sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 64: MISIÓN POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (I PARTE)

MISION POPULAR Y PROCESO DE CAMBIO (I Parte)

1.- Una negativa intrigante.- El año pasado, recibí una invitación a tomar un tema de predicación de una novena, no quiero decir en honor de quien ni la ciudad en donde se realizaba la novena. Después de reflexionar, decidí negarme a aceptar dicha invitación. Y así escribí de inmediato, sin dar mayores explicaciones.

Los organizadores de la novena, muy bien intencionados por otra parte, se mostraron intrigados por conocer las razones de mi negativa, pues tenían casi asegurada mi participación: "si el tema era sobre la liberación, tema que a Ud. le gusta... ¿cómo es posible que no haya querido aceptarlo?"

Tan intrigados se mostraron que me urgieron para que me reuniera con ellos, a fin de dialogar sinceramente y de conocer así un poco a fondo cuales fueron las razones de mi negativa. Acepté la invitación urgente y me reuní con ellos: eran 8 sacerdotes religiosos.

La conversación fue realmente muy provechosa, realizada en un clima de tranquilidad y comprensión y con una actitud de búsqueda sincera.

Cuánto dije en esta conversación trataré de explicar ahora, porque pienso que puede ser útil continuar dialogando con un grupo más amplio: el de aquellos que me escuchan y me leen. Esto quiere decir que espero observaciones y cuestionamientos sobre el tema de que trataré inmediatamente.

2.- Pastoral popular.- De ordinario se suele distinguir entre pastoral popular y pastoral de élites. Personalmente, me disgusta la palabra élites porque parecería significar una pastoral orientada a grupos privilegiados por la sangre, por el dinero, por la cultura, por la religiosidad. El mismo documento de Medellín que lleva este título cae en este pecado. Efectivamente, encontramos en el N.1 del mencionado documento lo siguiente: "Las élites son, en nuestro contexto, de modo general: los grupos dirigentes más adelantados, dominantes en el plano de la cultura, de la profesión, de la economía y del poder; de modo especial: dentro de estos mismos grupos, las minorías comprometidas que ejercen una influencia actual o potencial en los distintos niveles de decisión cultural, profesional, económica, social o política."

Me parece preferible hacer la distinción entre pastoral popular o de multitudes y pastoral de grupo o de fermento. Por lo pronto. Quiero ocuparme de la pastoral popular o de multitudes.

La acción pastoral en favor de las multitudes cuenta con ocasiones propicias para realizarse. Estas ocasiones pueden ser extraordinarias y más o menos ordinarias. Entre las ocasiones extraordinarias, tenemos que mencionar las misiones populares, la predicación de novenas, una visita pastoral organizada con este sentido, las romerías o peregrinaciones, la celebración de la semana santa...Entre las ocasiones más o menos ordinarias, podemos señalar la misa dominical y ciertas prácticas religiosas tradicionales.

Durante mucho tiempo la pastoral popular o de multitudes ha sido eminentemente tradicionalista y conservadora, es decir, ha seguido costumbres heredadas de épocas pasadas y ha procurado mantenerlas a todo trance como una manifestación de fidelidad a una fe que se dice profesar convencidamente. Propiamente hablando, la pastoral popular tradicional no ha hecho otra cosa que favorecer la religiosidad de sus diversos niveles: cósmico, cuando se ha manifestado el deseo y necesidad de protección de una divinidad todopoderosa y lejana frente a las fuerzas potentes y misteriosas del mundo; psicológico, cuando la religiosidad se ha manifestado como necesidad de amparo frente a las duras luchas por la vida y por el trabajo en medios suburbanos, por ejemplo cuando un habitantes de suburbio busca trabajo, no lo encuentra y acude al santo de su devoción, encendiéndola una cera, para que interceda delante de Dios, o cuando un estudiante ofrece una comunión para pedir la ayuda del Espíritu Santo y conseguir éxito en sus exámenes, o cuando el joven que ha tenido una decepción amorosa acude ante la imagen de un Señor llamado de la Justicia para pedirle venganza...; sociológico, cuando la religiosidad se demuestra como manifestación de valores culturales asimilados por un conglomerado humano y transmitidos de generación en generación, de tal manera que hace decir a las gentes: "somos religiosos como nuestros padres y abuelos"...

Repito que la pastoral popular tal como se la ha venido entendiendo y practicando no hacía otra cosa que mantener estos niveles de religiosidad, tan mezclados de motivaciones oscuras y con formas cristianas. Pero dicha pastoral difícilmente ha logrado cambios de vida y si los ha logrado ha sido excepcionalmente, con individuos extraordinariamente preparados para este cambio. Las mismas confesiones y comuniones masivas, con que se ha terminado la predicación de las grandes misiones populares y de las novenas, no han sido sino relámpagos enteramente transitorios de fervor religioso. Lo grave es que así se explica en buena parte el estancamiento en que han vivido nuestros pueblos.

El problema que surge de la visión de esta realidad es el siguiente: ¿se debe continuar con una pastoral de multitudes? ¿Hasta qué punto es beneficioso continuar con el estilo de pastoral popular tradicional? ¿O qué se debe hacer para que este tipo de labor pastoral vaya obteniendo algunos resultados satisfactorios? ¿Qué hacer para que estas multitudes tradicionalistas y estancadas se resuelven a levantar sus pies para ponerse a caminar resueltamente con los ojos puestos en un futuro ambicioso de progreso integral?

3.- Pastoral de grupo.- La pastoral de grupo o de fermento está dirigida a un pequeño número de personas que se muestren capaces de entender la Palabra de Dios y de comprometerse seriamente con ella. No es necesario que sean personas privilegiadas por el dinero, por la sangre, por los títulos, por la profesión, por la política: miembros de estos pequeños grupos pueden ser perfectamente hombres y mujeres humildes, sin mayor cultura, analfabetos inclusive, pero capaces como he dicho más arriba de entender la Palabra de Dios y de ponerla en práctica. ¿Qué otra cosa fueron en su mayoría los doce apóstoles escogidos por N. S. Jesucristo para hacerlos fundadores de su Iglesia? La capacidad de que he hablado es indudablemente capacidad de entendimiento, pero también es capacidad de apertura, de disponibilidad, de generosidad, de interés y de entusiasmo, y es capacidad de decisión, de tenacidad, de entrega.

En épocas pasadas, fuera de que se buscaba realizar una pastoral de élites en el sentido menos evangélico que he criticado, se realizaba de hecho también en la formación de grupos de Acción Católica general o especialidad, en la formación de dirigentes y de militantes, dentro de sus respectivos cuadros. Ya se hablaba inclusive por boca de los Papas, de que el apóstol del obrero debía ser un obrero, de que el apóstol del estudiante debía ser un estudiante, en una palabra, se hablaba del apostolado en el propio ambiente.

No porque hayan entrado en crisis, después del Concilio Vaticano II, los conocidos e internacionalmente difundidos movimientos de apostolado seglar, ha perdido su validez la pastoral del grupo: más bien, ha recibido un nuevo impulso y está iniciando formas nuevas que transforman al pequeño grupo, a imitación de la parábola de Cristo, en fermento en medio de las masas.

Sin embargo, también a este respecto tenemos que hacernos determinadas preguntas: ¿No hay el peligro real de que esos pequeños grupos se encierren en sí mismos y degeneren en círculos cerrados? ¿Qué hacer para que estos grupos se transformen a sí mismos transforman¬do a los demás? ¿Cómo combinar la acción de los pequeños grupos, o sea la pastoral de fermento, con la pastoral de las multitudes?...

4.- Proceso de cambio y crisis.- Por todas partes se habla ahora de que nos encontramos en un proceso de cambios. Todo cambia efectivamente en el mundo. Antes se necesitaban viajar durante tres meses en barco para llegar a un puerto de Europa. Ahora si se prefiere viajar en barco se llega a Europa en tres semanas, y si se prefiere en avión en 12 ó 14 horas. Hace 50 años, para que una noticia llegara de un continente a otro, había que esperar largos meses: hoy, las noticias se conocen media hora después de haberse producido los hechos y se conocen en el mundo entero. Hace pocos años, parecía un sueño irrealizable un viaje a la luna o al espacio: hoy, son una realidad y ya las gentes, cuando se efectúa un nuevo viaje a la luna, miran la noticia con cierta indiferencia. La medicina y la cirugía han hecho progresos insospechados: estamos en la etapa de la historia de los trasplantes, no sólo de córneas para devolver la vista, sino también de corazón para prolongar la vida...Podrían enumerarse muchísimos ejemplos tomados del campo científico o técnico para tener presente y comprobar la afirmación de que nos encontramos dentro de un proceso acelerado de cambios. Pero todos estos cambios tienen una repercusión muy honda en la manera de ser de los hombres. Se afirma con toda razón que en nuestra época cada 5 años hay un cambio de generación, es decir, que los jóvenes que tienen 20 años son distintos en su manera de pensar y de obrar de los muchachos de 15 años y también muy distintos que los jóvenes de 25 años. De allí las dificultades de comprensión entre generaciones adultas y generaciones juveniles: tienen de por medio generaciones que les impiden una comprensión mutua mucho más fuertemente que en épocas no muy pasadas.

Pero no es sólo el mundo el que está cambiando tan radicalmente. La Iglesia Católica se dio cuenta de que se encontraba en un retraso enorme frente a la marcha de la humanidad y que corría el peligro de quedarse completamente relegada en siglos ya muertos y, por lo mismo, incapacitada para decir su Mensaje de salvación al mundo. Para tomar conciencia de esta realidad se realizó el Concilio Vaticano II. Para echar a correr violentamente y tratar de alcanzar a este mundo que se adelantaba tanto aprobó los documentos conciliares, algunos de los cuales constituyen un verdadero esfuerzo de carrera olímpica.

Lo dicho no significa que todos los hombres han corrido igual que lo que ha corrido el mundo. No significa tampoco que todos los cristianos han corrido igual que lo que ha corrido la Iglesia. Hay obispos y sacerdotes que se han quedado todavía caminando a pie, cuando el mundo vuela en cohete y la Iglesia conciliar en jet. Esto quiere decir que la pastoral popular y la pastoral de fermento se ven abocados a enfrentarse con un problema grande y nuevo.

Aquí está la raíz de la crisis que se experimenta en el seno de la Iglesia. Es curioso observar que los hombres no experimentan una crisis tan fuerte frente a los cambios rápidos y radicales de la ciencia y de la técnica, pero sí entran en crisis aguda frente a los cambios en las relaciones intergeneracionales. Y todavía es más aguda la crisis de los cristianos que estuvieron acostumbrados a prácticas tradicionales, a sentirse seguros de su fe simplemente porque las exterioridades se mantenían tal como antes.

La crisis se traduce en conflicto. Las multitudes acostumbradas a prácticas seculares miran con desdén, con desconfianza, con escándalo, la actitud a veces audaz de los pequeños grupos que, habiendo comprendido los mismos cambios de la Iglesia en función de los cambios del mundo, cuestionan vigorosamente todo radicalismo y se lanza en búsqueda de nuevas líneas para vivir su cristianismo.

Si antes nos hemos preguntado qué hacer para combinar la pastoral de multitudes con la pastoral de los pequeños grupos, la pregunta se vuelve hoy más apremiante y más difícil: ¿qué hacer para desvanecer el conflicto surgido entre masas tradicionalistas y grupos comprometidos con un nuevo cristianismo y con una nueva iglesia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario