otros anillos: los pobres no tienen mucho acceso a la vida escolar, porque les falta precisamente el dinero para poder hacerlo y porque tienen necesidad de trabajar para poder subsistir. El pobre no tiene acceso al uso de los medios de comunicación social: lo que más puede hacer y lo hace en efecto es adquirir un aparato de radio, o un aparato de televisión o comprar un periódico y recibir pasivamente todo cuanto los potentados de los medios de comunicación quieren decirle: el pobre no tiene palabra. El pobre no tiene tampoco acceso a la vida política, en el sentido de capacidad decisiones: juegan un papel decisivo el dinero, los títulos culturales, la propaganda a través de esos medios de comunicación masiva. El pobre no tiene derecho a que le haga justicia: el dinero, los razonamientos pseudo jurídicos, las trampas sirven para engañarlo y defraudarlo casi siempre. La misma religión contribuye ordinariamente a formar otro anillo de la cadena opresora: Las prácticas religiosas y hasta las predicaciones sirven para presentarle una falsa imagen de Dios: se le presenta como un Dios terrible, castigador, defensor de los opresores. Los ritos y prácticas religiosas sirven únicamente para aplacar las cóleras de ese Dios terrible.

Así se manifiesta y se realiza la opresión. Pero, ahondando en el fenómeno que llamamos opresión, encontraremos que éste se ejerce en el interior mismo del hombre y produce un ser disminuido, aplastado, incapacitado, conformista, pasivo. La opresión ha despersonalizado al hombre, no le deja pensar, no le deja inventar cosas nuevas, no le deja responsabilizarse, no le deja ser libre. Desde una sala de reuniones, contemplaba a un hombre que trabajaba con la pala. Junto a él estaba el capataz le había ordenado. Quizá en el subconsciente había un motivo para realizar su trabajo y era la ganancia de un mísero salario. Pero, de seguro, no había en su cabeza un pensamiento propio, no había en su imaginación la belleza del objetivo que se proponía con su trabajo: arreglaba un camino. El lo hacía mecánicamente. No había en su interior el sentido de la responsabilidad: por esto había necesidad de la vigilancia de un capataz. Ese hombre no era libre: estaba oprimido.

Los opresores, cuando se preocupan de la labor concientizadora y educadora en favor de los oprimidos, suelen burlarse diciendo más o menos estas palabras: "pero es inútil educar a esa gente. Es inútil hacer cualquier esfuerzo. Es imposible que esa gente ignorante pueda civilizarse. Son unos brutos. Ellos han nacido para servir a los demás". Así explican ellos la existencia de una cantidad de traumas que padece el pueblo. ¿Cuál es, en efecto, la psicología del hombre oprimido que conocemos?.

Es un hombre fatalista, providencialista, pasivo, conformista, apático, falto de iniciativa y creatividad, sentimental, infantil, gregario.

El hombre oprimido ¿es así por naturaleza? ¿Es que Dios ha hecho a unos hombres capaces de dominar a otros y a éstos destinados a vivir oprimidos? O más bien, ¿Dios ha hecho a todos los hombres con capacidad de hacerse libres?

La dominación, el desprecio, el autoritarismo, el orgullo, la dureza, el maltrato moral y físico de los dominadores han llegado a producir este hombre con todas esas características psicológicas negativas.

Hay un fenómeno conocido con el nombre de machismo existente entre los hombres oprimidos. ¿En qué consiste este fenómeno? ¿A qué se debe su existencia? ¿Cómo explicarnos que precisamente los hombres oprimidos realicen en ocasiones alardes escandalosos de hombría? El machismo es un fenómeno por el cual los oprimidos se muestran opresores de otros seres más débiles, de la mujer, por ejemplo. El machismo se debe, desde el punto de vista psicológico, al hecho precisamente que unos hombres se sienten oprimidos por otros. Esto significa también que buscan los oprimidos una forma de desquite haciendo padecer a otros de lo que ellos mismos padecen. Y así se explica que el sistema de opresión en que vivimos produzca el fenómeno conocido con el nombre de machismo.

Ignacio Rueda en su poesía "Mi madre india", pone en boca del hijo estas palabras:


- Tu madre...
¡Mi madre ¿qué?
-Sirvió como india en mi casa.
Y era para todo y todos
como una bestia de carga..
-Para todos, sí, lo admito...
Sobre la piel de su cuerpo,
palmo a palmo, no hay más tacha
que los fuetes que mi padre,
borracho, la propinara.
Borracho y todo, lo quiero
con pasión emocionada,
porque la uva más grande
de mi padre, y más amarga,
no era el alcohol que llora
en el trapiche la caña,
sino el puro ensangrentado
de un racimo de mil lágrimas.
Borracho para olvidar,
borracho de ira y de rabia,
borracho, y así, borracho,
sin saberlo, cómo la ultrajaba...
Como un relicario beso
las huellas que hay en tu cara
porque son como cien ñaños
que, con pasión, te hizo papá
con el semen iracundo
de su hombría pisoteada
en el trapiche cruento
de una injusticia nefasta..."