martes, 6 de octubre de 2009

Envío Nº 92. CONCIENTIZACIÓN ( II Parte)

CONCIENTIZACION II Parte

3. Puntos cardinales.- ¿Existen en este ámbito de trascendencia puntos cardinales para la orientación del hombre, de la misma manera como existen puntos cardinales para su orientación en un punto dado de la tierra? Desde pequeños se nos ha enseñado que para orientarnos debemos colocar nuestro cuerpo de modo que el brazo derecho pueda dirigirse hacia la región por donde sale el sol. De esta manera, se descubre el oriente, o sea esa región por donde sale el sol; la región que queda al frente es el norte; la región que queda a la izquierda es el occidente, y la que queda a las espaldas es el sur. Estas eran las elementales normas de orientación para un niño. De nuevo, ¿es posible encontrar puntos de orientación para un niño. De nuevo, ¿es posible encontrar puntos de orientación para el hombre problema?


Continuando con esta mirada profundizadora, no es difícil descubrir a lo largo de nuestra existencia épocas en las cuales hemos experimentado la necesidad profunda de interrogarnos y de buscar ansiosamente respuestas a esas preguntas. ¿Desde cuándo existe el hombre? ¿Quién fue, en el principio, el que trajo al hombre a la existencia? ¿Cuál es la finalidad de la existencia humana? ¿Es una simple flor de amapola que alegra hoy la vista con sus vivos colores para dejar de existir mañana? ¿Por qué el hombre se resiste a aceptar un destino sin trascendencia? ¿De dónde procede su anhelo de inmortalidad? ¿Hay alguien que desde el misterio le está llamando constantemente y provocando estas profundas perturbaciones?...

Mediante el punzante dolor de estas interrogaciones el hombre llega a ser consciente de su relación fundamental: hombre-Dios, hombre-vocación, hombre-relación con Dios que le llama a dar una respuesta caminando hacia El.

Este descubrimiento del primero y fundamental punto cardinal de orientación puede ser y ha sido de hecho hallazgo de cualquier hombre, aunque no haya sido privilegiado por la luz de la revelación. Cuando el hombre llega a realizar este descubrimiento, siente la inmensa alegría de haber visto salir el sol que alumbra su existencia desterrando las tinieblas de la noche que le envolvían. A pesar de todo, los interrogantes continúan perforando su corazón y su cerebro: ¿Qué es este mundo que me rodea? ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué hay en él tanto misterio, tanta fuerza oculta, tanto poder destructivo? ¿El autor de esos mundos, quiso simplemente divertirse lanzándolos un día al espacio inmenso y desconocido, o tuvo alguna intención bien clara al crearlos?

Cuando surgen estos interrogantes, el hombre no solamente toma conciencia de las cosas que le rodean, sino que empieza a situarse: no sólo está llamando a relacionarse con Dios creador que le llama, sino también con el mundo en el que se encuentra. De esta manera, el hombre empieza a sentir al mundo no tanto como el peldaño o el soporte en el que debe transcurrir su existencia, sino más bien como el vehículo con el cual debe transportarse día tras día en respuesta a la llamada misteriosa que Dios le hace.

El hombre llega así a descubrir un segundo aspecto de ser relacional: conciencia-mundo. Tiene ya dos puntos cardinales. Los interrogantes continúan: ¿Qué es el hombre? ¿Por qué existen estas flagrantes contradicciones en el hombre: a veces embriagado por anhelos inmensos e inalcanzables otras veces sumido en la estrechez de sus apetitos diminutos? ?Por qué existen en contradicción permanente el bien y el mal? ¿Cuáles son los resortes que impulsan al hombre a buscar asociarse con otros hombres? ¿Por qué en la búsqueda de satisfacción de este impulso encuentra a veces satisfacción y otras, desencanto? ¿Por qué hay unos hombres que consagran su vida al servicio de otros hombres, olvidándose de sí mismos, y por qué hay otros hombres que se empeñan en introducir la división, las guerras, la muerte, el odio, la dominación y la injusticia? ¿Por qué coexisten, en lucha permanente el amor y el odio?


De esta manera, dolorosamente también el hombre empieza a descubrir un tercer aspecto de su existencia relacional: no está solo; no puede vivir solo, tiene necesidad de otros seres semejantes a él, aunque éstos y él mismo corran el riesgo a veces de hacerse daño. El hombre está llamado a desarrollarse en comunidad. La sociedad es indispensable para el desenvolvimiento existencial del hombre. Si la naturaleza es como el vehículo con el cual debe transportarse hacia Dios, los demás hombres son sus compañeros de viaje, son los participantes activos de esta aventura. Cuando Cristóbal Colón concibió la idea atrevida de descubrir un camino nuevo para las Indias, encontró otros hombres que comulgaron con él en el mismo anhelo y, entonces, él y ellos se lanzaron a la aventura por un mar desconocido, por caminos desconocidos, hacia un mundo desconocido. Sabemos que se presentó un momento en el cual lo desconocido pudo más que el sentido aventurero y fue cuando sus compañeros pretendieron rebelarse y retroceder hasta el puerto ya conocido. Esto mismo es lo que sucede permanentemente en la marcha de los hombres unidos en un momento por una misma llamada y por un mismo medio de transporte y en divergencia, en otros momentos, por el miedo a su propia empresa y a lo desconocido.

En todo caso, así descubre el hombre un nuevo punto cardinal para su existencia: la comunidad, la sociedad. ¿Queda con esto totalmente orientado el hombre? ¿Ha descubierto ya el sentido de la totalidad de su existencia? ¿Hará falta algún otro punto cardinal que le oriente de manera cabal y perfecta?

Los interrogantes continúan golpeando al hombre: ¿Por qué la vida del hombre es tan corta? ¿Por qué sobreviene inevitablemente la muerte? ¿Por qué durante los cortos años de su existencia se le escapan de las manos todas sus conquistas? ¿Por qué la satisfacción de lo conquistado después de un largo proceso de lucha llega a ser casi inmediatamente nueva fuente de insatisfacciones? ¿Por qué se descubre tan lleno de limitaciones siendo así que sus anhelos son casi infinitos? ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la eternidad? ¿Qué es la vida de un hombre? ¿Qué significan la sucesión y la continuidad de los años, de los meses, de los días, de las horas, de los minutos, de los instantes? ¿Tiene todo esto un sentido?

El mundo material no está acabado. Está hecho con armonía. Es una sola, inmensa y monumental belleza. Pero no está acabado. Hace falta perfeccionarlo. Hace falta ir descubriendo más y más sus secretos escondidos. Hace falta transformar ese mundo, hace falta aprender a utilizar toda la dinámica de las fuerzas desconocidas de la naturaleza.

Y hace falta todo esto, no solamente porque el mundo material no está acabado, sino también porque el mismo hombre no está acabado. La construcción perfeccionadora del mundo material es tarea llamada a perfeccionar al hombre mismo en su ser: en su inteligencia, en su imaginación, en su capacidad de elección y de opción, en su capacidad de responsabilización, en su capacidad de liberación, en su capacidad de re-creación.

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