jueves, 24 de septiembre de 2009

Envío Nº 70: CRISIS DEL CAPITALISMO (I Parte)

CRISIS DEL CAPITALISMO (I Parte)

ANÁLISIS REFLEXIÓN Y SUGERENCIAS

A propósito de las medidas económicas.

El Gobierno acaba de lanzar un nuevo paquete de medidas económicas, consistente en la devaluación del sucre, en el aumento del precio de la leche y el aumento del precio de determinados combustibles.

El pueblo ecuatoriano se ha sentido profundamente sacudido por este nuevo paquete de medidas económicas y, en uso de su derecho a protestar y quejarse, ha paralizado sus actividades y ha salido a manifestar en las calles.

Como Obispo y Pastor de la Iglesia Romana. Libre de compromisos con intereses de grupos privilegiados o con ambiciones de partidos políticos, me siento en la obligación de decir una palabra que sea el fruto de la búsqueda de la verdad y de la justicia y la expresión de la opción preferencial por los pobres.

Me sitúo, pues, del lado de los pobres, para analizar la situación, para extraer algunos puntos de reflexión y para hacer algunas sugerencias.

I. ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN.

1. Agravamiento de la situación de pobreza.

El Episcopado ecuatoriano consignó, ya en julio de 1980, negros borrachos sobre la situación de pobreza de la gran mayoría del pueblo ecuatoriano:

“... con dolor y con ansiedad debemos comprobar que una situación de inhumana pobreza afecta a la gran mayoría de la población ecuatoriana. Es una pobreza que se manifiesta en la mortalidad infantil todavía alarmante en varias zonas del país; en falta de vivienda adecuada; en inveterados problemas de salud; en salarios de hambre; en desempleo y subempleo; en una gran desnutrición poblacional; en inestabilidad laboral; en intensas migraciones campesinas hacia las mayores ciudades, convertidas en polos de atracción con crecimiento desmedido de los suburbios...”
(Opciones Pastorales N° 12).

Si esto pudo escribir el episcopado Ecuatoriano en julio de 1980, la cadena de paquetes de medidas económicas que se han lanzado posteriormente han empeorado terriblemente la situación de inhumana pobreza del pueblo ecuatoriano.

Se han sentido golpeados por esas medidas miles de empleados del servicio público, miles de maestros, miles de obreros, miles de artesanos. Pero la dureza de los golpes caídos sobre estos sectores de sociedad no tiene comparación con lo que han sufrido los campesinos y todo ese millón y medio de subocupados y desocupados.

¿Qué ha significado para los servidores públicos, maestros, obreros, artesanos, la devaluación de la moneda, al alza del precio de los combustibles y el alza del precio de productos básicos tales como la harina y la leche? Ha significado que todo ha encarecido y que los sueldos o salarios son del todo insuficientes para cubrir el presupuesto de gastos al que, mal o bien, ya estaban acostumbrados.

¿Qué han significado esas medidas para los campesinos? Fuerte incapacitación de llenar sus necesidades básicas y radical frustración en el camino de sus aspiraciones. Precisamente cuando éstas han empezado a surgir cada vez más pujantes.

Y, para los desocupados y subocupados, significan un mayor hundimiento en la miseria.

2. El por qué de esas medidas.

La situación de empobrecimiento se vuelve realmente imposible para un número considerable de ecuatorianos. Y para otros, en número no menos considerable, se vuelve muy difícil.

Esta es la razón, muy comprensible, de la huelga y de las manifestaciones de protesta.

Pero también debemos preguntarnos: ¿Por qué el Gobierno ha dictado esas medidas que tren como consecuencias tan dolorosas y trágicos resultados? ¿Por qué?

Hay un hecho generalizado que debe llamarnos la atención, no para caer en el conformismo expresado por el refrán “mal de muchos, consuelo de bobos”, sino para ponernos en la pista del descubrimiento de las causas.

Ese hecho es que la gran mayoría de los países latinoamericanos pasan por igual o peor situación que la nuestra. También en esos países hermanos la moneda ha sufrido sucesivas devaluaciones. También en esos países hermanos, el pueblo sufre por la tremenda carestía de la vida. En países mucho más fuertes que el nuestro, como Brasil y México, sus respectivos signos monetarios están sufriendo violentas y graves devaluaciones. ¿CUÁL ES LA CAUSA?

La prensa habla con frecuencia de la CRISIS MUNDIAL. Pero, ¿Qué es la crisis mundial?

Yo voy a repetir ahora el pensamiento de un gran economista, a quien tuve la suerte de escuchar en México. Lo haré con mis propias palabras y utilizando mis propias comparaciones. Es un SISTEMA ECONÓMICO el que está en crisis. Se trata del SISTEMA CAPITALISTA. El CAPITALISMO INTERNACIONAL está enfermo. El Papa Pablo VI, al referirse al Capitalismo en su Encíclica “El progreso de los pueblos”, dijo que este sistema tiene como dios el dinero y como motor la ganancia. Pues bien; el capitalismo internacional está enfermo, porque han disminuido las ganancias y no satisfacen estas su voracidad. Está pataleando de hambre de más ganancias. Como es un monstruo, su alimentación debe ser también monstruosa. ¿Acaso no sabemos todos el dicho: “el que más tiene más quiere”? Esto mismo es lo que pasa al capitalismo: mientras más come más voracidad siente.

El capitalismo es frío, como es frío todo lo que es metálico. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos, en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, decora hombres y pueblos. Es frío. No tiene corazón.

El capitalismo es calculador. Calcula como una computadora. Acosado por la voracidad, se encoge como un felino y calcula. Sintiéndose enfermo de hambre de más ganancias, encogió sus monstruosas patas, escondió sus garras, calculó atenta y fríamente. Y, de sus cálculos tomó estas resoluciones: No voy a hacer grandes inversiones en los países del Tercer Mundo. Hay demasiada acumulación de mercancías y éstas no se venden en la cantidad necesaria y ya no se producen las ganancias suficientes para satisfacer mi hambre de monstruo. Voy a hacer el ofrecimiento de préstamos. Cobraré intereses crecidos. Ofreceré, poniendo cara bondadosa y escondiendo mis garras, cuantiosos préstamos para grandes proyectos que, de todos modos, si se realizan, me beneficiarán un día. Ofreceré también, en venta o en préstamo, cantidades de armamento y haré que peleen entre sí mis víctimas. Si no me pagan como es debido los intereses y lo préstamos los pondré las manos al cuello amenazando estrangularlos uno después otro. Así obtendré suficiente comida para alimentarme.

Nuestro país, como tantos otros países de América Latina, ha caído, desde mucho tiempo atrás, en las garras de este monstruo. Dependemos de él de múltiples maneras. Somos su juguete. Nos hace pensar como él piensa. Nos hace actuar como él quiere.

Decidió recuperar las ganancias que el exceso de producción de mercancías ya no le proporcionaba, ofreciéndonos cuantiosos préstamos y cobrándonos altos intereses.

Así, el capitalismo internacional obtenía doble ventaja:

• En primer lugar, ajustaba más fuertemente las cuerdas de nuestra dependencia, pues no hay mecanismo de dominación más eficaz como el que funciona entre el acreedor y el deudor; y,
• En segundo lugar, recuperaba también de nuestro país las ganancias de que está hambriento. Mediante el cobro de altos intereses.

El Ecuador es productor de petróleo. El petróleo debía ser la garantía de los préstamos. No se conceden préstamos a los pobres: se conceden a quienes tiene con qué responder, a quienes ofrecen una garantía. Esta es la filosofía del capitalismo.

Pero se provoca artificiosamente la guerra de precios del petróleo. Los precios bajan. El Ecuador ve con espanto que sus ingresos disminuyen en millones de dólares. El Ecuador, como otros países, es víctima del juego capitalista: es como el ratoncito en las garras del gato.

En el juego toma parte importante el FONDO MONETARIO INTERNACIONAL. Ha venido repetidamente a dar consejos. Dentro de la situación de dependencia, estos consejos equivalen a PRESIONES.

Siguiendo la comparación del gato y el ratón. El Fondo Monetario Internacional suelta al ratoncito, le deja corretear por unos instantes, para luego atraparlo. Es como si se dijera al país: “No olvides que estás endeudado. No olvides que estas en nuestras manos. No olvides que tienes que pagar fuertes intereses por tu deuda. Te perdonamos la vida, al menos por el momento, si aceptas la devaluación del sucre y el alza de los precios de artículos importantes”.

La crisis del capitalismo es, entonces la causa primera, honda, al parecer lejana, del agravamiento de la situación de pobreza provocada por las medidas económicas dictadas por el Gobierno.


(El presente texto corresponde a la intervención de Mons. Leonidas E. Proaño, el jueves 24 de Marzo, 1983, por Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador).

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