lunes, 5 de octubre de 2009

Envío Nº 72 DESARROLLISMO Y DESARROLLO (II Parte)

Programa radial HOY Y MAÑANA Riobamba, 5 de mayo de 1972

Mons. Leonidas E. Proaño

DESARROLLISMO Y DESARROLLO (II Parte)

6.- Para el desarrollo: curación en la raíz.- Como hombres de fe, tenemos que partir de un presupuesto: vivimos en situación de pecado. Esto quiere decir que el mal está en la raíz misma del hombre. El egoísmo, la ambición, el orgullo, el anhelo de mando son nombres que señalan esa raíz del mal que está en el hombre y que repercute necesariamente en la vida de la sociedad, en la estructuración de esa misma sociedad, en las costumbres, en los criterios, en los comportamientos. Esto es lo que tenemos que poner de presente para entender lo que sigue.

El desarrollo debe empezar por la curación del mal en la raíz. Supongamos que tenemos un árbol enfermo y que la enfermedad está en su raíz misma. Si queremos que este árbol crezca, produzca ramas, flores y frutos, es indispensable prestar atención a la curación de este árbol en su raíz. De otra manera, se irá secando, desaparecerán sus hojas sus ramas, se volverán como sarmientos secos y no habrá ninguna esperanza de que florezca y produzca fruto. Después de algún tiempo, el árbol morirá totalmente.

Aplicando la comparación, podemos decir que todo cuanto se hace como desarrollismo no cura el mal de la sociedad en su raíz. Esta es la razón por la que los pueblos van de mal en peor. Esta es la razón por la que nuestra Patria no adelanta. Se están tomando medidas por el Gobierno para sancionar a los grandes productores, a los grandes contrabandistas, a los grandes comerciantes que busca sólo su propio enriquecimiento. Pero estamos asistiendo a una lucha, a veces sorda, a veces descubierta, por la cual esas personas quieren salir adelante con sus ambiciones para favorecer sus intereses egoístas. Lo malo es que, en pequeño, también el pueblo se ha dejado picar por este mal: también los trabajadores, los artesanos, los pequeños vendedores procuran abusar de los ingenuos y, no digamos enriquecerse, pero sí aprovechar de la candidez de otros. Lo cual es un indicativo de que el mal está en el fondo del ser de todos nosotros. Por esto, debemos luchar constantemente para matar en nosotros el egoísmo.

7.- Para el desarrollo: curación total.- No puede haber desarrollo en todo el sentido de la palabra si no se atiende a la curación total del mal que aqueja a la sociedad. El desarrollismo, ya lo decía, es parcial y busca únicamente el progreso económico y tecnológico. Esta es una muestra de una curación parcial. Hay pueblos actualmente muy ricos y que sin embargo no encuentran el sentido de vivir. Los suicidios abundan más en países económicamente muy desarrollados, pero espiritualmente subdesarrollados. Esta es una prueba palmaria de que el dinero y las comodidades no llenan el vacío del corazón humano. ¿De qué sirve que una pareja de casados tengan una linda casa, un lujoso automóvil, refrigeradora, aparato de radio, aparato de TV, una cantidad innumerable de vestidos y de joyas, si es que entre ellos mismos no se aman, si es que no se entienden, si es que se aíslan el uno del otro, si es que se sienten incapaces de amarse entre sí y de amar a los demás? El hombre es un todo muy complejo. Tiene muchas necesidades. Tiene múltiples aspiraciones. La satisfacción fundamental del hombre que es alcanzar la felicidad. Y la felicidad no se alcanza, si el entendimiento no conquista progresiva­mente la verdad, si la voluntad no descubre en qué consiste el amor auténtico, si la imaginación no se constituye en una servidora real y creativa de la inteligencia, si el trabajo no se realiza como una tarea digna de las capacidades que Dios mismo ha dado al hombre. En suma, debemos aspirar a que no haya hombres intelectuales con hambre ni hombres hambrientos sin desarrollo intelectual, a que no haya hombres huérfanos de toda amistad por encerrarse ellos mismo en una soledad egoísta ni hombres que abusen de la palabra amistad para engañar a las multitudes.

8.- Para el desarrollo: curación rápida.- Hay gentes que optan por la palabra evolucionismo. Desean que las transformaciones del hombre se realicen lentamente. Todo debe tener su ritmo. Cuando un pueblo ha conquistado ya su libertad en el sentido integral de la palabra, es comprensible que se establezca un ritmo más o menos apaciguado en su marcha hacia adelante. Pero cuando un pueblo o un conjunto de pueblos se encuentran postrados de tal manera que no pueden dar pasos hacia adelante, o en otras palabras, cuando se encuentran pueblos que están muy enfermos, muy dominados, enteramente marginados, no es posible pensar en una curación lenta y progresiva. A un enfermo grave no se le dan agüitas de remedio. Los médicos utilizan antibióticos, que es como decir bombardean a los microbios de la infección. Los cirujanos preparan rápidamente a su paciente para una operación, aunque resulte peligrosa, pues no hay otra salida para la conquista de la salud. De igual manera, cuando los pueblos se encuentran gravemente enfermos. La curación debe ser rápida. Solamente así se podrá pensar en el desarrollo posterior.

9.- Crecimiento esencial.- ¿Qué es entonces lo que debemos entender por la palabra desarrollo? Aún cuando ya lo he insinuado de paso, será bueno que nos detengamos por unos instantes a profundizar en el concepto mismo de desarrollo. El Papa Pablo VI habla de desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Así debemos entender el desarrollo. Debe desarrollarse todo el hombre: lo constitutivo de su ser debe desarrollarse. Debe desarrollarse también lo que no es tan esencial. Pero, naturalmente, la preferencia debe estar por el desarrollo de todo aquello que hace que el hombre se haga más hombre. ¿Y qué es lo que hace el hombre más hombre?

El hombre es hombre por su inteligencia: tiene que desarrollarla. El hombre es hombre por su imaginación creadora: tiene que desarrollarla. El hombre es hombre por su memoria: tiene que desarrollarla. El hombre es hombre por su capacidad de decisión: tiene que desarrollarla. El hombre es hombre por su capacidad de responsabilización: tiene que desarrollarla. El hombre es hombre por su capacidad de hacerse libre: tiene que conquistar su libertad. El hombre es hombre por su capacidad de amar: debe aprender a amar a Dios y al prójimo. Entonces, se desarrolla todo el hombre. Esto es lo constitutivo del hombre.

Pero el hombre está condicionado a otras múltiples necesidades: necesita alimentar su cuerpo, necesita vestirlo, necesita cubrirse de los rigores del tiempo, necesita luchar contra las enfermedades. Le son, pues, necesarios como medios: los bienes materiales, entre ellos el dinero. Le son necesarios los adelantos de la ciencia y de la técnica. Pero todo esto en función del crecimiento integral del hombre y sin descuidar ese mismo crecimiento en todos los hombres. Así se entiende la frase de Pablo VI: "tener más para ser más". Tener más bienes materiales, tener más conocimientos, tener más relaciones humanas...para ser más hombre en el sentido arriba descrito.

Prestar atención valiente y decidida al desarrollo así entendido es una tarea que nos compete a todos. El desarrollismo, aparentando hacer mucho bien, no hace sino dilatar y aún matar el verdadero desarrollo. Cuántas veces el desarrollismo no es sino el fruto intencionado del egoísmo. Otras veces, puede ser el fruto de una mentalidad confusa. Tengamos nosotros bien claras las ideas para que podamos tener también opciones bien definidas.

10.- El hombre cabal.- ¿Es posible realizar todo esto que se ha entendido como desarrollo? Posible, sí es. Otra cosa es pensar si esto es o no fácil. No debemos cerrar los ojos. No es tarea fácil. El egoísmo ha echado profundas raíces en nosotros. Constantemente resurge cuando menos pensamos. Debemos meter una empresa semejante. La misma situación de pecado en que vivimos nos abruma y nos deprime. Nosotros hemos podido sentir, en una u otra oportunidad, esta incapacidad de crecer en humanidad. ¿Qué hacer?

"Lo que no es posible a los hombres, para Dios no es imposible", dijo Jesucristo cuando, después de haber lanzado invectivas contra los ricos, sus apóstoles le objetaron: "pero entonces, ¿quién podrá salvarse"? Lo que no es posible a los hombres, es posible para Dios. Esta es la fe del cristiano. Para salvarlo de este abismo de pecado, el Hijo de Dios se hizo hombre. Su encarnación no solamente significa que tomó carne en el seno virginal de María, sino también que asumió nuestra pobre naturaleza humana para transformarla. Si nosotros aceptamos plenamente su Evangelio, la salvación empezará en nosotros. La aceptación plena del Evangelio significa no sólo una aceptación intelectual, sino una aceptación vital. Es bienaventurado aquel que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. No basta con escucharla. No basta con entenderla. No basta con guardarla en la memoria. Es necesario ponerla en práctica, vivirla todos los días, frente a todas las circunstancias. Así el cristiano puede aspirar con fundamento a desarrollarse indefinidamente.

Además, es menester tener presente que Cristo mismo se ha hecho hombre para ser nuestro prototipo, nuestro modelo, el ejemplar perfecto, el hombre cabal. Quiso nacer pobre para darnos a entender que no son los bienes terrenales lo esencial para el hombre. Pero entregó en cambio su pensamiento, su doctrina, su amor, su poder, sus acciones y su vida misma para realizar su obra salvadora. Tal vez nunca y sin tal vez, definitivamente, no alcanzaremos en toda nuestra vida la estatura de Cristo, pero mientras más nos esforcemos por seguir sus huellas, más nos acercaremos a reproducir en nuestra vida su figura. Estas enseñanzas de la fe son verdaderamente estimulantes.

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