sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 57: MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO, EL OBISPO DEL DIÁLOGO (II PARTE)

MONSEÑOR PROAÑO, EL OBISPO DEL DIALOGO (II Parte)

III. EL VERBO DE DIOS SE HIZO HOMBRE Y PLANTO LA TIENDA DEL ENCUENTRO ENTRE NOSOTROS

1.- La teología vivencial de Monseñor Proaño.

Es como él mismo, sencilla y profunda.

"Por Cristo, con El y en El, a Ti, Dios Padre Omnipotente, en unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria". Esta doxología, dice, consta en mi escudo, no como una frase sin trascendencia, sino como lema de mi vida. La repito diariamente, no sólo en la misa, sino en varios momentos del día. Me siento introducido en la Trinidad. Me parece adivinar su felicidad. Me estremezco cuando pienso que a esa felicidad me llama". (Creo en el hombre...p. 117).

Esta es la felicidad de la Comunidad por excelencia: del Amante, del Amado y del Amor. El diálogo del amor increado, que se refleja en todas las criaturas y, sobre todo, en todo hombre que viene a este mundo. El Verbo de Dios se hizo hombre y plantó la tienda del encuentro en medio de nosotros. Prendió la luz del diálogo. Encendió la hoguera del diálogo. El diálogo se realiza entre tres: El, tú y yo...Tres Cristos que forman nuestro gran nosotros comunitario: la Palabra es El; tú eres oyente de la Palabra; yo soy oyente de la Palabra. Por ley de la encarnación, no podemos realizarnos sino en diálogo.

Porque no creemos esta verdad, no creemos en el hombre, no creemos ni en nosotros mismos. Por eso, los "blancos" desprecian al indio, le llaman "runa" al insultarlo: no saben que "runa", en quichua, significa hombre...No saben que el Verbo de Dios se hizo runa: se hizo indio. "Quien cree en el hombre y está convencido de su futuro, quien realmente estima al hombre y considera que al hombre hay que amarlo hasta dar la vida por él, ése está creyendo en Jesucristo, pues cree en una posibilidad que sólo en Jesucristo puede hacerse realidad" (Mysterium Salutis, vol. III, t.I,p. 55).

Monseñor Proaño, el Obispo de los Indios, creyó en el indio porque creía en Cristo. (Cfr. Programa radial de 20 de Octubre de 1972).

2.- Himno de acción de gracias del obispo del diálogo.

Monseñor Proaño fue galardonado con el título de Doctor Honoris causa, como educador del pueblo en la fe, el 26 de Octubre de 1987, por la Universidad Alemana de Saarbrbrücker. Proclamó que su universidad ha sido el pueblo y que sus mejores maestros han sido los pobres, especialmente los indios. Y, lleno de entusiasmo, entonó una especie de himno de acción de gracias por los frutos obtenidos mediante su acción pastoral liberadora en favor de los indios. "He sido testigo, durante más de treinta años, del poder liberador del Evangelio, vale decir de la continuidad de realización de los signos de los tiempos con que Cristo acompañaba la proclamación de la Buena Nueva a los pobres. Efectivamente, quienes antes estuvieron ciegos, ahora ven; quienes habían perdido la palabra, por causa de la opresión y estaban mudos, ahora hablan; quienes se sentían tullidos y paralíticos, porque habían sido maltratados durante siglos, ahora caminan y se organizan como pueblo".

Los indios de América entera han comenzado a ponerse en pie, han comenzado a caminar, han comenzado a organizarse y realizar acciones de trascendental importancia para ellos, para los países de América, para muchos países del mundo.

3.- La última homilía de Mons. Proaño en la catedral de Riobamba.


La pronunció el 9 de Abril de 1985.

Había pensado escribirla íntegramente, pesando cada una de sus palabras. Enfermo del dolor de la despedida, pronunció esta homilía con palabras entrecortadas, entre aplausos y lágrimas. Era su última homilía dialogada entre sus propias lágrimas, que eran sus últimas palabras, y las lágrimas del pueblo que eran también sus últimas palabras. Nosotros con Dios y Dios con nosotros, hemos hecho la obra de Dios: (LA IGLESIA DE RIOBAMBA! Esta es la catedral que busca el Señor. Una de las satisfacciones más grandes que experimenta mi corazón en este último día de mi mandato al frente de la Diócesis de Riobamba, es el haber sido fiel al Evangelio. Podemos decir que nuestra alma engrandece al Señor porque ha mirado nuestra pequeñez. Les voy a hacer una confidencia. Estos días he estado enfermo. Casi por distracción, he recogido algunos de mis programas radiales y me he estado riendo dentro de mí mismo, al recordar las luchas y dificultades que hemos tenido que vencer. Siempre he dicho y no por demagogia, que he sido hijo de familia pobre... Y aquí, Dios ha escogido a los pobres, a los pequeñitos, a los despreciados, a los indios. Vamos a agradecer a Dios por esta catedral viva, por el nacimiento del Movimiento Indígena, que camina hacia una nueva sociedad...Al pueblo del Chimborazo lo llevo en mi corazón y me atrevo a creer que me quedo en el corazón del pueblo del Chimborazo. (Cfr. Boletín Diocesano n. 5, 1985).

4.- La pena que se llevó a la tumba.

"Todos saben, dice Monseñor Proaño, que, en la Provincia del Chimborazo, está naciendo una Iglesia comprometida con la liberación del indio y del pueblo oprimido. Pues bien, este atrevimiento ha traído dificultades. Esto es normal". (Creo en el hombre....p. 226).

Este atrevimiento le trajo conflictos de todo orden: la pastoral liberadora va contra el orden establecido por los opresores. Conflictos con los terratenientes, que se creían dueños de vidas y haciendas; conflictos con los sacerdotes ultraconservadores, enemigos de toda reforma agraria y lotizadores del cielo; conflictos con las autoridades civiles, que ponen la ley y el derecho al servicio de los ricos; conflictos con la Santa Sede, que defendía el matrimonio indisoluble entre la Iglesia y el Estado.

El 10 de junio de 1972, desde un balcón del Palacio Municipal, al agradecer por una grandiosa manifestación de respaldo a su labor apostólica, Monseñor Proaño exclamó: "Quiero ser sincero y decir que he fracasado en la concientización de muchos sacerdotes". (Diario "El Expectador", de 11 de Junio de 1972).

El temperamental Presidente del Ecuador, Dr. José María Velasco Ibarra, increpó al Alcalde de Riobamba: "Señor, por qué no enjuicia a ese Obispo. Deben sacarlo de Riobamba. Yo he presentado ya una petición a la Santa Sede para que lo saquen no sólo de Riobamba, sino del país y que lo reduzcan a canonigo de Roma". (El Mensajero, Julio de 1972, p. 14).

Todos saben también que algunos "hermanos Obispos", recogiendo las quejas de la oposición a la pastoral de Monseñor Proaño, solicitaron a Roma el envío de un Visitador Apostólico. Este llegó a Riobamba el 3 de abril de 1972. En buena hora, el Visitador era un hombre de Dios, desprejuiciado. Escuchó pacientemente a unas 2.000 personas. Envió a Roma un informe totalmente favorable al acusado. Por eso, dice Monseñor Proaño, lleno de honda amargura: "El pueblo dictó su veredicto. Pero Roma no llegó a darlo, por razones que no ha querido explicitar". (Creo en el hombre...p. 229). El obispo del diálogo no fue oído por Roma. Fue sentado en el banquillo de los acusados, a la faz de la Iglesia Universal. Y se fue al cielo llevando en su corazón esta profunda pena.


5.- Sus últimas palabras.

Por límite de edad, Monseñor Proaño presentó la renuncia al obispado de Riobamba. La Santa Sede la aceptó al momento. Y el Obispo de los Indios fue muriendo lentamente, en larga y penosa agonía. Por eso, Monseñor Luis Alberto Luna, ciento por ciento hermano, describe así esa agonía: "Era una luz que se fue apagando lentamente en el humilde candil de barro que le dio la vida". Según testigos dignos de todo crédito, el 27 de Agosto de 1988, a las 3 y 20 de la madrugada, y en pleno uso de sus facultades, con voz clara y pausada, pronunció estas estremecedoras palabras: "ME VIENE UNA IDEA. TENGO UNA IDEA: QUE LA IGLESIA ES LA UNICA RESPONSABLE DE ESTE PESO QUE, POR SIGLOS, HAN SUFRIDO LOS INDIOS....(QUE DOLOR! (QUE DOLOR! YO ESTOY CARGANDO CON ESTE PESO DE SIGLOS".

El 31 del mismo mes, expiró en la paz del Señor. Y nos encargó a todos continuar la BUENA NUEVA DE LA REVOLUCION DEL PONCHO. "Si la obra de Monseñor Proaño llegara a fracasar algún día, sería uno de los días más tristes de la Iglesia". (EL MENSAJERO, Julio de 1972, p. 16).

CONCLUSION

Monseñor Proaño murió: volvió a la Casa del Padre, para continuar por los siglos de los siglos, el diálogo intertrinitario entre el Amante, el Amado y el Amor. Revestido de su poncho de indio, fue enterrado en una humilde tumba, en la casa de Pucahuaico, en al que se alberga uno de sus más caros sueños: la formación de misioneras indígenas.

Monseñor Proaño resucitó, como Cristo, al tercer día, que no es un día ni es tercero. Esta expresión bíblica significa "sin falta", puntualmente. (Cfr. La Resurrección de Jesús y el Misterio Pascual, Xavier León Duforur, p. 46).

Los que mueren en Cristo, resucitan con Cristo. Más aún: ya están sentados con El a la diestra de Dios Padre. (Cfr. Col. 3, 1; Ef. 2, 5-6). el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1.002, dice que, en cierto modo, nosotros ya hemos resucitado con Cristo. (En cierto modo, pero de modo cierto! (Qué consuelo! Monseñor Proaño resucitó. Está vivo. Sigue turbando la siesta pastoral de algunos pastores, tranquilos y tranquilizantes. Está con nosotros. Quedan los árboles que él sembró. Nada ni nadie puede detener el proceso de liberación que él sembró. Nada ni nadie puede detener el proceso de liberación que él desató. Por eso, termino esta peregrinación de fe, de amor y de esperanza, con este poemita que el obispo del diálogo se dirigió a sí mismo:

TU...TE VAS...

Tú... te vas...
pero quedan
los árboles que sembraste,
como quedan los árboles
que antes ya sembraron otros.
Los árboles
darán fruto
y darán también semillas.
Las semillas cultivadas
convertiránse en árboles.
Tú... te vas...
pero quedan
los árboles que sembraste:
más árboles,
y más frutos,
y más fecundas semillas".
(Riobamba, Marzo 4 de 1984).

AGUSTIN E. BRAVO MUÑOZ
Riobamba, 29 de Enero de 1996.

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