lunes, 5 de octubre de 2009

Envío Nº 79 EL PASTOR HOY (II Parte)

EL PASTOR HOY (II Parte)

Conferencia dictada por Monseñor Proaño en la Facultad de Teología de Quito
18 de octubre de 1985

Segunda, me parece que nace del Evangelio: la de la opción preferencial por los pobres. Aquí vale recordar lo que dije al principio… estamos viviendo en un continente en donde hay multitudes de pobres, y estamos viviendo en un país, en donde la gran mayoría está compuesta por los pobres. Y desde el punto de vista del Evangelio tenemos que recordar que, a lo largo de la Biblia, Dios se manifiesta como un ser que ama a los pobres, como un ser que privilegia a los pobres con su amor y los defiende. Y descubrimos en el Nuevo Testamento que ese mismo Dios nos envía a su Hijo a asumir la realidad humana, ya es un tremendo empobrecimiento. Se empobrece cuando asume nuestra naturaleza humana, pero se empobrece más ya dentro de esta realidad humana, cuando nace en medio de un hogar pobre: José y María, en un lugar pobre; cuando crece en un lugar pobre y en un hogar pobre, cuando sabemos que Él tiene también que trabajar con sus manos para ganarse el pan de cada día; cuando le vemos aparecer ya, para el cumplimiento de su misión de proclamación de la buena nueva, en público, y rodearse de pobres, de multitudes de pobres. Cuando le escuchamos hablar en el sermón de la montaña de los pobres, de los que sufren, de los que lloran, de los que padecen persecución por la justicia. Cuando le vemos morir, en la consumación de la pobreza, en una cruz, como un ajusticiado. Por eso digo que del Evangelio nace esta opción preferencial por los pobres. Si esta opción preferencial por los pobres nace del Evangelio, en los tiempos actuales, en las circunstancia en las que viven las mayorías de nuestro pueblo, de nuestros países son pobres creo que es evidente que esa opción tenemos que hacerla; y hay que conocer, contando con lo anterior, esa realidad de los pobres desde dentro y para eso tenemos también, nosotros que despojarnos de todo lo que signifique grandeza, separación, riqueza… para poder encarnarnos en esta realidad.

En tercer lugar, otra característica, me parece que es la de ser el alimentador de ese pueblo, el alimentador de ese pueblo con la palabra de Dios es un enviado, un enviado de Jesucristo para que alimente al pueblo, para que le fortalezca, para que le de vida y vida en abundancia… Desmenucemos un poco esto que estoy diciendo: la palabra de Dios es pan, es pan que alimenta, es pan, por lo mismo, que fortalece el espíritu, es pan que aglutina; cuando decimos pan, decimos comida, de ordinario aglutina a la gente, aglutina a la familia, a glutina a los amigos, hace comunidad, realiza la organización, realiza y construye la Iglesia; por eso la celebración eucarística que es la celebración del Pan de la Palabra y del Pan Eucarístico, aglutina a la gente y dicen los mismos documentos del Concilio que allí es cuando se realiza la Iglesia; la Iglesia que luego va a entrar en su marcha dispersamente, cada cristiano, cada familia vuelve a su hogar, vuelve a sus ocupaciones, vuelve a sus preocupaciones y a sus luchas pero ahí en la celebración del Pan de la Palabra y del Pan de la Eucaristía ahí se realiza la Iglesia, tiene su cumbre. Ese es el sentido del pan; y ahí entonces se fortalece no solamente el individuo, el cristiano; sino también se fortalece la misma Iglesia. Y este Pan de la Palabra alimenta, primero porque da luz, nos alimentamos de luz, el hombre vive en la oscuridad, vive en la confusión, vive en la duda, vive en la ignorancia, vive en el error; la Palabra de Dios proyecta su luz, la luz de Dios mismo sobre todo ese caos e ilumina y esclarece y nos ayuda por lo mismo a discernir lo bueno y lo malo; nos ayuda a descubrir cuál ha de ser el camino, el camino auténtico que no es otro sino Jesucristo mismo; y nos ayuda, desde el otro punto de vista, porque no es solamente alimento de luz, de verdad, sino también es alimento de fortaleza, de fuerza, nos ayuda para poder enfrentarnos contra el mal del pastor. No voy a extenderme más; yo dije que íbamos a tratar de desmenuzar un poco el hoy, el contenido de la palabra “Hoy” y el contenido de la palabra “Pastor” lo he ido haciendo al mismo tiempo pero quisiera, en este momento, dar lectura a algo que lo leemos con mucha frecuencia; pero para comprobar que las características que acabo de señalar no son características de otro mundo, características novedosas; quizá desde un punto de vista podemos estar en búsqueda de cómo tiene que ser el pastor de hoy. Desde un punto de vista de infidelidades que podemos encontrar a lo largo de la historia, infidelidades a la misión propia del pastor; y hoy mismo en la época en la que estamos viviendo podemos también estar aguijoneados por preguntas para saber qué tipo, qué modelo de pastor tenemos que seguir en estos tiempos frente a estas necesidades, frente a estas luchas, frente a estos peligros… Eso está bien que constituya un motivo de inquietud pero con las mismas características que estoy señalando ahora y que desearía demostrar que están consignadas en el evangelio desde esas misma características podemos responder a las necesidades de hoy, corregir infidelidades, corregir imágenes falsas, corregir imágenes que pueden ser calificadas, como lo dice el Evangelio, de gente asalariada; no podemos ser pastores asalariados lo vamos a ver. Permítanme entonces leer esto que ya conocemos pero con esta intención. De Juan capítulo 10:

“En verdad les digo quien no entra por la puerta al corral de las ovejas sino por cualquier otra parte es un ladrón y un salteador, pero el pastor de las ovejas entra por la puerta, el cuidador le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera del corral, cuando ha sacado a todas las que son suyas va caminando al frente de ellas, y lo siguen porque conocen su voz, a otro no lo seguirán, más bien huirán de él porque desconocen la voz del extraño. Jesús les hizo ésta comparación pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Jesús tomó entonces de nuevo la palabra: en verdad les digo: yo soy la puerta para las ovejas, todos los que vinieron antes que yo son ladrones y malhechores pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta, el que entra por mí está a salvo circula libremente y encuentra alimento, el ladrón entra solamente, a robar, a matar y a destruir, pero yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado que no es pastor, ni dueño de las ovejas huye ante el lobo abandonándolas y el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor conozco las mías y las mías me conocen a mí, así como me conoce el Padre también yo conozco al Padre y yo doy mi vida por mis ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este corral, a ellas también las llamaré y oirán mi voz y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor.”

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