sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 65: MISIÓN POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (II PARTE)

MISION POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (II Parte)

5.- Peligros del conflicto.- Para reflexionar mejor, pongamos en escena realidades muy cercanas a nosotros. El domingo pasado se clausuró la novena celebrada en la iglesia de los PP. Franciscanos con una procesión, según se me ha dicho, verdaderamente multitudinaria. El próximo domingo se empezará la predicación de otra novena, a la que acudirán también, como en años pasados, multitudes imponentes de cristianos. Esta novena se clausurará también con numerosas confesiones y comuniones y con la ya tradicional procesión de martes santo. El viernes pasado, en mi comentario, dije ya que estas novenas no cambian el ritmo conocido de la vida, que siguen las mismas injusticias, las mismas divisiones, el mismo deporte de quienes practican la calumnia.

Por su parte los grupos existentes ya en la ciudad cuestionan estas formas de expresarse del catolicismo popular. El cuestionamiento es a veces duro y trae sus consecuencias. Por esto, es necesario descubrir los peligros del conflicto.

Me parece que el peligro que se presenta de bulto es el de la radicalización en sus propias posturas: el catolicismo popular se afianza más en sus costumbres y las defiende como si fueran expresiones de fe auténtica, los pequeños grupos que buscan la renovación se afianzan también en su propia postura. ¿Hay posibilidades de entendimiento? Es evidente que si continúan radicalizándose más y más también la posibilidad de entendimiento mutuo se aleja más y más: se abre una brecha que se va ensanchando día a día.

Otro peligro que se hace presente como consecuencia de la radicalización es la casi imposibilidad de una renovación conjunta y auténtica. Es sabido que la Iglesia está llamada a ser signo de salvación para todos los hombres. La mejor expresión de este signo es la unidad en el amor: "en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros" Jn. 13, 35.

Por último, quiero señalar otro peligro: el de caer en un nuevo farisaísmo. Este peligro amenaza a unos y a otros, cada vez que cada grupo piensa ser el poseedor exclusivo de la verdad y del recto camino.

No quiero decir con lo que antecede que debemos adoptar unos y otros una actitud complaciente y ambigua. El Evangelio tiene exigencias radicales. Por esta razón, el mismo Cristo previene a sus discípulos diciéndoles que el discípulo no ha de ser de mejor condición que el Maestro y que si al maestro le han perseguido también perseguirán a los discípulos. El problema está en buscar la máxima fidelidad a las exigencias del Evangelio. Y el camino para resolver este problema ha de consistir en hacer la verdad en la caridad, como enseña San Pablo.

Por esto tengamos presentes algunos de los principios teológicos y algunas por lo menos de las recomendaciones pastorales del documento de Medellín sobre pastoral popular.

Los principio teológicos dicen entre otras cosas: "La fe, y por consiguiente la Iglesia, se siembran y crecen en la religiosidad culturalmente diversificada de los pueblos. Esta fe, aunque imperfecta, puede hallarse aún en los niveles culturales más bajos. Corresponden precisamente a la tarea evangelizadora de la Iglesia descubrir en esa religiosidad la "secreta presencia de Dios", el "destello de verdad que ilumina a todos", la luz del Verbo, presente ya antes de la encarnación o de la predicación apostólica, y hacer fructificar esa simiente. Sin romper la caña quebrada y sin extinguir la mecha humeante, la Iglesia acepta con gozo y respeto, purifica e incorpora al orden de la fe, los diversos "elementos religiosos y humanos" que se encuentran ocultos en esa religiosidad como "semillas del Verbo", y que constituyen o pueden constituir una "preparación evangélica".

Los hombres se adhieren a la fe y participan en la Iglesia en diversos niveles. No se ha de suponer fácilmente la existencia de la fe detrás de cualquier expresión religiosa aparentemente cristiana. Tampoco ha de negarse arbitrariamente el carácter de verdadera adhesión creyente y de participación eclesial real, aún cuando débil, a toda expresión que manifieste elementos espurios o motivaciones temporales, aún egoístas. En efecto, la fe, como acto de una humanidad peregrina en el tiempo, se ve mezclada en la imperfección de motivaciones mixtas.

Es igualmente propio de la fe, aún incipiente y débil, un dinamismo y una exigencia que la llevan a superar constantemente sus motivaciones no auténticas para afirmarse en otras más auténticas. Pertenece, pues, al acto de fe, bajo el impulso del Espíritu Santo, aquel dinamismo interior por el que tiende constantemente a perfeccionar el momento de apropiación salvífica convirtiéndolo en acto de donación y entrega absoluta de sí.

Por consiguiente, la Iglesia de América Latina, lejos de quedar tranquila con la idea de que el pueblo en su conjunto posee ya la fe, y de estar satisfecha con la tarea de conservar la fe del pueblo en sus niveles inferiores, débiles y amenazados, se propone y establece seguir una línea de pedagogía pastoral que:

a) asegure una seria re-evangelización de las diversas áreas humanas del continente;
b) promueva constantemente una reconversión y una educación de nuestro pueblo en la fe a niveles cada vez más profundos y maduros, siguiendo el criterio de una pastoral dinámica, que en consonancia con la naturaleza de la fe, impulse al pueblo creyente hacia la doble dimensión personalizada y comunitaria".

Las recomendaciones pastorales se expresan de la siguiente manera: "Que se impregnen las manifestaciones populares, como romerías, peregrinaciones, devociones diversas, de la Palabra evangélica. Que se revisen muchas de las devociones a los santos para que no sean tomados sólo como intercesores sino también como modelos de vida de imitación de Cristo. Que las devociones y los sacramentales no lleven al hombre a una aceptación semifatalista sino que lo eduquen para ser co-creador y gestor con Dios de su destino. Que se procure la formación del mayor número de comunidades eclesiales en las parroquias, especialmente rurales o de marginados urbanos. Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y realizarse, en cuanto sea posible, en la celebración eucarística, siempre en comunión con el Obispo y bajo su dependencia. La pastoral popular deberá tender a una exigencia cada vez mayor para lograr una personalización y vida comunitaria, de modo pedagógico, respetando las etapas diversas en el caminar hacia Dios. Respeto que no significa aceptación e inmovilismo, sino llamado repetido a una vivencia más plena del Evangelio, y a una conversión reiterada..." (Pastoral Popular 12, 13 y 15).

6.- Camino de solución.- Teniendo presentes los mencionados peligros que surgen del conflicto antes descrito y teniendo también presente este proceso acelerado de cambios en el mundo y en la Iglesia, me permito sugerir como camino de solución el siguiente:

Tomando en cuenta la parábola del fermento, pienso que hay necesidad de un trabajo adecuado para las masas populares. Efectivamente, no se pone el fermento en un montón de harina: es indispensable que esta harina sea convertida en masa, es decir, es indispensable que se produzca cierta homogeneidad, cierta unión, cierta receptividad. Las frases del documento de Medellín que he citado hablan de una seria re-evangelización, de una constante reconversión y de una educación de nuestro pueblo en la fe.

Las misiones, pues, deben cumplir esta tarea re-evangelizadora. La predicación de novenas tiene que orientarse igualmente hacia una re-evangelización profunda. Y toda esta tarea debe cumplirse siguiendo fielmente el Evangelio y, después del Concilio y de la Conferencia de Medellín, siguiendo las indicaciones pastorales y renovadoras de los documentos emanados del Concilio y de la Conferencia. Piense que así el pueblo se dispone poco a poco a comprender y a aceptar los cambios de la Iglesia que quieren ser respuesta a los cambios del mundo.

Los pequeños grupos, por su parte, están llamados a cumplir el papel del fermento, esto es, a ir ganando gradualmente la multitud para dinamizarla, para compenetrarla de Evangelio, para vitalizarla, sin resistencia. Así se cumplirá lo que Nuestro Señor Jesucristo dice en su parábola: "hasta que fue fermentada toda la masa".

Envío Nº 64: MISIÓN POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (I PARTE)

MISION POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (I Parte)

1.- Una negativa intrigante.- El año pasado, recibí una invitación a tomar un tema de predicación de una novena, no quiero decir en honor de quien ni la ciudad en donde se realizaba la novena. Después de reflexionar, decidí negarme a aceptar dicha invitación. Y así escribí de inmediato, sin dar mayores explicaciones.

Los organizadores de la novena, muy bien intencionados por otra parte, se mostraron intrigados por conocer las razones de mi negativa, pues tenían casi asegurada mi participación: "si el tema era sobre la liberación, tema que a Ud. le gusta... ¿cómo es posible que no haya querido aceptarlo?"

Tan intrigados se mostraron que me urgieron para que me reuniera con ellos, a fin de dialogar sinceramente y de conocer así un poco a fondo cuales fueron las razones de mi negativa. Acepté la invitación urgente y me reuní con ellos: eran 8 sacerdotes religiosos.

La conversación fue realmente muy provechosa, realizada en un clima de tranquilidad y comprensión y con una actitud de búsqueda sincera.

Cuánto dije en esta conversación trataré de explicar ahora, porque pienso que puede ser útil continuar dialogando con un grupo más amplio: el de aquellos que me escuchan y me leen. Esto quiere decir que espero observaciones y cuestionamientos sobre el tema de que trataré inmediatamente.

2.- Pastoral popular.- De ordinario se suele distinguir entre pastoral popular y pastoral de élites. Personalmente, me disgusta la palabra élites porque parecería significar una pastoral orientada a grupos privilegiados por la sangre, por el dinero, por la cultura, por la religiosidad. El mismo documento de Medellín que lleva este título cae en este pecado. Efectivamente, encontramos en el N.1 del mencionado documento lo siguiente: "Las élites son, en nuestro contexto, de modo general: los grupos dirigentes más adelantados, dominantes en el plano de la cultura, de la profesión, de la economía y del poder; de modo especial: dentro de estos mismos grupos, las minorías comprometidas que ejercen una influencia actual o potencial en los distintos niveles de decisión cultural, profesional, económica, social o política."

Me parece preferible hacer la distinción entre pastoral popular o de multitudes y pastoral de grupo o de fermento. Por lo pronto. Quiero ocuparme de la pastoral popular o de multitudes.

La acción pastoral en favor de las multitudes cuenta con ocasiones propicias para realizarse. Estas ocasiones pueden ser extraordinarias y más o menos ordinarias. Entre las ocasiones extraordinarias, tenemos que mencionar las misiones populares, la predicación de novenas, una visita pastoral organizada con este sentido, las romerías o peregrinaciones, la celebración de la semana santa...Entre las ocasiones más o menos ordinarias, podemos señalar la misa dominical y ciertas prácticas religiosas tradicionales.

Durante mucho tiempo la pastoral popular o de multitudes ha sido eminentemente tradicionalista y conservadora, es decir, ha seguido costumbres heredadas de épocas pasadas y ha procurado mantenerlas a todo trance como una manifestación de fidelidad a una fe que se dice profesar convencidamente. Propiamente hablando, la pastoral popular tradicional no ha hecho otra cosa que favorecer la religiosidad de sus diversos niveles: cósmico, cuando se ha manifestado el deseo y necesidad de protección de una divinidad todopoderosa y lejana frente a las fuerzas potentes y misteriosas del mundo; psicológico, cuando la religiosidad se ha manifestado como necesidad de amparo frente a las duras luchas por la vida y por el trabajo en medios suburbanos, por ejemplo cuando un habitantes de suburbio busca trabajo, no lo encuentra y acude al santo de su devoción, encendiéndola una cera, para que interceda delante de Dios, o cuando un estudiante ofrece una comunión para pedir la ayuda del Espíritu Santo y conseguir éxito en sus exámenes, o cuando el joven que ha tenido una decepción amorosa acude ante la imagen de un Señor llamado de la Justicia para pedirle venganza...; sociológico, cuando la religiosidad se demuestra como manifestación de valores culturales asimilados por un conglomerado humano y transmitidos de generación en generación, de tal manera que hace decir a las gentes: "somos religiosos como nuestros padres y abuelos"...

Repito que la pastoral popular tal como se la ha venido entendiendo y practicando no hacía otra cosa que mantener estos niveles de religiosidad, tan mezclados de motivaciones oscuras y con formas cristianas. Pero dicha pastoral difícilmente ha logrado cambios de vida y si los ha logrado ha sido excepcionalmente, con individuos extraordinariamente preparados para este cambio. Las mismas confesiones y comuniones masivas, con que se ha terminado la predicación de las grandes misiones populares y de las novenas, no han sido sino relámpagos enteramente transitorios de fervor religioso. Lo grave es que así se explica en buena parte el estancamiento en que han vivido nuestros pueblos.

El problema que surge de la visión de esta realidad es el siguiente: ¿se debe continuar con una pastoral de multitudes? ¿Hasta qué punto es beneficioso continuar con el estilo de pastoral popular tradicional? ¿O qué se debe hacer para que este tipo de labor pastoral vaya obteniendo algunos resultados satisfactorios? ¿Qué hacer para que estas multitudes tradicionalistas y estancadas se resuelven a levantar sus pies para ponerse a caminar resueltamente con los ojos puestos en un futuro ambicioso de progreso integral?

3.- Pastoral de grupo.- La pastoral de grupo o de fermento está dirigida a un pequeño número de personas que se muestren capaces de entender la Palabra de Dios y de comprometerse seriamente con ella. No es necesario que sean personas privilegiadas por el dinero, por la sangre, por los títulos, por la profesión, por la política: miembros de estos pequeños grupos pueden ser perfectamente hombres y mujeres humildes, sin mayor cultura, analfabetos inclusive, pero capaces como he dicho más arriba de entender la Palabra de Dios y de ponerla en práctica. ¿Qué otra cosa fueron en su mayoría los doce apóstoles escogidos por N. S. Jesucristo para hacerlos fundadores de su Iglesia? La capacidad de que he hablado es indudablemente capacidad de entendimiento, pero también es capacidad de apertura, de disponibilidad, de generosidad, de interés y de entusiasmo, y es capacidad de decisión, de tenacidad, de entrega.

En épocas pasadas, fuera de que se buscaba realizar una pastoral de élites en el sentido menos evangélico que he criticado, se realizaba de hecho también en la formación de grupos de Acción Católica general o especialidad, en la formación de dirigentes y de militantes, dentro de sus respectivos cuadros. Ya se hablaba inclusive por boca de los Papas, de que el apóstol del obrero debía ser un obrero, de que el apóstol del estudiante debía ser un estudiante, en una palabra, se hablaba del apostolado en el propio ambiente.

No porque hayan entrado en crisis, después del Concilio Vaticano II, los conocidos e internacionalmente difundidos movimientos de apostolado seglar, ha perdido su validez la pastoral del grupo: más bien, ha recibido un nuevo impulso y está iniciando formas nuevas que transforman al pequeño grupo, a imitación de la parábola de Cristo, en fermento en medio de las masas.

Sin embargo, también a este respecto tenemos que hacernos determinadas preguntas: ¿No hay el peligro real de que esos pequeños grupos se encierren en sí mismos y degeneren en círculos cerrados? ¿Qué hacer para que estos grupos se transformen a sí mismos transforman¬do a los demás? ¿Cómo combinar la acción de los pequeños grupos, o sea la pastoral de fermento, con la pastoral de las multitudes?...

4.- Proceso de cambio y crisis.- Por todas partes se habla ahora de que nos encontramos en un proceso de cambios. Todo cambia efectivamente en el mundo. Antes se necesitaban viajar durante tres meses en barco para llegar a un puerto de Europa. Ahora si se prefiere viajar en barco se llega a Europa en tres semanas, y si se prefiere en avión en 12 ó 14 horas. Hace 50 años, para que una noticia llegara de un continente a otro, había que esperar largos meses: hoy, las noticias se conocen media hora después de haberse producido los hechos y se conocen en el mundo entero. Hace pocos años, parecía un sueño irrealizable un viaje a la luna o al espacio: hoy, son una realidad y ya las gentes, cuando se efectúa un nuevo viaje a la luna, miran la noticia con cierta indiferencia. La medicina y la cirugía han hecho progresos insospechados: estamos en la etapa de la historia de los trasplantes, no sólo de córneas para devolver la vista, sino también de corazón para prolongar la vida...Podrían enumerarse muchísimos ejemplos tomados del campo científico o técnico para tener presente y comprobar la afirmación de que nos encontramos dentro de un proceso acelerado de cambios. Pero todos estos cambios tienen una repercusión muy honda en la manera de ser de los hombres. Se afirma con toda razón que en nuestra época cada 5 años hay un cambio de generación, es decir, que los jóvenes que tienen 20 años son distintos en su manera de pensar y de obrar de los muchachos de 15 años y también muy distintos que los jóvenes de 25 años. De allí las dificultades de comprensión entre generaciones adultas y generaciones juveniles: tienen de por medio generaciones que les impiden una comprensión mutua mucho más fuertemente que en épocas no muy pasadas.

Pero no es sólo el mundo el que está cambiando tan radicalmente. La Iglesia Católica se dio cuenta de que se encontraba en un retraso enorme frente a la marcha de la humanidad y que corría el peligro de quedarse completamente relegada en siglos ya muertos y, por lo mismo, incapacitada para decir su Mensaje de salvación al mundo. Para tomar conciencia de esta realidad se realizó el Concilio Vaticano II. Para echar a correr violentamente y tratar de alcanzar a este mundo que se adelantaba tanto aprobó los documentos conciliares, algunos de los cuales constituyen un verdadero esfuerzo de carrera olímpica.

Lo dicho no significa que todos los hombres han corrido igual que lo que ha corrido el mundo. No significa tampoco que todos los cristianos han corrido igual que lo que ha corrido la Iglesia. Hay obispos y sacerdotes que se han quedado todavía caminando a pie, cuando el mundo vuela en cohete y la Iglesia conciliar en jet. Esto quiere decir que la pastoral popular y la pastoral de fermento se ven abocados a enfrentarse con un problema grande y nuevo.

Aquí está la raíz de la crisis que se experimenta en el seno de la Iglesia. Es curioso observar que los hombres no experimentan una crisis tan fuerte frente a los cambios rápidos y radicales de la ciencia y de la técnica, pero sí entran en crisis aguda frente a los cambios en las relaciones intergeneracionales. Y todavía es más aguda la crisis de los cristianos que estuvieron acostumbrados a prácticas tradicionales, a sentirse seguros de su fe simplemente porque las exterioridades se mantenían tal como antes.

La crisis se traduce en conflicto. Las multitudes acostumbradas a prácticas seculares miran con desdén, con desconfianza, con escándalo, la actitud a veces audaz de los pequeños grupos que, habiendo comprendido los mismos cambios de la Iglesia en función de los cambios del mundo, cuestionan vigorosamente todo radicalismo y se lanza en búsqueda de nuevas líneas para vivir su cristianismo.

Si antes nos hemos preguntado qué hacer para combinar la pastoral de multitudes con la pastoral de los pequeños grupos, la pregunta se vuelve hoy más apremiante y más difícil: ¿qué hacer para desvanecer el conflicto surgido entre masas tradicionalistas y grupos comprometidos con un nuevo cristianismo y con una nueva iglesia?

Envío Nº 63: CUARESMA Y CONVERSIÓN (II PARTE)

CUARESMA Y CONVERSION (II Parte)


4.- Cuaresma sin conversión auténtica.- Si la Palabra de Dios nos dice que la conversión no consiste en la práctica de los actos exteriores realizados por el pueblo israelita, preguntémonos si las actividades que realizan en tiempo de cuaresma nos llevan a una conversión auténtica. Ya hice la observación de que no cambia en nada la vida de los hombres. Entregar estipendios de misas, ofrecer estipendios y limosnas, participar pasivamente en la celebración de novenas y procesiones, encender luces y velas delante de imágenes, componer altares con telas de colores y flores de adorno, pueden ser signos de algo. Pero si son solamente actos tranquilizantes, estos no son sino evasiones de una verdadera conversión. Por eso, el Señor pide: "volved a mí de todo corazón...desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos" y añade: "yo detesto y desprecio vuestras fiestas, no gusto el olor de vuestras reuniones...no me complazco en vuestras oblaciones...aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas..."

Si la conversión se manifiesta en la realización de la justicia con los pobres y los oprimidos examinémonos cómo andan nuestras relaciones con nuestros semejantes. ¿Continuamos tratando con desprecio a los pobres? ¿Continuamos pisoteando a los necesitados? ¿Continuamos haciendo del pueblo un pedestal para subir nosotros y engrandecernos? ¿Continuamos explotando el trabajo y las lágrimas de trabajadores, viudas y huérfanos, para enriquecernos nosotros? ¿Continuamos disminuyendo el pago de salarios a nuestros colaboradores? La palabra de Dios recrimina esta conducta, cuando dice: "escuchad los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes...achicando la medida aumentando el peso, falsificando balanzas de fraude, comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias..."


Si la conversión tiene que ser un viraje definitivo de nuestra mala vida a una vida orientada hacia Dios, examinemos como concebimos nuestra conversión de cuaresma. ¿La tomamos como un acto pasajero, transitorio? ¿Seguimos pensando que porque somos pecadores, después que nos hemos confesado y hemos comulgado, no tenemos más remedio que continuar engañando al prójimo y buscando nuestras satisfacciones egoístas? ¿Continuamos diciendo que, como somos hombres, no podemos cambiar definitivamente nuestra vida? Ciertamente que somos débiles. Ciertamente que continuamos inclinados al mal. Ciertamente que corremos permanentemente el peligro de volver a caer en nuestros mismos pecados o en pecados peores. Pero no olvidemos que contamos con la gracia de Dios y que así podemos dar una nueva orientación a nuestra vida mantenerla luchando y esforzándonos valerosamente, ayudados siempre por el poder de Dios que quiere convertirnos en verdaderos hijos suyos. La Palabra de Dios nos dice que nuestro amor no debe ser como la nube de la mañana que aparece por unos instantes en las cumbres de los montes y luego se desvanecen al soplo de cualquier vientecillo. La Palabra de Dios nos dice que nuestro amor no debe ser como el rocío que cayó en la madrugada y que se desvanece muy temprano a los primeros rayos del sol. De un amor semejante no se ven satisfechos los mismos hombres. Efectivamente, cuando encuentran personas volubles que un día dicen que aman y al día siguiente vuelven las espaldas se desengañan definitivamente y buscan fuentes de amor más estables y duraderas. Con mayor razón, Dios no puede quedar satisfecho de unas manifestaciones de amor de un instante y que no tienen ni en la intención la fuerza de la constancia. Conversiones momentá¬neas no son conversiones auténticas.

Si la conversión tiene que ser una vuelta a Dios y al prójimo, tenemos que examinarnos si no estamos satisfaciendo nuestra religiosidad únicamente con el culto que rendimos a imágenes más o menos artísticas, fabricadas por manos de hombre, que no nos comprometen a nada serio de nuestra vida. Tenemos que preguntarnos si no somos quizá más respetuosos de una imagen hecha de madera que del hombre, imagen viva de Dios. Tenemos que preguntarnos si no somos más obsequiosos con esas imágenes que con los hombres sumergidos frecuentemente en la ignorancia, en la tristeza, en la pobreza, en la esclavitud. De igual manera tenemos que examinar nuestra conciencia para ver si acaso no nos hemos levantado ídolos que sustituyen al Dios verdadero y ante los cuales rendimos culto e inclusive sacrificamos nuestra misma vida. El dinero es actualmente el becerro de oro ante el cual hincan la rodilla los hombres de nuestro tiempo. Viven para ganar dinero. Trabajan sólo para ganar dinero. Estudian sólo para adquirir una profesión que les de dinero. Buscan un empleo y venden sus convicciones sólo para ganar dinero. Hay otros hombres que han levantado en su vida un altar al dios prestigio. Ante él queman incienso y se sacrifican ellos mismos y sacrifican su propia familia. Por el dinero y por el prestigio, oprimen a otros hombres, los hunden en la miseria y caen así en la condición de aquellos a quienes el Señor maldice: "Pobres de Uds. que meditan la injusticia, traman el mal durante la noche, y al amanecer lo ejecutan."

La cuaresma, ¿es para nosotros ocasión de una conversión auténtica o solamente de hacer uso de tranquilizantes?

5.- Hay una primera conversión.- Como en todas las cosas, hay un día, hay un momento que es el decisivo para la vida del hombre: se compromete para seguir por los caminos del bien. Veamos cómo es este momento en un hecho evangélico:

"Llegando a Jericó pasaba Jesús por la ciudad. Había ahí un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no podía hacerlo en medio de tanta gente, por ser de baja estatura. Entonces corrió adelante y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, baja rápido, porque hoy tengo que quedarme en tu casa".

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Todos entonces se pusieron a criticar y a decir: "se fue a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y a quien he exigido algo injustamente, le devolveré cuatro veces más".

Jesús respondió: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham. El hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". (Lc. 19, 1-10).


Para Zaqueo, éste fue el día de su primera conversión, el día decisivo. De las mismas afirmaciones del relato se deduce que Zaqueo era un pecador. Tal vez por su condición de jefe de los cobradores de impuestos, su principal pecado había sido el robo y la explotación de otros hombres. Tal vez gracias a esta explotación, él llegó a ser un hombre rico. Sin embargo, tenía una curiosidad: quería conocer personalmente a Jesús. El don de Dios que es Jesús mismo se le hizo encontradizo, lo cual significa una gracia. No basta el encuentro físico: es necesario el encuentro personal. Jesús levantó los ojos para mirar a Zaqueo encaramado en un árbol: éste fue el gesto que conquistó el corazón de Zaqueo. Quizás este hombre explotador de los demás no gozaba de la simpatía de sus compatriotas. Por esta razón ser publicano significaba para los judíos lo mismo que ser pecador. Al verse Zaqueo convertido en una persona por la que se interesaba el maestro, a quien levantó los ojos para mirar, él se sintió comprendido y amado en su misma miseria: esto le transformó. Zaqueo bajó rápidamente y recibió a Jesús con alegría". Era la alegría del encuentro personal con el Salvador. Este encuentro debía tener consecuencias para toda su vida. Por esta razón Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y devolveré cuatro veces más a quien he exigido algo injustamente". Y por esto mismo Jesús concluyó: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa..."

No es imaginable que Zaqueo hubiese vuelto a su vida de explotador de los pobres. Lo imaginable es que Zaqueo se convirtió definitivamente en un discípulo de Cristo. Lo imaginable es que Zaqueo pudo tener sus altibajos en la fidelidad a su compromiso. Pero también lo imaginable es que él continuó perseverantemente en la búsqueda de esa misma fidelidad y que fue conquistándola día a día.

6.- La conversión continúa.- Y así nos ponemos en el caso de pensar en que la conversión es un quehacer de todos los días. Pero la orientación está tomada. La conversión continúa es necesaria porque somos débiles, porque hay circunstancias que nos ponen en peligro de dar las espaldas al Señor, porque llevamos dentro de nosotros tendencias que no están todavía suficientemente evangelizadas.

Además, es necesario tener presente que la conversión es una amistad cada vez más estrecha con Cristo Salvador. Digo esto, porque algunos cristianos tienen miedo a la palabra conversión, pues la consideran como una inhibición de todas sus exigencias vitales. Aquí se realiza aquello que dijo Nuestro Señor mismo que quien pretende ganar su vida la perderá, pero aquel que pierda la vida por su nombre la ganará. Aquí es cuando debemos comprender que el cristiano debe introducirse resueltamente en este misterio de muerte y resurrección. Hay que morir al pecado, al desorden, a las tendencias al mal, para resucitar con Cristo a la vida, al bien, a la generosidad.

7.- Marcha hacia la Pascua.- Transcribo a continuación partes de un bello artículo publicado en el intercambio El País de 9 de marzo del presente año: se titula "Cuaresma...marcha de la Iglesia hacia la Pascua". Dice así: Al oír la palabra cuaresma, nosotros pensamos enseguida en sacrificios, oraciones, penitencias, viacrucis, pero la cuaresma es mucho más. Es la gran preparación a la fiesta de Pascua de Resurrección. Es la renovación anual de la Iglesia en el misterio pascual y a través de los sacramentos. Es este el período anual para rechazar los pecados. Es en definitiva el tiempo de la conversión. Pero para penetrar en el sentido de la cuaresma, debemos pensar en el pueblo judío caminando a través del desierto hacia la tierra prometida.

Jesús, como otro Moisés, ha sido enviado por el Padre Dios para liberar al hombre de la esclavitud del demonio, del pecado...

A portar la buena nueva a los desheredados...
A sanar a los que tienen el corazón herido...
A consolar a los afligidos...
A anunciar a los esclavos la liberación...
A dar alegría a los angustiados y tristes...
a anunciar la hora de la misericordia divina...


La cuaresma cada año viene a reavivar en nosotros la esperanza, a nutrir nuestra fe, a reaccionar nuestra caridad. Ella nos da el sentido de nuestra vida. Nos introduce en el misterio del pueblo de Dios en marcha, nos coloca sobre el recto camino, nos hace iniciar como una nueva etapa, y nos da la alegría de hacernos caminar hacia el Padre.

Todos los judíos que salieron de Egipto, incluso Moisés, murieron en el camino sin poder entrar en la tierra prometida. Sólo los hombres nuevos, jóvenes, lograron entrar. Esto quiere decir que si nosotros queremos entrar en el misterio pascual, en el Reino de Dios, es necesario renovarse, purificarse, abandonar los pecados...También, nuestra Cuaresma será un tiempo de renovación y de transformación por la oración más personal, más ardiente, más sentida, plegaria por todos, especialmente por los pecadores.

Esta conversión, este retorno a Dios, exigirá una confianza, una caridad fraterna cordial, efectiva. No podemos volver al Padre, sin volvernos en primer lugar hacia nuestros hermanos. No podemos suplicar a Dios el perdón de nuestras faltas, sin perdonar de antemano a los que nos ofendieron y sin pedir perdón a aquellos a quienes hemos hecho daño.

Cuaresma. Tiempo de volver a la casa del Padre, este Padre que siempre nos espera con los brazos abiertos, anhelando darnos su perdón y su abrazo generoso.

A través de este artículo, podemos descubrir el espíritu de alegría y de esperanza que debe animar la cuaresma y llevarnos a una conversión auténtica. La conversión es un profundo cambio de vida, es el encuentro con el único liberador de los oprimidos, es el comienzo de la vida eterna. Por la conversión aprenderemos a vivir gozosamente nuestra fe, a esperar firmemente la venida de Cristo y a amarnos los unos a los otros para formar la familia de Dios.

Envío Nº 62: CUARESMA Y CONVERSIÓN (I PARTE)

CUARESMA Y CONVERSION (I Parte)

1.- Costumbres cuaresmales.- Nos encontramos ya bien adelantados en el tiempo de cuaresma. Si vamos a hablar en esta primera parte de costumbres cuaresmales, no es para detenernos en costumbres de carácter social, o las costumbres religiosas de cuaresma.

Los sacerdotes nos sentimos obligados a predicar sobre la penitencia y a organizar algunas actividades para ayudar a los cristianos a expresar de alguna manera su arrepentimiento. Con esta intención, se organizan novenas, reuniones salidas al campo...

En la ciudad de Riobamba, una después de otra se realizan dos famosas novenas: La novena de Jesús del Gran Poder, en la iglesia de los PP. Franciscanos, y la novena del Señor del Buen Suceso, en la iglesia de la Concepción. En las parroquias queda un poco a la iniciativa de cada párroco, como también al respeto a tradiciones hechas y conservadas por medio de organizaciones piadosas llamadas cofradías o hermandades.

Todas estas actividades destinadas a provocar el arrepentimiento desembocan en: confesiones masivas, misas de comunión numerosas, procesiones al fin de las novenas y en días señalados de la semana santa. Desde el punto de vista psicológico, hay quienes empiezan a sufrir atormentados por la idea de tener que confesarse obligatoriamente, no tanto porque les nazca del corazón el deseo de reconciliación con Dios. Todavía hay madres de familia y esposas que se dedican, en este tiempo, a urgir a sus hijos y esposo primero la asistencia a la celebración de las novenas y luego el acercamiento a la recepción del sacramento de la penitencia.

2.- Manifestaciones tranquilizantes de penitencia.- Por lo dicho, todo el anhelo de provocar la conversión se resume en la confesión y en la comunión durante los días de semana santa. Para el párroco, es un consuelo si puede saber que en su parroquia se han acercado a confesar y comulgar unos centenares o aún miles de personas. Para el predicador es asimismo un consuelo estimulante darse cuenta de que concurren a oírle multitudes innumerables atraídas por la fuerza de su oratoria. Para las esposas y madres, constituye el pago de sus esfuerzos y desvelos saber que el esposo se confesó después de largos años de haberse alejado de la recepción de este sacramento, o saber que el hijo continúa siendo fiel a esta práctica que se le inculcó desde cuando era niño. Para los organizadores de las novenas y de las procesiones, es un gusto constatar el éxito de los predicadores cuaresmales por la cantidad de gente que concurre y el éxito de su capacidad organizativa por la magnitud de las procesiones que, "en este año sólo se han arrancado tres veces en todo el trayecto".

Pero después de todo, la vida sigue igual. Por el éxito de la novena y de la procesión, los priostes invitan a todos sus amigos a sus casas para ofrecerles algún agasajo. A veces comprometen también a la banda de música. La alegría del éxito es tan grande que a veces se exceden en la bebida y así empiezan "a pascuar" en medio de la semana santa, por ejemplo el martes santo o el viernes santo. Si ya ha habido desuniones, después de semana santa continúan lo mismo. Si se ha tenido costumbre de explotar a los trabajadores, después de la semana santa se continúa explotándolos igual que antes. Si algunas personas se han dedicado como a un deporte a la calumnia, después de la semana santa continúan entregados a este "divertidísimo" deporte. Si se ha admitido socialmente que en el comercio hay que aspirar a hacer las más grandes ganancias, aunque sea engañando a los compradores, después de semana santa se sigue buscando ganancias exageradas y perjudicando a los clientes. Si de igual manera por costumbre socialmente admitidas se desprecia al pobres, al indio, al cargador, al peón, a la cocinera, después de semana santa el desprecio continúa tal como antes... en una palabra no se ven manifestaciones de un cambio notable en la vida. La participación en novenas, sacramentos y procesiones fueron solamente manifestaciones tranquilizantes de conciencia. Faltó la verdadera conversión.

3.- La penitencia en la Biblia.- Tomando casi al azar la sagrada Biblia, encontramos invitaciones a la penitencia que son fuertes llamadas de Dios. Abro por ejemplo las profecías de Joel y encuentro lo siguiente:

"Ceñíos y llorad sacerdote, gemid, ministros del altar; venid, pasad la noche en saco, ministros de mi Dios, porque a la casa de vuestro Dios se le ha negado oblación y libación. Promulgad un ayuno, llamad a consejo, reuníos, ancianos y vosotros todos, habitantes de la tierra, en la casa de Yahvé, Dios Vuestro, y clamad a Yahvé: ¡ay, qué día porque está cerca el día de Yahvé, ya llega como devastación de Sadday!" Joel 1, 13-15

"Mas ahora todavía -oráculo de Yahvé- volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos. Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahavé nuestro Dios, porque El es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se allana ante la desgracia" (Joel 2, 12-13)

"Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no gusto del olor de vuestras reuniones. Si me ofrecéis holocaustos, no me complazco en vuestras oblaciones, ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados. Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas. Que fluya, sí, el juicio como agua, la justicia como un torrente inagotable" (Amós 5, 21-24)

"Escuchad esto los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra diciendo: "¿cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano y el sábado para dar salida al trigo, achicando la medida y aumentando el peso, falsificando balanzas de fraude, comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias..." Amós 8, 4-6

"Pobres de ustedes, que meditan la injusticia, traman el mal durante la noche, y al amanecer lo ejecutan, cuando está a su alcance. Codician campos y los toman, roban casas y herencias; venden al padre y toman sus pertenencias" Miqueas 2, 1-3

"¿Qué he de hacer contigo Efraín? ¿Cómo he de tratarte Judá? El amor que me tienen es como nube matinal, como rocío que se termina muy temprano. Por eso tuve que destruirlos por medio de mis profetas. A ustedes les he dado muerto con mis palabras. Porque yo quiero amor, no sacrificios, y conocimiento de Dios más que víctimas consumidas por el fuego...Cuando yo, quería sanar a Israel, se descubrió el pecado de Efraín y la maldad de Samaria, porque obran con mentiras. En la casa entra el ladrón y fuera atracan los bandidos. No reflexionan que tengo presente su maldad; ahora sus obras los envuelven y están presentes ante mí... El día de nuestro Rey, los príncipes se enfermaron con el mucho vino que bebieron...su corazón encendido por sus malos proyectos es como un horno que arde toda la noche mientras dormita el panadero y por la mañana queda como fuego inflamado...Han hecho reyes, pero no elegidos por mí, se dieron jefes sin que yo lo sepa; de su oro y de su plata se han hecho ídolos: éstos los llevarán a su ruina...tu becerro es tu obra, Israel: es un escultor quien lo ha hecho. No es un Dios y acabará hecho pedazos...Me ofrecen sacrificios porque son ellos los que comen la carne. A Yahvé no le agradan estos sacrificios, pues recuerda la maldad de ellos y se dispone a castigar sus pecados...” (Oseas 6, 7, 8,)

De los textos arriba citados podemos extraer ciertos pensamientos claves:

Primero, la conversión no consiste en la práctica de ciertas exterioridades, como el ofrecimiento de sacrificios, sino en la purificación del corazón, en el cambio de vida.

Segundo, la conversión se manifiesta en la realización de la justicia con los pobres y los oprimidos.

Tercero, la conversión no es un acto pasajero sin trascendencia en la vida.

Cuarto, no es demostración de fe cristiana ni la religiosidad que pone toda su confianza en las imágenes hechas por hombres, ni tampoco la erección de ídolos tales como el dinero o el prestigio.

Envío Nº 61: EVANGELIZACIÓN EN RIOBAMBA (II PARTE)

EVANGELIZACION EN RIOBAMBA (II Parte)

4. ¿Iglesia nueva o Iglesia viva? - Alguien de los participan¬tes expresó se su preocupación en este sentido:

- Creo que no podemos hablar de Iglesia nueva o de Iglesia vieja. Lo único que hay antiguo es el Evangelio, porque el Evangelio permanece siempre el mismo. Pero los hombres se sienten impulsados a seguir siempre adelante, a buscar y conquistar el progreso. Más me gusta a mí hablar de Iglesia viva antes que de Iglesia nueva.

Esta preocupación nos llevó a hacer algunas reflexiones. Es cierto que el Evangelio, sobre todo si consideramos que se identifica con la persona de Cristo, es permanente. Pero debemos considerar que también el Evangelio es siempre nuevo. Nosotros mismos lo habremos experimentado muchísimas veces. La palabra de Dios nos habla de un modo en determinadas circunstan¬cias de nuestra vida y de otro modo en otras circunstancias. La palabra de Dios interpela de un modo a unas personas y de otro modo a otras personas. La Palabra de Dios nos renueva y nos sigue invitando a renovarnos permanentemente.

Si bien es verdad que los hombres sentimos el impulso de marchar hacia adelante, de progresar en la conquista de los misterios de la naturaleza, también es verdad que fácilmente nos estancamos, que fácilmente envejecemos, no sólo en el sentido de que avanzamos en edad, sino también en el sentido de que nos apegamos a tradiciones y costumbres antiguas, a formas exteriores de expresión, a estructuras religioso-socia¬les ya hechas. Desde este punto de vista, podemos hablar de envejecimiento de la Iglesia. Por esta razón, el Papa Juan XXIII expresó la idea de que debíamos trabajar por edificar una Iglesia que no tuviera manchas ni arrugas. Las arrugas son señal de envejecimiento. La Iglesia tiene necesidad de rejuve¬necimiento, de renovarse, para poder mostrar ante el mundo un semblante fresco y atrayente.

Propiamente hablando, no hay contraposición ni mayor diferencia entre Iglesia nueva e Iglesia viva, pues todo lo que es vida se renueva, se rejuvenece. El peligro estaría más bien en contraponer Iglesia viva a Iglesia muerta. La Iglesia ha podido envejecer en ciertas etapas de la historia; pero la vida que lleva dentro de sí la ha impulsado a deshacerse de formas anticuadas y de tradiciones que ya no eran una respues¬ta evangélica a las necesidades de los hombres. Esto es lo que ha sucedido con el Concilio Vaticano II: ese impulso interno de vida ha llevado a la Iglesia a revisarse a sí misma frente a las exigencias del mundo de hoy.

Cierto es, dijo otra persona, que el Concilio Vaticano II imprimió un gran impulso renovador a la Iglesia. Cierto es que la Conferencia de Medellín canalizó ese espíritu renovador del Concilio para una aplicación de la Iglesia en América Latina. Pero, al cabo de algunos años, ese impulso ha desaparecido y de nuevo la Iglesia va volviendo hacia atrás, se va estancan¬do, se va retrasando en comparación de la marcha acelerada del mundo.

A este propósito, es necesario reconocer que, por una parte, existe esta inclinación a volver atrás, a estancarse, a retrasarse. Pero también es forzoso reconocer que el impulso renovador supervive y continúa, quizá no de manera espectacu¬lar, pero sí de manera evidente y esperanzadora. Hay grupos por todas partes de cristianos que marchan bajo el impulso renovador del Evangelio. Creo que este impulso es indestructi¬ble. Es necesario comprender que es algo lógico que todo impulso renovador encuentre resistencias. Para comprenderlo bien, veamos lo que sucede con cualquier ser vivo. Tomemos como ejemplo un árbol. La corteza envejece con el tiempo. El impulso de vida interior del árbol va creando una nueva corteza. Pero la parte vieja opone resistencia a la parte nueva. Sin embargo, un día acabará la corteza nueva por expul¬sar a la corteza vieja.

Tengamos muy presente que nosotros mismos podemos guardar alrededor de nuestra vida estructuras mentales y estructuras sociales ya envejecidas y que tenemos necesidad de favorecer el cambio, de esas estructuras al impulso vivificador del Evange¬lio. En esto ha de consistir nuestra propia conversión.

5. Fe y conversión.- Acabo de hablar de la palabra conversión y esta palabra me inspira una pregunta" ¿qué produce en noso¬tros una auténtica evangelización?

De las múltiples respuestas que se dieron a esta pregun¬ta, tomo solamente una. Se dijo que la evangelización está llamada a producir la fe. Efectivamente, es así: la evangeli¬zación tiende a producir la fe. Pero ¿qué entendemos por fe?

Las respuestas fueron orientándose en dos corrientes claramente diferentes. Unas expresaban un concepto de fe intelectualista y cosificador. Se decía que la fe era la aceptación sin dudar de los misterios que enseña la Iglesia. Se decía también que era tener por ciertas las cosas reveladas por Dios. De otro costado, se empezó a decir que la fe tenía por objeto no unos misterios ni unas cosas, sino la persona misma de Cristo. Además, desde este mismo costado, se cuestio¬nó la frase "sin dudar" y se dijo que el contenido de la fe debía ser sometido a un examen crítico.

Considerando la fe desde un punto de vista más existen¬cial que teórico llegamos a las siguientes reflexiones;

Hemos dicho que la Buena Nueva de salvación es Cristo. Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre. Cristo es el Don de Dios a los hombres. Este primer elemento histórico y existen¬cial de la fe aparece claramente en muchos textos del Evange¬lio. Cuando Ntro. Señor Jesucristo afirmó que nadie conoce al Padre sino el Hijo y que nadie conoce al Hijo sino aquel a quien el Padre quisiera revelárselo, se ve claramente que el objeto de la fe es una Persona: la persona misma de Cristo. Se ve también claramente que es un don, pues Ntro. Señor Jesu¬cristo afirma que solamente llega al conocimiento de su perso¬na aquel a quien el Padre quisiera revelárselo. En la conver¬sación que Jesús sostuvo con la mujer samaritana, llegó un momento en que él le dijo: "Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, más bien tú le pedirías agua y él te daría una agua que le quitaría la sed para siempre". Conocer el don de Dios. No es posible esto al hombre. Es nece¬sario que ese don sea dado. Esto es lo que ha hecho el Padre. Nos ha dado a su Hijo. He aquí un elemento fundamental de la fe. Cierto es que Ntro. Señor Jesucristo dijo un día a sus apóstoles: "ya no os llamaré siervos, sino que os llamo ami¬gos, porque os he revelado todos los secretos de mi Padre". Los secretos de Dios son misterios para nosotros. Pero estos misterios constituyen la vida misma de relaciones que Dios tiene en su interior y que luego tiene con los hombres a través de su Hijo. Se trata de relaciones personales, existen¬ciales o vivenciales. Se trata de la vida misma de Dios. Por consiguiente, no podemos separar lo que llamamos misterios de la persona de Ntro. Señor Jesucristo.

El Evangelio habla de conocimiento del don de Dios. Nosotros también hablamos de la necesidad de conocer a Cristo. Es necesario aclarar de qué conocimiento se trata. Sin dese¬char el conocimiento intelectual, se trata más bien de un conocimiento experiencial. Con frecuencia, nos contentamos con el conocimiento intelectual. Llegamos a saber que el Hijo de Dios se hizo hombre en las entrañas virginales de María; que nació en Belén; que huyó a Egipto; que vivió en Nazaret; que empezó su vida pública ya hombre adulto, y otras cosas más. Pero esto no significa que ese don de Dios ha entrado en nuestro conocimiento. Todo ese esfuerzo de conocimiento puede ser una parte. Hace falta otra, más importante quizá y es el encuentro misterioso con el Señor. Y es sentir profundamente esa simpatía hacia el Señor, esa atracción irresistible hacia su persona, esa inquietud que no le permite a quien ha reali¬zado el encuentro permanecer tranquilo. Cuando, bajo la indi¬cación del Bautista, dos de sus discípulos resolvieron seguir a Jesús y pudieron conversar con él durante una tarde, ya no se quedaron tranquilos. Hablaron de este encuentro a sus hermanos y amigos. Volvieron a buscar a Jesús para escucharle y para acompañarle en sus correrías. De tal manera, la persona de Jesús fue penetrando en sus corazones, que llegó el tiempo en el que resolvieron abandonarlo todo, sus barcas, sus redes, sus casas, su familia, para seguir definitivamente a Jesús. Así es la respuesta que empieza a dar el hombre al don que Dios le ofrece. La fe es así encuentro con Cristo, descubri¬miento de Cristo, simpatía hacia su persona, seguimiento, confianza, entrega, hasta llegar a la aceptación y al compro¬miso. Por el compromiso, a la conversación en su verdadero sentido. Nos convertimos de verdad cuando nos comprometemos con él en la salvación de los hombres.

Envío Nº 60: EVANGELIZACIÓN EN RIOBAMBA (I PARTE)

EVANGELIZACION EN RIOBAMBA (I Parte)

1. En busca de sentido.- Fue en una de las últimas reuniones mensuales con las Religiosas.
- ¿Qué va a hacer la diócesis de Riobamba por el Centena¬rio de la Consagración al Corazón de Jesús?

La Conferencia Episcopal Ecuatoriana resolvió enmarcar la celebración del Centenario de la Consagración de un mes de renovación teológica, la organización de lo que se ha llamado "el año de la evangelización" y la celebración del Congreso Eucarístico Bolivariano.

Por pedido expreso e insistente de un grupo de sacerdotes de Quito, la primera semana del mes de teología estuvo dedica¬da a obtener una visión de la realidad nacional ecuatoriana. ¿Con qué objeto? Para que la teología fuera una reflexión a propósito de los problemas que vive el pueblo ecuatoriano. Para que la evangelización tratara de ser una respuesta a esos mismos problemas. Para que el Congreso Eucarístico no fuera simplemente una manifestación multitudinaria y triunfalista, sino la celebración del acontecimiento salvador y la acepta¬ción del compromiso con tareas liberadoras.

Hechas estas aclaraciones, se resolvió tomar ocasión del acontecimiento que celebra el Ecuador para una intensificación de la labor evangelizadora que ya viene realizando la Dióce¬sis. Y concretamente, se resolvió dar el primer paso organi¬zando una semana de reflexión sobre el tema "Evangelización", a la que se invitaría a sacerdotes, religiosas y principalmen¬te seglares. En estos días, nos encontramos realizando esta semana. El colegio de las Religiosas Salesianas nos ha ofreci¬do uno de sus salones para la realización de este tipo de reuniones. Están concurriendo alrededor de un centenar de participantes. Oportunamente daré a conocer los resultados de esta semana.

Mientras tanto, la labor misionera entre los campesinos continúa. En estos mismos días, se ha realizado un curso para la formación bíblica de catequistas indígenas y nos proponemos realizar esta clase de cursos durante todo el año.

2. "El año de la evangelización".- ¿Qué significa esta expre¬sión? ¿Querrá decir que la evangelización debe realizarse exclusivamente durante este año 1974? De ninguna manera. La evangelización es tarea permanente. No podemos limitar a un tiempo la proclamación del Evangelio.

¿Estamos dispuestos a entregarnos a esta labor permanente de evangelización? De otra manera, la labor podría parecerse a la acción de encender fuegos pirotécnicos: encantan a la muchedumbre que los contempla mientras duran las luces de colores, pero luego sobrevienen las tinieblas. Sólo ha quedado humo en el ambiente. Por lo mismo, la labor evangelizadora no debe ser el fruto del entusiasmo de un momento. Por lo mismo también, no debe ser espectacular y deslumbradora. Tiene que ser una labor constante y humilde.

¿Cómo podemos realizar esta labor evangelizadora perma¬nente? Si somos de verdad cristianos, encontraremos en nuestra vida tiempos que podemos dedicar expresamente a esta tarea. Por más ocupados que seamos, siempre podemos encontrar siquie¬ra una hora semanal para este trabajo. Así se expresaron algunos de los participantes en la semana que estamos reali¬zando. Pero no faltaron voces que aclararon diciendo que de esta manera no es tan permanente que digamos la labor evange¬lizadora. Añadieron que la evangelización tenemos que hacerla durante toda nuestra vida, que el testimonio de nuestra vida debe ser evangelizador en dondequiera que nos encontremos, sea en nuestros hogares, sea en nuestros lugares de trabajo. Los primeros cristianos, cuando fueron perseguidos y encarcelados, aprovecharon de esta misma circunstancias para predicar a Cristo. Dispersos por causa de la persecución, llevaron el nombre de Cristo a todos los lugares a donde tuvieron que ir para huir de sus perseguidores. Conducidos a los tribunales, allí predicaron a Jesucristo resucitado. Encarcelados y enca¬denados, a los mismos guardianes y verdugos predicaron el nombre de Cristo. Así tiene que ser nuestra vida.

Efectivamente, el cristiano evangeliza por medio de la palabra y por medio del testimonio de su vida. Tal vez no siempre es posible hacer uso de la palabra y en este sentido pueden tener razón quienes afirman que hay que encontrar momentos para la evangelización. En cambio nuestro testimonio debe ser permanente: en nuestras reuniones familiares, mien¬tras realizamos nuestro trabajo cotidiano, en nuestras mismas recreaciones... en todo momento, nuestro comportamiento puede hablar claramente de Cristo.

Además, debemos tomar en cuenta que todos necesitamos evangelizarnos permanentemente. Es importante que lleguemos a la convicción de que no somos nosotros los evangelizadores y que los demás son los que deben ser evangelizados. Nos evange¬lizamos unos a otros. Quizá quienes creemos conocer suficien¬temente a Cristo llegaremos a aprender lecciones maravillosas de los más humildes, de los más pobres, de los que llamamos ignorantes.

De lo que llevamos dicho, se desprenden dos lecciones. Debemos estar ansiosos de evangelizarnos a través de cualquier contacto con otras personas, a través de los ejemplos de vida que nos dan muchísimos hermanos. Debemos asimismo estar conven¬cidos de la necesidad de la comunidad. Cuando las gentes vean que vivimos en comunidad, que nos amamos unos a otros, que nos ayudamos en cualquier circunstancia, que superamos toda clase de divergencias, estarán en condiciones de poder descubrir la razón de esa vida comunitaria, es decir, estarán en condicio¬nes de poder descubrir a Cristo.

3. ¿Qué es evangelización? - Los participantes en la semana dieron una cantidad apreciable de respuestas. La primera de todas fue que evangelizar es comunicar la Buena Nueva de la salvación traída por Jesucristo.

Pero también se dijo que evangelizar era construir la Iglesia nueva, que evangelizar era construir el hombre nuevo y la sociedad nueva, que evangelizar era entregar a Cristo a nuestros semejantes, que era dar a conocer a Jesucristo resu¬citado, que era dar a conocer el misterio de Cristo, que era promover nuevas generaciones...

En todas las respuestas se utilizó el calificativo "nue¬vo". Señalo este particular, porque luego nos va a servir para una reflexión muy interesante.

Empezamos analizando la primera respuesta y nos pregunta¬mos: ¿qué quiere decir "Buena Nueva"? ¿En qué consiste esta Buena Nueva?

Desde hace un tiempo a esta parte, los periódicos del país llenan las primeras páginas con las noticias del petró¬leo. ¿Serán éstas una buena nueva? Depende. Bien puede suceder que la aparición del petróleo en territorio ecuatoriano, en vez de ser una buena nueva, sea una mala nueva.

Hace pocos días, estuve reunido con los habitantes de una comunidad indígena. En el transcurso de la conversación, les pregunté si querían llegar a ser ricos. Sin vacilación alguna me contestaron que no. Su respuesta y su actitud me impresio¬naron mucho. Procuré ahondar en la respuesta. Ellos dijeron casi despectivamente que para qué ser ricos, que lo único que les interesaba era sacar de su trabajo lo necesario para su vida. Concretamente, dijeron que les interesaba tener lo nece¬sario para comer y vestirse, tener agua potable evitar enfer¬medades, contar con su escuelita para la educación de sus hijos...

La aparición del petróleo en territorio ecuatoriano ha transformado al Ecuador de un país pobre en un país que recibe mucho dinero. El diario "El Comercio" de Quito publicó no hace mucho tiempo un editorial en el que habla del complejo del "nuevo rico". ¿En qué consiste este complejo? Consiste en el fenómeno de transformación repentina del hombre que fue pobre y que, por un golpe de la fortuna, por un loteriazo, de la noche a la mañana se encontró con sumas ingentes de dinero en sus manos. ¿Qué hacer con tanto dinero? Como no estaba acos¬tumbrado a administrar sensatamente sumas tan grandes, se dedica malgastarlas en fiestas, en adquisiciones de artículos suntuosos o inútiles. Esto mismo, decía el articulista, puede pasar con el país. Hay mucho dinero. No se sabe en qué gastar¬lo. Se despiertan ambiciones desmedidas. Se hace propaganda de artículos de lujo, inútiles para satisfacer las auténticas necesidades de la vida. Atraídos por el oro negro, afluyen al país cantidades cada vez más grandes de extranjeros que aspi¬ran a hacerse ricos o hacerse más ricos de lo que ya son. Se produce así una verdadera invasión extranjera, cultural, económica, religiosa. Esta invasión extranjera acaba por destruir los valores propios del pueblo y no contribuye ni siquiera a la rehabilitación económica de ese mismo pueblo. Todo lo contrario, las brechas entre ricos y pobres se hacen más y más hondas. Se produce el fenómeno de la urbanización acelerada. Se dice que actualmente la ciudad de Quito cuenta ya con un millón de habitantes. El abandono de los campos y la invasión de los centros urbanos, produce el suburbio con todas sus miserias de criminalidad, de prostitu¬ción, de hambre, de marginación, de dependencia... Entre otras, éstas podrían ser las razones para pensar que la aparición del petróleo no es una buena noticia.

El Evangelio, en cambio, es una Buena Noticia, es la verdadera Buena Nueva, es el acontecimiento que llena la historia de la humanidad. Efectivamente, Cristo es la Buena Nueva. Y Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre. Detengámonos a pensar tranquilamen¬te en lo que significa esto: la inmensidad de Dios reducida a las dimensiones de un hombre; la bondad de Dios al alcance de nuestros ojos y de nuestro entendimiento; la perfección de Dios asumiendo todas nuestras miserias y limitaciones, menos la miseria del pecado, haciéndose nuestro hermano, para sal¬varnos. Pensando en esta realidad es como podemos adivinar que el misterio de Cristo es el único verdadero acontecimiento.

Evangelización es proclamar con entusiasmo esta Buena Noticia. A partir de la comprensión del significado de la frase "Buena Nueva", ya podemos comprender las otras respues¬tas que se han dado: evangelizar es construir la iglesia nueva, es decir, la reunión de creyentes en Cristo, la reunión de hombres que en cierta manera prolongan a través del tiempo y del espacio la misión salvadora de Cristo. Así se comprende mejor el anhelo de crear el hombre nuevo, de edificar la sociedad nueva, el impulso para que nazcan generaciones nue¬vas.

Envío Nº 59: POSTURAS DIVERGENTES (II PARTE)

POSTURAS DIVERGENTES (II Parte)

3. Actitud de búsqueda.- Los interrogantes que acabo de plan¬tear nos llevan a hablar de esta actitud de búsqueda. Es condenable toda actitud de seguridad inconmovible, porque los hombres no podemos ser jamás los únicos poseedores de la verdad.

Actitud de búsqueda quiere decir sinceridad. La sinceri¬dad nos prohíbe tener segundas intenciones, tratar de llevar el agua a nuestro molino, satisfacer nuestros intereses por medio de maniobras habilidosas. La sinceridad reclama un despojo de las ideas y de los propósitos. Reclama un empobrecimiento. Sólo cuando nos sinta¬mos de verdad pobres nos pondremos en actitud de búsqueda.

Si un grupo de hombres perdido en la montaña siente hambre, todos se pondrán a buscar el alimento necesario. Pero si alguno, por haber comido de provisiones que llevó escondidas, se siente harto, no irá en busca de alimentos con el mismo interés de sus compañeros.

Todos los cristianos sienten en esta hora la necesidad de unirse. ¿Alrededor de quién o de qué quieren la unión los cristianos de la primera tendencia? ¿Alrededor de qué o de quién quieren la unión los de la segunda tendencia? Si es para desembocar en la organización de un partido político, ya se están poniendo en juego anhelos e intereses que quizá estarán en choque con otros anhelos e intereses. La unión se verá obstaculizada grandemente. Si lo que se pretende es una simple tranquilización de las conciencias a través de las relaciones directas con Dios, de igual modo lo que está en juego es la satisfacción de anhelos e intereses particulares.

En cambio, si se busca a Cristo, al Cristo total, cabeza y miembros; si se busca el equilibrio de relaciones con Dios, con los hombres, con el mundo, será mucho más fácil el encuen¬tro cordial, dentro del respeto a vocaciones múltiples, dentro de un sano pluralismo. No todos los hombres estamos llamados ni tenemos condiciones para una tarea exclusiva y excluyente. Hay una gran variedad de vocaciones y capacidades. Lo impor¬tante es abrir cauces para que todas esas vocaciones y capaci¬dades tengan su curso y contribuyan a la realización de la historia.

4. Repercusiones políticas de Cristo.- En la reunión que acaba de realizarse, en la casa de Santa Cruz, del 18 al 20 del presente mes sobre el tema "Realidad nacional y reflexión de fe", se puso a consideración de los participantes el texto de San Mateo sobre las tentaciones de Cristo. Se hizo hincapié en la tercera tentación.

"Otra vez el diablo lo llevó a un cerro muy alto y le mostró todos los países del mundo y la grandeza de ellos; y le dijo:
-Yo te daré todo esto, si de rodillas me adoras.
Entonces Jesús le dijo:
-Vete, Satanás, porque la Escritura dice: "Adora al Señor tu Dios, y sírvele a El solamente".

Esta tentación, se dijo, fue tentación política. Al empezar su vida pública, Cristo sufrió el atractivo de esta tentación. Convertirse en caudillo. Convertirse en conquista¬dor. Convertirse en un emperador o en un dominador de las naciones conocidas. Realizar así la salvación.

En mayor o menor medida, ésta es tentación de todos. Nos gusta mucho ser los jefes de algo, los conquistadores y triun¬fadores en nuestro propio ambiente, los dominadores de otros. Es la tentación del poder.

Cristo rechazó esta tentación. Esto quiere decir que voluntariamente rehusó convertirse en caudillo, en conquista¬dor de pueblos y en dominador de naciones. Esto quiere decir que no trajo al mundo la intención de organizar un partido político, la intención de captar el poder político, la inten¬ción de salvar a los hombres a través de una ideología y de unas acciones encuadradas en una estrategia y en unas tácti¬cas.

Lo dicho no significa tampoco que la presencia de Cristo en el mundo no haya tenido repercusiones políticas. Efectiva¬mente, desde su nacimiento hasta su muerte, lo que hizo y lo que dijo tuvo hondas repercusiones políticas. Cuando los Reyes Magos buscaron a Herodes para preguntarle en dónde había nacido el Rey de los Judíos, Herodes se sobresaltó de temor. La pregunta de los Reyes Magos planteaba la posibilidad de que un rey viniera a destruir sueños y ambiciones. La pregunta de los Reyes Magos junto con el temor contribuyeron a la concep¬ción en el corazón de Herodes de propósitos criminales: para librarse de la pesadilla que le venía inesperadamente, intentaría matar al recién nacido y para ello resolvería matar a todos los niños nacidos de dos años abajo. Aquí tenemos una repercu¬sión política.

La muerte de Cristo se debió en parte a acusaciones de que se había proclamado Rey de los Judíos, de acuerdo con el testimonio de falsos testigos. Pilatos, entre las preguntas que le hizo, le averiguó si era rey. El mismo Pilatos ordenó colocar un letrero en la cruz que dijera: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos". Aquí tenemos otra repercusión política.

La predicación de Cristo tuvo múltiples repercusiones políticas, sea en quienes detentaban el poder religioso-polí¬tico del pueblo, sea en los gobernantes representativos del Imperio Romano. De igual manera, las cosas que hizo tuvieron repercusiones políticas. Sería largo espigar en el Evangelio hechos y dichos de Nuestro Señor Jesucristo que tuvieron resonancias políticas.

¿Qué podemos deducir, de lo que llevo dicho, los que quere¬mos llamarnos y ser discípulos de Cristo?

5.- Praxis cristiana y política.- Ante todo, creo que debemos concluir que la fe cristiana trasciende la política. Cristo encarnado debe significar para sus discípulos un esfuerzo de asunción de todo lo humano, de todos los problemas que viven los hombres. Pero, por otra parte, la fe cristiana nos muestra a un Cristo resucitado y glorioso, a un Cristo trascendente, a un Cristo que vuelve al Padre y que nos prepara un lugar en la casa del mismo Padre. Esto quiere decir, en términos más concretos, que los cristianos no podemos desentendernos de la política; pero quiere decir también que no podemos pensar que la política está llamada a la realización en plenitud del hombre.

Es necesario repetir distinciones ya hechas. La Iglesia ha recibido el encargo de continuar la misión de Cristo. Como Cristo, la Iglesia ha padecido la tentación del poder y en muchas épocas ha caído en la tentación. Pero, la fidelidad a Cristo debe volverla en sí, para rechazar esa tentación de poder o ese pecado de poder. La Iglesia, como Cristo, quiéralo o no, cada vez que hable y cada vez que actúe, tendrá repercu¬siones que serán saludables o perjudiciales, en la medida en que rechace la tentación de poder o en la medida en que sucumba.

Los seglares, llamados como están a vivir su fe dentro de las realidades terrenas y a trabajar para que el Reino de Dios se acerque, están también llamados a hablar y a actuar de modo que sus palabras y sus acciones tengan repercusiones políticas. Pero también gozan de libertad para opciones diver¬sas, inclusive la de militar dentro de un partido político. Si tomamos en cuenta lo dicho relativo a la diversidad de voca¬ciones y de aptitudes, es lógico que entre los cristianos seglares existan vocaciones y aptitudes para actuar dentro de un movimiento o de un partido político. En este caso, su deber consiste en ser consecuentes con su vocación y en poner al servicio de la comunidad sus aptitudes. Debe estar bien enten¬dido que no puede haber una separación entre su fe cristiana y su acción política. Dicho de otro modo, los cristianos con vocación y aptitudes políticas deben actuar como cristianos.

Sobre este asunto, queda todavía pendiente una cuestión: ¿Puede un sacerdote inscribirse en algún partido político? El hombre que ha optado por ser un servidor del pueblo porque ha descubierto que ésta era su vocación y que para eso tenía aptitudes, ha optado al mismo tiempo por una visión universalista. El está al servicio de todos los hombres. Sus palabras y acciones, como vengo diciendo, tendrán repercusiones políti¬cas necesariamente. Si el sacerdote es fiel al Evangelio, las repercusiones serán beneficiosas. Inclusive, sus palabras y acciones podrán serle causa de persecuciones, de torturas y de muerte, como sucedió con Cristo. Esta vocación universalista está en completa oposición con la afiliación a un partido político. Toda afiliación partidista, en efecto, significa restricción, limitación de repercusión y de influencia en un sentido predeterminado. Toda militancia en un partido político siembra desconfianzas y muchas veces odios. Esas desconfianzas y odios pueden perjudicar, no sólo a un sacerdote concreto, sino a la misión misma de la Iglesia. Sin embargo, en casos enteramente excepcionales y cumplidas ciertas condiciones, algún sacerdote puede inscribirse en algún partido político. Las condiciones de que estoy hablando deben referirse a medi¬das nítidas y posturas claras que destruyan la posibilidad o el peligro de que la Iglesia sea juzgada, por este caso particu¬lar, como inmiscuida en un partido político determinado.

6.- Mi propia postura.- Quiero aprovechar de esta exposición, para definir mi propia postura.

Existen grupos y existen personas que me acusan de perte¬necer a partidos políticos de izquierda. Con la voz en alto, fruto de mi clara conciencia en este punto, declaro que me encuentro enteramente libre de cualquier atadura partidista. Profundamente siento que mi misión es mucho más trascendente que un simple papel de militancia en un partido político. Tengo un concepto del hombre, de su dignidad, de su vocación a la libertad que creo enteramente nacido del Evangelio. Por ese hombre lucho. Por esa dignidad humana trabajo. Para conquistar esa libertad pienso, hablo y actúo. Comprendo que esta postura mía necesariamente tiene repercusiones de carácter político. Comprendo que si hablo de justicia y si lucho por la justicia, quienes tienen intereses egoístas que defender se sientan disgustados y ofendidos.

Hay también personas y grupos cristianos y no cristianos que quisieran contar con mi nombre y con mis actuaciones para la realización de sus objetivos. A unos y otros les digo con toda claridad y respeto que soy muy celoso de mi libertad y de mi independencia. Todo lo que sea trabajar por la liberación auténtica del hombre encontrará en mí ecos profundos. Pero les ruego que no se hagan la ilusión de poder atarme a su propio carro.

Por esta actitud definida de mi parte, puede ser que algunos amigos se muestren insatisfechos y que me califiquen como espiritualista o idealista. Abierto a cualquiera revisión razonada, digo sin embargo que mi búsqueda va en el sentido de ser fiel a Cristo y al hombre concreto. Desde este mismo punto de vista, hago un llamamiento a todos los hombres sinceros a poner en el hombre nuestro interés y a trabajar por su auténtica liberación.

Envío Nº 58: POSTURAS DIVERGENTES (I PARTE)

POSTURAS DIVERGENTES (I Parte)

1.- El problema.- Antes de ensayar describir el problema, es menester aclarar que se trata de un problema entre cristianos: ¿Cuál debe ser la actitud de los cristianos frente a la polí¬tica?

El hecho de que el problema esté surgiendo entre cristia¬nos no significa que no tenga alguna relación con los no cristianos: se plantea la cuestión de no colaboración o de colaboración con los no cristianos en la acción política.

¿En qué consiste el problema?

Los cristianos, con toda su buena voluntad y convencidos de proceder correctamente, se entregaron durante algunos años a las tareas llamadas de desarrollo. Los resultados no han sido positivos. La situación continúa la misma, o quizá con características notables de empeoramiento. Pueden haberse realizado y se han realizado de hecho actividades y obras de desarrollo. Sin embargo, el desarrollo no parece por ninguna parte. Si aparece por algún lado, es como expresión de un concepto enano de desarrollo o como expresión de un concepto manco y cojo de desarrollo. Puede haber aumentado el número de kilómetros de carreteras. Puede haber aumentado el número de kilovatios de consumo eléctrico. Puede haber aumentado el número de construcciones escolares. Puede haber aumentado inclusive el ingreso per cápita de los ciudadanos. Pero todo esto no responde a un concepto auténtico de desarrollo. Los hombres continúan siendo víctimas de la inconsciencia, de la explotación, del hambre, de la miseria.

No hay un desarrollo del hombre. No hay un desarrollo de la comunidad. Hay un desarrollo de mínimos aspectos de la vida humana.

¿A qué se debe que el desarrollo no ha empezado seriamen¬te en nuestros países? En primer lugar, a este mezquino concepto de desarrollo que se ha querido llevar a la práctica. En segundo lugar, al hecho de haber pretendido copiar el modelo de desarrollo de los países ricos, modelo que no resulta válido si se toma en cuenta el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. En tercer lugar, porque se ha llegado a constatar que en nuestros países se vive en una situación de dependencia, no solo económica sino también cultural, política y religiosa. Multitudes incontables de hombres viven, además, en una situación psicológica llena de complejos, como consecuencia de una larga cadena de opresiones de todo orden.


Los cristianos activos han comprendido que no es este el camino de los pueblos latinoamericanos para que éstos lleguen a cumplir con su misión histórica en el mundo. Desde este momen¬to, se ha empezado a hablar de liberación, condición previa para un auténtico y original desarrollo.

Iluminados por este descubrimiento, han vuelto sus ojos a la Iglesia. Se han preguntado también qué les dice su fe a este propósito. Han sentido dentro de sí el generoso impulso de comprometerse seriamente en acciones que tengan como resul¬tado esa liberación del pueblo.

Así cuestionados, han descubierto que la Iglesia, histó¬ricamente, ha estado con mucha frecuencia comprometida con los grandes poderes de este mundo, es decir, con los poderes dominantes. Han tenido la impresión de que la Iglesia misma ha sido dominadora y alienante. Saludaron con júbilo la celebra¬ción de la II Conferencia General de Medellín y los documentos que emanaron de esa reunión histórica. Pero luego su júbilo se ha ido convirtiendo en tristeza. Miraron con expectativa una prometedora postura de la Iglesia consecuente con sus declaraciones. Pero luego las expectativas se van convirtiendo en desilusiones. Como consecuencia de los postulados de Mede¬llín surgieron grupos y personas dispuestos a comprometerse a fondo con las tareas de liberación, a la espera del respaldo de la jerarquía. Pero luego han podido constatar que ese respaldo esperado se ha convertido en muchos casos en silencio y no pocas veces en freno.

Han interrogado, dentro de este ambiente, el contenido de su fe. Y aquí ha surgido el problema. Sin entrar en mayores explicaciones, quizá se puede echar de menos un conocimiento profundo de Cristo. Su fe, por consiguiente, no ha estado muy fundamentada. Herederos de unas expresiones de fe tradiciona¬les, salvas algunas excepciones, han experimentado inquietan¬tes vacilaciones. A esto hay que añadir que de otros costados les ha llegado la voz de que la fe es ineficaz e impotente para llevar adelante una tarea verdaderamente liberadora. Por este camino, muchos han llegado casi a avergonzarse de su fe. Hay, con todo una ansiosa búsqueda de luz para definir su postura.

¿Es posible comprometerse con la liberación del pueblo manteniendo al mismo tiempo vinculaciones con la Iglesia llamada institucional? Esta es una de las angustiosas pregun¬tas que se plantean estos cristianos. ¿Es posible vivir la fe cristiana y llevar adelante esos mismos compromisos? Es otra pregunta angustiosa que se hacen frecuentemente. Les llega así la tentación del abandono de las estructuras de la Iglesia. Les llega así la tentación del abandono de su misma fe. Es necesario aclarar que no todos llegan a estos extremos.

El problema surge y se aumenta por la presencia también activa de otros cristianos. Quizá empezaron juntos. Pero, en un momento dado, surgieron las divergencias. Estos otros cristianos buscaron una mayor fidelidad a la Iglesia, buscaron una mayor fidelidad al Evangelio, buscaron el sentido de su compromiso inclusive político en principios de fe cristiana. Pero miraron la política como algo repugnante y desechable.

Más tarde, llegó el momento de las acusaciones mutuas. Un conflicto había nacido ya. Aquí están las posturas divergen¬tes.

2.- Contraposiciones.- El tema se presta para un análisis largo y minucioso. En esta exposición, no me es posible sino señalar algunos aspectos más sobresalientes de estas dos tendencias que producen tensiones cada vez más graves.

La primera tendencia centra toda su atención en el hom¬bre. La segunda tendencia centra toda su atención en Dios. La primera tendencia parte de la realidad concreta. La segunda tendencia parte de principios. La primera tendencia busca la propia originalidad al buscar una respuesta propia a las realidades que va descubriendo. La segunda tendencia se deja influir todavía por las elucubraciones teológicas de autores europeos, aunque sean modernos. La primera tendencia se siente impulsada, como ya dije, a abandonar las estructuras de la Iglesia. La segunda tendencia quiere ser fiel a la Iglesia trabajando dentro de ella para el cambio de estructuras. La primera tendencia dispara toda su carga de ocupaciones al pasado como responsable de la situación presente, con miras a una transformación radical y profunda. La segunda tendencia dispara toda su carga de acusaciones contra el presente, responsabilizándolo de todos los males que sufrimos ahora. La primera tendencia, cuando se habla de conversión, afirma que hay que convertirse al mundo y a los hombres. La segunda tendencia proclama la conversión interior y la fortificación de sus relaciones con Dios. La segunda tendencia, consciente o inconscientemente prefiere un alejamiento del mundo. La prime¬ra tendencia califica de verdadero cristianismo la evolución que realiza el hombre por sus propias fuerzas. La segunda tendencia recalca que el hombre no puede nada por sus propias fuerzas y que hay que destruir mucho de lo humano para que haya lugar para lo cristiano. La primera tendencia busca la eficacia y cree no encontrarla en otra parte que en la acción política. La segunda tendencia duda seriamente de la eficacia de la política y pone mayor confianza en la acción secreta del Espíritu de Cristo. La primera tendencia es inmediatista. La segunda tendencia es más bien escatológica. La primera tenden¬cia tiene una visión del hombre y de la sociedad marcada por posibilidades también inmediatas, y enmarcada por la corriente socialista de estos tiempos. La segunda tendencia tiene una visión del hombre y de la sociedad marcada por el criterio del continuo hacerse indefinidamente.

Constatando estas contraposiciones con frialdad intelec¬tual y anímica, se puede decir que hay verdad en una tendencia y en otra. El problema está en la dificultad de encontrar el camino del diálogo desapasionado y de la renuncia a posturas tomadas. El problema está en la dificultad de enfocar las divergencias desde el punto verdaderamente cristiano. Por esta razón, empecé aclarando que el problema es entre cristianos. ¿Qué es lo que podemos aprender de Cristo a este respecto? ¿Estamos dispuestos a ser discípulos de Cristo?

Envío Nº 57: MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO, EL OBISPO DEL DIÁLOGO (II PARTE)

MONSEÑOR PROAÑO, EL OBISPO DEL DIALOGO (II Parte)

III. EL VERBO DE DIOS SE HIZO HOMBRE Y PLANTO LA TIENDA DEL ENCUENTRO ENTRE NOSOTROS

1.- La teología vivencial de Monseñor Proaño.

Es como él mismo, sencilla y profunda.

"Por Cristo, con El y en El, a Ti, Dios Padre Omnipotente, en unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria". Esta doxología, dice, consta en mi escudo, no como una frase sin trascendencia, sino como lema de mi vida. La repito diariamente, no sólo en la misa, sino en varios momentos del día. Me siento introducido en la Trinidad. Me parece adivinar su felicidad. Me estremezco cuando pienso que a esa felicidad me llama". (Creo en el hombre...p. 117).

Esta es la felicidad de la Comunidad por excelencia: del Amante, del Amado y del Amor. El diálogo del amor increado, que se refleja en todas las criaturas y, sobre todo, en todo hombre que viene a este mundo. El Verbo de Dios se hizo hombre y plantó la tienda del encuentro en medio de nosotros. Prendió la luz del diálogo. Encendió la hoguera del diálogo. El diálogo se realiza entre tres: El, tú y yo...Tres Cristos que forman nuestro gran nosotros comunitario: la Palabra es El; tú eres oyente de la Palabra; yo soy oyente de la Palabra. Por ley de la encarnación, no podemos realizarnos sino en diálogo.

Porque no creemos esta verdad, no creemos en el hombre, no creemos ni en nosotros mismos. Por eso, los "blancos" desprecian al indio, le llaman "runa" al insultarlo: no saben que "runa", en quichua, significa hombre...No saben que el Verbo de Dios se hizo runa: se hizo indio. "Quien cree en el hombre y está convencido de su futuro, quien realmente estima al hombre y considera que al hombre hay que amarlo hasta dar la vida por él, ése está creyendo en Jesucristo, pues cree en una posibilidad que sólo en Jesucristo puede hacerse realidad" (Mysterium Salutis, vol. III, t.I,p. 55).

Monseñor Proaño, el Obispo de los Indios, creyó en el indio porque creía en Cristo. (Cfr. Programa radial de 20 de Octubre de 1972).

2.- Himno de acción de gracias del obispo del diálogo.

Monseñor Proaño fue galardonado con el título de Doctor Honoris causa, como educador del pueblo en la fe, el 26 de Octubre de 1987, por la Universidad Alemana de Saarbrbrücker. Proclamó que su universidad ha sido el pueblo y que sus mejores maestros han sido los pobres, especialmente los indios. Y, lleno de entusiasmo, entonó una especie de himno de acción de gracias por los frutos obtenidos mediante su acción pastoral liberadora en favor de los indios. "He sido testigo, durante más de treinta años, del poder liberador del Evangelio, vale decir de la continuidad de realización de los signos de los tiempos con que Cristo acompañaba la proclamación de la Buena Nueva a los pobres. Efectivamente, quienes antes estuvieron ciegos, ahora ven; quienes habían perdido la palabra, por causa de la opresión y estaban mudos, ahora hablan; quienes se sentían tullidos y paralíticos, porque habían sido maltratados durante siglos, ahora caminan y se organizan como pueblo".

Los indios de América entera han comenzado a ponerse en pie, han comenzado a caminar, han comenzado a organizarse y realizar acciones de trascendental importancia para ellos, para los países de América, para muchos países del mundo.

3.- La última homilía de Mons. Proaño en la catedral de Riobamba.


La pronunció el 9 de Abril de 1985.

Había pensado escribirla íntegramente, pesando cada una de sus palabras. Enfermo del dolor de la despedida, pronunció esta homilía con palabras entrecortadas, entre aplausos y lágrimas. Era su última homilía dialogada entre sus propias lágrimas, que eran sus últimas palabras, y las lágrimas del pueblo que eran también sus últimas palabras. Nosotros con Dios y Dios con nosotros, hemos hecho la obra de Dios: (LA IGLESIA DE RIOBAMBA! Esta es la catedral que busca el Señor. Una de las satisfacciones más grandes que experimenta mi corazón en este último día de mi mandato al frente de la Diócesis de Riobamba, es el haber sido fiel al Evangelio. Podemos decir que nuestra alma engrandece al Señor porque ha mirado nuestra pequeñez. Les voy a hacer una confidencia. Estos días he estado enfermo. Casi por distracción, he recogido algunos de mis programas radiales y me he estado riendo dentro de mí mismo, al recordar las luchas y dificultades que hemos tenido que vencer. Siempre he dicho y no por demagogia, que he sido hijo de familia pobre... Y aquí, Dios ha escogido a los pobres, a los pequeñitos, a los despreciados, a los indios. Vamos a agradecer a Dios por esta catedral viva, por el nacimiento del Movimiento Indígena, que camina hacia una nueva sociedad...Al pueblo del Chimborazo lo llevo en mi corazón y me atrevo a creer que me quedo en el corazón del pueblo del Chimborazo. (Cfr. Boletín Diocesano n. 5, 1985).

4.- La pena que se llevó a la tumba.

"Todos saben, dice Monseñor Proaño, que, en la Provincia del Chimborazo, está naciendo una Iglesia comprometida con la liberación del indio y del pueblo oprimido. Pues bien, este atrevimiento ha traído dificultades. Esto es normal". (Creo en el hombre....p. 226).

Este atrevimiento le trajo conflictos de todo orden: la pastoral liberadora va contra el orden establecido por los opresores. Conflictos con los terratenientes, que se creían dueños de vidas y haciendas; conflictos con los sacerdotes ultraconservadores, enemigos de toda reforma agraria y lotizadores del cielo; conflictos con las autoridades civiles, que ponen la ley y el derecho al servicio de los ricos; conflictos con la Santa Sede, que defendía el matrimonio indisoluble entre la Iglesia y el Estado.

El 10 de junio de 1972, desde un balcón del Palacio Municipal, al agradecer por una grandiosa manifestación de respaldo a su labor apostólica, Monseñor Proaño exclamó: "Quiero ser sincero y decir que he fracasado en la concientización de muchos sacerdotes". (Diario "El Expectador", de 11 de Junio de 1972).

El temperamental Presidente del Ecuador, Dr. José María Velasco Ibarra, increpó al Alcalde de Riobamba: "Señor, por qué no enjuicia a ese Obispo. Deben sacarlo de Riobamba. Yo he presentado ya una petición a la Santa Sede para que lo saquen no sólo de Riobamba, sino del país y que lo reduzcan a canonigo de Roma". (El Mensajero, Julio de 1972, p. 14).

Todos saben también que algunos "hermanos Obispos", recogiendo las quejas de la oposición a la pastoral de Monseñor Proaño, solicitaron a Roma el envío de un Visitador Apostólico. Este llegó a Riobamba el 3 de abril de 1972. En buena hora, el Visitador era un hombre de Dios, desprejuiciado. Escuchó pacientemente a unas 2.000 personas. Envió a Roma un informe totalmente favorable al acusado. Por eso, dice Monseñor Proaño, lleno de honda amargura: "El pueblo dictó su veredicto. Pero Roma no llegó a darlo, por razones que no ha querido explicitar". (Creo en el hombre...p. 229). El obispo del diálogo no fue oído por Roma. Fue sentado en el banquillo de los acusados, a la faz de la Iglesia Universal. Y se fue al cielo llevando en su corazón esta profunda pena.


5.- Sus últimas palabras.

Por límite de edad, Monseñor Proaño presentó la renuncia al obispado de Riobamba. La Santa Sede la aceptó al momento. Y el Obispo de los Indios fue muriendo lentamente, en larga y penosa agonía. Por eso, Monseñor Luis Alberto Luna, ciento por ciento hermano, describe así esa agonía: "Era una luz que se fue apagando lentamente en el humilde candil de barro que le dio la vida". Según testigos dignos de todo crédito, el 27 de Agosto de 1988, a las 3 y 20 de la madrugada, y en pleno uso de sus facultades, con voz clara y pausada, pronunció estas estremecedoras palabras: "ME VIENE UNA IDEA. TENGO UNA IDEA: QUE LA IGLESIA ES LA UNICA RESPONSABLE DE ESTE PESO QUE, POR SIGLOS, HAN SUFRIDO LOS INDIOS....(QUE DOLOR! (QUE DOLOR! YO ESTOY CARGANDO CON ESTE PESO DE SIGLOS".

El 31 del mismo mes, expiró en la paz del Señor. Y nos encargó a todos continuar la BUENA NUEVA DE LA REVOLUCION DEL PONCHO. "Si la obra de Monseñor Proaño llegara a fracasar algún día, sería uno de los días más tristes de la Iglesia". (EL MENSAJERO, Julio de 1972, p. 16).

CONCLUSION

Monseñor Proaño murió: volvió a la Casa del Padre, para continuar por los siglos de los siglos, el diálogo intertrinitario entre el Amante, el Amado y el Amor. Revestido de su poncho de indio, fue enterrado en una humilde tumba, en la casa de Pucahuaico, en al que se alberga uno de sus más caros sueños: la formación de misioneras indígenas.

Monseñor Proaño resucitó, como Cristo, al tercer día, que no es un día ni es tercero. Esta expresión bíblica significa "sin falta", puntualmente. (Cfr. La Resurrección de Jesús y el Misterio Pascual, Xavier León Duforur, p. 46).

Los que mueren en Cristo, resucitan con Cristo. Más aún: ya están sentados con El a la diestra de Dios Padre. (Cfr. Col. 3, 1; Ef. 2, 5-6). el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1.002, dice que, en cierto modo, nosotros ya hemos resucitado con Cristo. (En cierto modo, pero de modo cierto! (Qué consuelo! Monseñor Proaño resucitó. Está vivo. Sigue turbando la siesta pastoral de algunos pastores, tranquilos y tranquilizantes. Está con nosotros. Quedan los árboles que él sembró. Nada ni nadie puede detener el proceso de liberación que él sembró. Nada ni nadie puede detener el proceso de liberación que él desató. Por eso, termino esta peregrinación de fe, de amor y de esperanza, con este poemita que el obispo del diálogo se dirigió a sí mismo:

TU...TE VAS...

Tú... te vas...
pero quedan
los árboles que sembraste,
como quedan los árboles
que antes ya sembraron otros.
Los árboles
darán fruto
y darán también semillas.
Las semillas cultivadas
convertiránse en árboles.
Tú... te vas...
pero quedan
los árboles que sembraste:
más árboles,
y más frutos,
y más fecundas semillas".
(Riobamba, Marzo 4 de 1984).

AGUSTIN E. BRAVO MUÑOZ
Riobamba, 29 de Enero de 1996.

Envío Nº 56: MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO, EL OBISPO DEL DIÁLOGO (I PARTE)

MONSEÑOR PROAÑO, EL OBISPO DEL DIALOGO

A ciertos hombres que hacen historia, la Editorial Española "Desclée de Brouwer, de Bilbao, dirigió esta pregunta: ¿cuál es el credo que ha dado sentido a su vida?

Esta pregunta se le hizo también a Monseñor Proaño; pero él se resistió a contestar, porque no creía ser uno de aquellos hombres que hacen historia. Accedió, al fin, y escribió el mejor de sus libros: "Creo en el hombre y en la comunidad". Y a mí me cabe el honor de proclamar que Monseñor Proaño, el Obispo de los Indios, es uno de aquellos hombres que hacen historia haciendo su propia historia, llenando su vocación, con fidelidad a Dios y al pueblo de Dios. Con una vida que es diálogo, y con un diálogo que es vida, edificó LA IGLESIA DE RIOBAMBA, comprometida con la liberación integral de los pobres, especialmente de los indios; y, mirando en lontananza su tierra prometida, soñó que, del seno de la Iglesia Católica, nacerá LA IGLESIA INDIA, con su propia cultura, con su propia religión, con su propia teología, con sus propios servidores. Un auténtico sueño de profeta: quien tiene ese carisma, sueña los sueños de Dios. Voy a contar algo siquiera de esta peregrinación de fe, de amor y de esperanza.

I.- DE LA PEQUEÑA IGLESIA DOMESTICA, A PRESIDIR LA MESA DEL SEÑOR

"Los años de mi infancia, dice Monseñor Proaño, fueron una lejana preparación para la misión y tareas a que Dios me destinaba" (Creo en el hombre... p. 33).

Dentro de esta óptica, mira los valores humanos y cristianos de su hogar, de su pequeña "Iglesia doméstica".

1.- Don y mensaje de la pobreza.

Acentúa la humildad de su origen, porque tener un humilde origen no es pecado original..."Soy hijo de familia pobre". Su casita era pobre, situada en las afueras de la población de San Antonio de Ibarra. Saboreó lo que es padecer hambre. Vivió la solidaridad de los pobres, el sentido comunitario. La pobreza es un don de Dios y tiene su mensaje: bienaventurados los pobres.

Sus padres, Agustín Proaño y Zoila Villalba, le enseñaron a amar a los pobres, especialmente a los indios: él era el encargado de darles una pequeña limosna o un plato de comida; le enseñaron a respetar y a amar a los indios: encontraron un gozo especial en conversar con ellos y en servirles.

"Ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegaron a formar parte de mi propia existencia. Por esto, he dicho más tarde que no he querido nunca ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendió en ese mismo hogar a amar a los pobres" (Creo en el hombre... p. 22).

2.- El trabajo entre el diálogo y el canto.


Sus padres trabajaban en tejer sombreros de paja toquilla. Un trabajo duro y penoso. El niño Leonidas se especializó en ese trabajo: se perfeccionó en el arte de tejer parejo y fino. Lo más duro era macetear sombreros: se rompían las manos, mientras se formaban los callos. Los tres de la familia trabajaban. Mientras trabajaban, no sólo conversaban, sino que también entonaban canciones populares, a veces alegres, más frecuentemente tristes. Y aquí viene el sentido liberador de este trabajo: "Aunque en pequeño, a través de estas diversas formas de trabajo, absorbí insensiblemente el sentido comunitario del trabajo. En la casa, todos aportábamos para nuestra subsistencia. La dureza o la monotonía del trabajo eran suavizadas por la conversación y por el canto. El diálogo y el canto tienen un profundo sentido comunitario. El primero, el diálogo, es el mejor vehículo inapreciable de intercomunicación personal. El segundo, el canto, es un vehículo inapreciable de armonización, a través de las voces, de los sentimientos. Y es un medio de crear alegría y entusiasmo" (Creo en el hombre... p. 21).

Por eso, Ignacio Rueda pone en boca de Monseñor Proaño estos versos inmortales:

"Dejé mi oficio artesano,
fabricante de sombreros,
y me dediqué a tallar
cabezas para mi pueblo".

3.- Vida religiosa.

"Mis padres no fueron precisamente "piadosos". Fueron cristianos normales y corrientes, en el sentido de que no eran amigos de lo que el pueblo llama "beaterías". Sin embargo, Dios estaba muy presente en nuestra vida. Mi madre me llevaba a la misa dominical...Me impresionaba ver a mi padre en el templo. Guardaba una postura viril, seria, concentrada. Conservaba siempre cruzados los brazos...No éramos fiesteros ni amigos de tomar parte en romerías. Solamente una vez organizó mi padre una romería al santuario de las Lajas (Colombia)...El propósito era pedir a Dios por medio de la Virgen, luz para escoger el camino que yo debía seguir en mi vida" (Id. p. 34).

4.- Vocación al sacerdocio.

Cuenta Monseñor Proaño que cualquier trabajo manual le habría gustado más que llegar a ser sacerdote: había oído hablar muy mal acerca de un sacerdote. Dice que su sueño habría sido ser pintor. Así se lo dijo al párroco, que le hablaba del seminario. Pero Dios tiene sus caminos. Cuando Leonidas hizo la primera comunión, un Padre Lazarista, que le preparó para ello, le dijo: "Cuando seas grande, te esperamos en el seminario...Cuando estuvo a punto de terminar la educación primaria, (que la hizo en una escuela fiscal), llegó el párroco a la casa y dijo a Agustín Proaño: Si no le pones al chico en el seminario, te irás al infierno...Mis padres quedaron preocupados. Me consultaron". (Id. p. 35). Lo mejor que le dieron sus padres es que le educaron en la libertad y para la libertad. Qué hermoso diálogo, entre el padre, la madre y el hijo. Leonidas fue primero al colegio-seminario de Ibarra y después, al seminario Mayor de Quito. Un largo capítulo debería escribirse sobre la vida de Leonidas Proaño en esta casa de formación sacerdotal. Estudiaba a conciencia, infatigablemente. Devoraba libros y más libros. Tenía un profundo sentido crítico, personal, creativo, original. Sabía decir: yo...Sabía ser amigo. Sin buscarlo, era todo un jefe entre sus compañeros. No le gustaba el Derecho Canónico. Tampoco era amigo de la moral casuista. Tenía especial predilección por la Sagrada Escritura: la historia del diálogo de Dios. Recibió la ordenación sacerdotal en 1936. Ese año escribió este poema, titulado "ansias":

"Me comen mis deseos,
me queman las entrañas...
Deseos de hacer bien a manos llenas,
de sembrar la Palabra
por todos los caminos,
por todas las distancias,
por todos los rincones".


De 1936 a 1954, año en que recibe la ordenación episcopal, han pasado 18 años. El Presbítero Leonidas Proaño era, a la vez e inseparablemente, profesor del seminario menor, capellán de los Hermanos Cristianos, fundador y director del periódico "LA VERDAD", asesor de la Joc y no sé cuántas cosas más: realizar los deseos que le queman las entrañas: evangelizar: todo el Evangelio en toda la vida; y, toda la vida, en todo el Evangelio: (la teología de la misa entera! Para celebrar lo que vivía, vivía lo que celebraba. Por estos caminos de Dios, llegó a ser obispo, sin haberlo buscado nunca. De la humilde Iglesia doméstica, pasó a presidir la Mesa del Señor, esto es, a servir el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía.


II.- OBISPO DE RIOBAMBA, POR GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE

El 26 de Mayo de 1954 recibió la ordenación episcopal en Ibarra e hizo su entrada en Riobamba el 29 del mismo mes. Quién le dio el primer saludo de bienvenida? Nada más y nada menos que un pobre indiecito de los páramos del Chimborazo. Fui testigo presencial de este hecho tan significativo. En un punto llamado "las cuatro esquinas", estaban autoridades para darle el saludo oficial. Formaban una calle de honor los alumnos del Colegio "San Felipe", de los Padres Jesuitas. Apenas llegó a ese punto el carro que conducía al obispo, un pobre indiecito del páramo, sin pedir permiso a nadie, burló la calle de honor, con el sombrerito en una mano y con su ponchito deshilachado sacudido por el viento, se acercó al obispo, quiso besarle la mano. Pero el obispo se adelantó: le dio la mano con una sonrisa de inusitado afecto. El saludo de este hombre anónimo fue: "Por fin, has venido, Taita Amito". Yo presencié esta escena y escuché estas palabras. Todo un signo de los tiempos.

Con este saludo, que parece una especie de "monición de entrada" en una celebración litúrgica, comienza la pastoral del Obispo de los Indios, en la "muy noble y leal ciudad de San Pedro de Riobamba", que se ufanaba de su limpieza de sangre y de su lealtad a la Corona Española.

Y comienza LA BUENA DE LA REVOLUCION DEL PONCHO. Obispo por "gracia de Dios y de la Santa Sede", Monseñor Proaño se sintió crucificado entre dos deudas: una deuda interna para con Dios y una deuda externa para con la Santa Sede. Dios ha querido que la deuda para con El se la paguemos en la persona de los "pequeñuelos de Cristo": ellos son sus acreedores y serán nuestros jueces el día de las cuentas... Monseñor Proaño creyó de su deber dedicarse por entero a pagar esta deuda para con Dios. Los acreedores de Dios, en la Provincia del Chimborazo, son los indios: primero, porque son la inmensa mayoría; segundo, porque, abandonados y explotados no sólo por la sociedad civil, sino también por la Iglesia, han sido los más pobres entre los pobres, desde hace 500 años....

1.- De conversación con mis hijos.

Este es el título de un diálogo que entabla Monseñor Proaño con sus hijos desde el 29 de Mayo de 1955 hasta el 12 de Agosto de 1956, a través de una publicación mensual llamada "Mensaje". Al presentar el primer número, dice que anhela participar en las penas y alegrías de sus hijos. Quiere buscar la compañía de aquellos a quienes ama, enviándoles su mensaje desde el espacio interior en donde duermen los mejores recuerdos y anidan las mejores esperanzas. Narra las visitas que a él le hacen tántas y tántas personas y las visitas que él hace a tántas y tántas personas, de tántas comunidades dispersas por el páramo. Esta es una encantadora muestra de una vida que es diálogo y un diálogo que es vida.


2.- Las homilías de Monseñor Proaño.

Estas sí que son realmente "homilías", conversación familiar del padre con sus hijos y de éstos con su padre, en torno a la fracción del Pan. Ojalá algún día se pudieran recoger en un libro las homilías que están grabadas o están ya escritas. Se parecerían a las homilías de Monseñor Romero. Proaño y Romero son realmente hermanos: revelan el rostro del Padre que está en el cielo y se desvela por los hijos de la tierra.

Vayan aquí dos ejemplos de este diálogo realmente familiar y casero. Un domingo se comentaba el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes. El obispo orientaba la reflexión en el sentido de que la multiplicación estaba en los panes que todos pusieron en común...Y una mujercita de uno de los mercados de la ciudad dijo: "Perdone, Señor Obispito, yo creo que Jesús supo multiplicar, pero no ha sabido dividir". Otro domingo, cuando se exhortaba a la solidaridad con Nicaragua, una ancianita intervino así en las preces de los fieles: "Para que los nuestritos no fallen el tiro, oremos al Señor"... Y todos, inclusive el obispo, sonrieron de buena gana, pero no dijeron: "Escucha, Señor, nuestra oración".

Son innumerables las cartas que escribían al obispo muchos oyentes, no sólo desde dentro de la diócesis de Riobamba, sino de otras diócesis, que le escuchaban a través de "Escuelas Radiofónicas Populares". Le llamaban "hermano", "compañero", "querido Leoniditas", "obispo de nosotros", etc. Le felicitan por la colecta que hace para los pobres en la misa dominical. Los pobres dan para los pobres, con su acostumbrada generosidad.

3.- Los programas radiales de los viernes: HOY Y MAÑANA.

Estos programas constituyen un género literario realmente original. Los inició el 20 de Agosto de 1971 y sólo dejó de lanzarlos el 30 de Noviembre de 1979. Los preparaba con singular esmero. Tienen un esquema único. El obispo del diálogo sabía preguntar: hacía preguntas que eran eco de las preguntas del pueblo; pero, sobre todo, sabía escuchar: valoraba la palabra del pueblo, como una especie de eco de la Palabra de Dios. Estos programa tratan de todos los temas: económicos, sociales, políticos, religiosos, en un lenguaje ciento por ciento popular y ciento por ciento cristiano. Parten de unas noticias, se centran en la reflexión comunitaria en torno de algún pasaje bíblico, preferentemente del Nuevo Testamento, y concluyen con unas preguntas. Quienes se interesan más por participar en este diálogo son los pobres, especialmente las mujeres y los indios. El obispo daba tal importancia a la palabra de los pobres, así expresada, que guardabas cariñosa y cuidadosamente las cartas, los papelitos que le enviaban sus interlocutores, con manchas y borrones y, a veces, con palabras que había que saber traducir e interpretar.

Los temas que más interés despertaron son los relativos a los cambios que el Concilio Vaticano II exige a la Iglesia, para ser fiel al Evangelio. La emisora de "Escuelas Radiofónicas Populares" anunciaba así este programa: "PASO DE LA IGLESIA PIRAMIDAL A LA IGLESIA-PUEBLO DE DIOS EN MARCHA, SERVIDO POR LA JERARQUIA". Numerosos programas tratan de la Conferencia Episcopal de Puebla: llevan estos títulos muy elocuentes: del pueblo, a Puebla; y, de Puebla, al pueblo.

4.- Programas radiales acerca de los derechos humanos.

Estos programas merecen una mención aparte. Constituyen un caso, quizá único en nuestra Iglesia ecuatoriana: que un obispo se dedique a comentar los derechos humanos, en diálogo con su pueblo, todos y cada uno de los constantes en la famosa "Declaración Universal de los Derechos Humanos", de 10 de Diciembre de 1848.

El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios: está llamado a realizarse así, teniendo como modelo a Jesucristo mismo. De aquí nacen todos sus derechos y todos sus deberes. A esta luz, se comprende cómo un obispo debe tomar como tarea suya, muy pastoral, ser el defensor incansable de todos los derechos de la persona humana, especialmente de los pobres, de los impedidos de ser hombres por culpa de otros hombres.

5.- Asambleas Cristianas.

Constituyen una evangelización a domicilio. Se organizan sobre todo en cuaresma. Se reúnen algunas personas en la casa de alguna de ellas. A través de la radio, el obispo lee y comenta algún texto bíblico, especialmente del Nuevo Testamento. Hace unas preguntas a los asambleístas, presididos por un coordinador. A la luz de la Palabra de Dios, comentan su propia vida, su compromiso cristiano. Un secretario recoge la reflexión comunitaria y la hace llegar al obispo para el siguiente programa. Esto revela que el pueblo de Dios, especialmente los pobres, tienen hambre de la Palabra de Dios. Al principio, llegaron a funcionar en la ciudad de Riobamba unos 250 grupos. Resolvieron seguir reuniéndose cada semana, pero, poco a poco fueron apagándose tan buenos propósitos.

6.- Educación liberadora.

Todos los escritos de Monseñor Proaño, toda su praxis pastoral es esencialmente liberadora, porque es ciento por ciento evangelizadora. Todos sus libros tienen a una educación en la fe: invitan a un encuentro cara a cara con Cristo liberador. En esta línea está escrito el libro: CONCIENTIZACION, EVANGELIZACION Y POLITICA. El último libro de Monseñor Proaño se intitula "EDUCACION LIBERADORA". Fue publicado en 1993, con ocasión del V aniversario de la muerte-resurrección del obispo del diálogo. En sus 231 páginas habla del HOGAR DE SANTA CRUZ, porque esta casa tiene una historia que contar: la historia de la pastoral liberadora del Obispo de los Indios, la historia de miles y miles de personas que tuvieron la suerte de pasar por ese hogar, en incontables encuentros, retiros, convivencias, cursos, etc. La capilla de esta casa es el corazón de esta casa: "tiene por alfombra unas esteras, por sagrario una choza, por atar un tronco de capulí". (El Mensajero del Corazón de Jesús, Julio de 1972, p. 18).

El Hogar de Santa Cruz, desde 1930 hasta 1974, ha sido, como dice Monseñor Luis Alberto Luna, "una sola hoguera y, en ella, brasas inapagables: el pobre, el diálogo, el Evangelio y Cristo".

7.- La palabra del silencio.

En el obispo del diálogo, el silencio ocupa un lugar muy importante. Sus silencios son muy elocuentes. El silencio es, a veces, la palabra sin palabras, la mejor palabra. Saber callar es una gran virtud, señal de una gran fortaleza. Es un arma que, no raras veces, desarma al adversario. Cuando arreció la oposición de ciertas autoridades civiles contra él y le fueron lanzados insultos y más insultos, se acordó del silencio de Jesús ante Herodes.

Un día un numeroso grupo de exaltados feligreses de una parroquia, invadió la Curia, porque el párroco había descentralizado el servicio parroquial para atender mejor a los campesinos. Hombre y mujeres, llenos de ira atacaron al obispo con toda clase de gritos, de injurias, de desafíos. El se mantuvo sereno. No profirió una sola palabra. Con su silencio, majestuoso y solemne, desarmó a sus adversarios, que tuvieron que ir saliendo uno tras otro, corridos y hasta avergonzados.