martes, 6 de octubre de 2009

Envío Nº 90. MOVIMIENTO INDÍGENA ( II Parte)

MOVIMIENTO INDÍGENA (II Parte)

a) Finalidad y objetivos

Los dirigentes campesinos de este Encuentro desembocaron fácilmente, sin saltos ni imposiciones, en la búsqueda de una finalidad y de unos objetivos. Dijeron que el Reino de Dios era entendido por ellos como liberación, como justicia, como unión, como respeto. Dijeron que el camino hacia el Reino de Dios es largo y difícil. Dijeron ellos:
La Palabra de Dios nos está iluminando, nos está despertando a los pobres, está abriendo los ojos, está destapando los oídos, está haciendo soltar la lengua, está haciendo caminar. Éramos como tullidos.
Primerito, la Iglesia, o sea nosotros mismos, tenemos que llegar a ser ejemplo. Nosotros mismos somos la Iglesia. Tenemos que mostrar el Reino de Dios dentro de nosotros mismos, como católicas, como Iglesia católica. Tenemos que trabajar para que los cabildos, las asociaciones, las cooperativas, todas las organizaciones campesinas muestren también el Reino de Dios. Trabajamos con las dos manos para hacer la misma cosa. La comunidad cristiana es una mano. La organización campesina es otra mano. Ambas manos son necesarias. No se puede trabajar con "chulla" mano (una sola mano). La comunidad cristiana nombra a los animadores que reúnen a la gente, que les hacen reflexionar con la Palabra de Dios, que se preocupan de todos los asuntos de la religión. Nombra catequistas, hace nacer a los misioneros campesinos y ha de hacer nacer sacerdotes indígenas. Este es el trabajo de una mano. La otra mano trabaja con la comuna, con el cabildo, con la asociación, con la cooperativa, con los dirigentes de las organizaciones campesinas.
Así estamos haciendo camino largo y difícil, empezando desde nosotros mismos los pobres para llegar al Reino de Dios.
Cierto es que hay organizaciones campesinas. Pero está haciendo falta una organización más grande, para ponernos todos de acuerdo, para caminar juntos, ayudándonos unos a otros, colaborando. Pero tenemos que organizarnos nosotros mismos. Otras gentes quieren venir a organizar a los campesinos, gentes que tienen intención distinta. Quieren venir a organizarnos los empleados del gobierno, los partidos políticos, los gringos. Pero es al gusto de ellos. Esas gentes hacen fuerza de un lado y hacen fuerza de otro lado para desbaratar el cuerpo.
Nosotros mismos tenemos que pensar cómo vamos a liberarnos de la pobreza. Hay comunidades que tienen bonitas experiencias. Tenemos que reunirnos para conocer esas experiencias. Todos tenemos alguna experiencia. Desde nuestros mayores tenemos la costumbre del cambia manos para ayudarnos en el trabajo. No hemos perdido esa costumbre. Hacemos mingas para trabajar en beneficio de todos. Pero hay comunidades que han avanzado más que otras. Han sacado del olvido la tierra comunitaria, el trabajo comunitario, el reparto del beneficio comunitario. Han comprado tierra para todos. Han luchado para conseguir agua para regadío. Han luchado para tener escuela, Han ayudado a los jóvenes a organizar conjuntos de música, canción y danza. Han conversado entre todos, hasta ponerse de acuerdo, para resolver los problemas. Así tenemos que caminar para liberarnos de la pobreza.
Pero también tenemos que pensar nosotros mismos cómo vamos a hacer para defender nuestras propias costumbres, nuestro propio pensamiento, nuestra propia organización, nuestra propia cultura. Así mismo tenemos que pensar nosotros mismos cómo vamos a hacer nuestra política propia.
Este Encuentro de dirigentes indígenas mostró a las claras el grado de conciencia a que habían llegado y fue el comienzo de un caminar nuevo y prometedor. Personalmente me he puesto a soñar como en mis años juveniles. De lo dicho por los campesinos se puede partir hacia una sociedad nueva, o como ellos dijeron, hacia una nación nueva; pero siempre bajo la inspiración de la Palabra de Dios y con la fuerza de una fe comprometida.
b) Caminando
Después del Encuentro, hemos seguido caminando.
Por la asamblea fueron designados quince dirigentes representativos de diversas zonas de la Provincia del Chimborazo, con el encargo de que continúen reflexionando y preparando un nuevo encuentro que les lleve a la organización de un movimiento indígena unificador.
Aunque ellos no lo expresaron, nosotros podemos decir en nuestro lenguaje que en ese Encuentro determinaron con claridad la finalidad que es el Reino de Dios y tres objetivos generales que son: la liberación económica, el rescate de la cultura indígena y la búsqueda de una política propia. En este sentido hemos continuado reflexionando.
Hay el peligro de que el pensamiento y las acciones sean el resultado del esfuerzo de pocos y de que no consigan una fundamentación en el pensamiento y en las acciones de las bases. Para evitar este peligro, hemos tomado la resolución de organizar reuniones en las mismas comunidades buscando la participación de todos. Cada mes y en ocasiones en menos plazo, hemos tenido ya numerosas reuniones en diversas comunidades. El pensamiento va enriqueciéndose con el aporte de muchos. Pero también las asociaciones han empezado quizá tímidamente. En efecto, ya hay dos comunidades que han empezado a aportar económicamente para la creación de una caja campesina, base indispensable para proyectos que conduzcan a una liberación económica. Pero también hemos visto que en la realización de proyectos de esta índole, se puede aspirar a ir logrando el rescate de la cultura propia indígena y a realizar una práctica gradual de carácter político. Hemos analizado, primero con algunos de los dirigentes indígenas nombrados por la asamblea del primer encuentro, y luego con las comunidades que hemos visitado, que las actividades económicas que pueden programarse deben estar orientadas al rescate de la cultura propia y a la conquista de una experiencia de política propia.
Así estamos caminando.
c) Hacia una sociedad nueva
Desde algunos sectores ha surgido el temor de que este movimiento indígena se reduzca a un movimiento puramente racista. Antes aún de que surjan estas observaciones, los indígenas dirigentes manifestaron que no querían caminar solos. Afirmaron, eso sí, que necesitaban ser ellos mismos, ante todo, para luego poder hablar con otras organizaciones populares de igual a igual.
Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una saciedad que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista.
Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Por esto veo la necesidad de crear conciencia también en las organizaciones populares urbanas, de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena, de modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias.
Tanto el pueblo pobre que vive en las ciudades como los campesinos son cristianos. La vivencia de la fe lleva consigo una luz y un fuerza capaces de aglutinar a los hombres y de transformarlos en constructores de una sociedad nueva que plasme en la realidad los grandes valores del Reino.

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