sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 49: EVANGELIZAR DESDE LOS POBRES (I Parte)

EVANGELIZAR DESDE LOS POBRES I Parte

-entrevista con el obispo de Riobamba-

MISIÓN ABIERTA:
La evangelización vuelve a ser tema de actualidad en la Iglesia española por diversos motivos. Si la evangelización como seguimiento y prolongación de la misión misma de Jesús es la «misión esencial de la Iglesia» (E.N. 14) por encima de las distancias geográficas o diferencias culturales, nos gustaría que usted en nombre de su Iglesia local compartiera con nosotros su fe y su visión esencial de la Iglesia: ¿cómo entienden ustedes la evangelización?

Mons. LEONIDAS PROAÑO:
Nosotros entendemos la evangelización como proclamación de la Buena Nueva, de la Buena Noticia del Reino de Dios, de la Salvación, de la Liberación. Este enunciado, así simple, es comprendido y asumido en su totalidad por nuestro pueblo. Le respondo pues a su pregunta situándome entre los pobres de mi Iglesia local de Riobamba (Ecuador).

En esta mi diócesis concreta y, diría yo, en todo Ecuador y en toda América Latina hay condiciones que favorecen el trabajo de la evangelización en medio de los pobres. Los pobres, efectivamente, están necesitando una Buena Nueva, una Buena Noticia que les dé afianzamiento en su esperanza. Ellos nunca pierden la esperanza –esto es algo notable- pero han estado tan acostumbrados a una predicación conformista que tendía a producir ese estado de ánimo de conformismo, que tomaban como voluntad de Dios el hecho de vivir en tanta miseria, en tanto aplastamiento… Cuando se les lleva el Evangelio como la Buena Noticia, es concreto, de Liberación, de Salvación, de la situación en la que están viviendo, ellos empiezan a ponerse en pie.

El que está enfermo y tiene conciencia de que lo está se alegra cuando le anuncian que viene un médico. Si uno cae en una fosa y es consciente de la situación en que se encuentra, y oye el grito de alguien que dice: «Vamos a bajar a salvarte», renacen en él las esperanzas. Esto es concretamente lo que sucede con nuestro pueblo. El Evangelio, proclamado de esta manera, les pone en pie y buscan entonces cómo salir, cómo cooperar con la Palabra de Dios para salir de esa situación. Así entendemos nosotros la evangelización.

MISIÓN ABIERTA:
¿Tiene todo esto algo que ver con la Teología de la Liberación?

Mons. LEONIDAS PROAÑO:
Tiene mucho que ver. Desde un punto de vista teológico yo me atrevería a decir que la Palabra de Dios tiene que encarnarse en una realidad. Si creemos en la encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María y a través de él en la humanidad, si Él, como dice San Pablo, ha asumido todas nuestras miserias. – menos la del pecado, añade él-, es lógico que la palabra que predicamos se encarne en la realidad en que vive el Pueblo. Y por eso, junto con el trabajo de evangelización hacemos un trabajo de concienciación (en mi tierra decimos concientización). El proceso de concientización ayuda enormemente al pueblo a adquirir conciencia de la situación en que vive. Ha sido conformista y fatalista durante siglos. Y para que se dé cuenta de la situación en la que está iniciamos este proceso que llamamos concientización.
El primer paso es «ver». Al principio un «ver» superficial, un percibir «con todos los sentido» diría yo, la situación en que está viviendo el pueblo. Pero luego damos otro paso y comenzamos a averiguar causas: ¿por qué vivimos en esta situación? En un primer momento la gente responde señalando las causas inmediatas, que no son las causas profundas. Pero ahí vamos después con un por qué, y por qué, y por qué… ayudando a reflexionar en el diálogo, y la gente va descubriendo poco a poco… Nos imponemos, en ciertos momentos, la obligación no sólo de cuestionar, de preguntar, sino también de informar, porque el pueblo no está en condiciones de estar informado de todo lo que sucede.
Y llegamos de esta manera a averiguar causas históricas, causas de carácter social, político, religioso, que contribuyen a crear esa situación de opresión en la que vive el pueblo. Y cuando el pueblo ve eso y lo ve concretamente, a la luz de la Palabra de Dios, con la Biblia en la mano, cuando el pueblo ve por qué vive así y descubre que esa no es la voluntad de Dios, entonces es cuando se levanta, se pone en pie y al mismo tiempo toma conciencia de que no se puede hacer nada con individualismo. Dice con mucha frecuencia: «Solos no podemos hacer nada; tenemos que unirnos, tenemos que organizarnos para poder conquistar nuestros derechos como hombres y como cristianos».

MISIÓN ABIERTA ABIERTA:
Cuando el 12 de agosto de 1976, cuarenta policías asaltaron el Hogar de Santa Cruz en Riobamba, detuvieron a aquellos diecisiete obispos que estaban reunidos con usted y se llevaron los papeles y documentos de trabajo, dijo usted que la policía había olvidado allí el documento más subversivo: el Evangelio.

Mons. LEONIDAS PROAÑO:
Así fue. Eso lo comprende cualquier persona. Eso es así. Pero le voy a decir una palabra más sobre cómo entiendo esa frase. Verá. Hablé antes de la proclamación de la Buena Noticia del Reino de Dios. Entendemos el Reino de Dios como un don gratuito que Dios hace de sí mismo en Jesucristo su Hijo. Y entendemos que ese Reino de Dios está hecho de valores trascendentales como son la vida, la libertad, la justicia, el amor, la paz verdadera… y como fruto de todo eso la alegría, el optimismo, la esperanza… Estas palabras, si las examinamos un poco, encontramos que se identifican con Dios mismo. Porque Dios es la Vida, Dios es la Justicia, es la Libertad… Y ese es el Reino de Dios. Algo enteramente contrario a la sociedad en que vivimos. En ésta vemos que reina la muerte, la mentira, la injusticia, la esclavitud, la dominación… Reina una serie de causas de tristeza, de angustia…: todo lo contrario de lo que entendemos por Reino de Dios. Pues bien, si Cristo vino a proclamar e Reino de Dios a los hombres, ese Evangelio es subversivo frente a la situación de una sociedad así estructurada, una sociedad que pone decididamente por delante la muerte, las guerras, los odios, la mentira, el engaño… que pululan por todas partes. Y no hay forma humana de decir: «A ver si encontramos un término medio, un arreglo…». Cristo es terminante en esto, absolutamente radical: «Nadie puede servir a dos señores, a Dios y a las riquezas». El Evangelio es subversivo, no cabe duda.

MISIÓN ABIERTA:
¿Quiere decir esto que la evangelización tendrá siempre connotaciones políticas?

Mons. LEONIDAS PROAÑO:
Evidente. Es evidente. Estamos hablando de estos valores cuyos términos, cuyo contenido se identifican con Dios. Pues bien, al tratar de aplicarlos y realizarlos en medio de los hombres como todo ser humano vive en la sociedad y es sociable, necesariamente tiene repercusiones en el mundo político. Esto es absolutamente inevitable. Y pienso que, o bien caminamos en el sentido del Evangelio, sin rehuir esta incidencia en lo político, abiertamente, o bien, con el pretexto, con la fórmula de que la Iglesia «no se mete en política» contribuimos políticamente a que este sistema de pecado permanezca y se consolide. Y en ese caso somos traidores al Evangelio. No cabe duda que con aquella evangelización que predicaba el fatalismo y la resignación se ha contribuido mucho al mantenimiento de un sistema opresor.

MISIÓN ABIERTA:
Algunos conceden que quizá en el Tercer Mundo la evangelización deba tener repercusiones políticas más directas, pero que en Europa debe centrarse en su «verdadero objetivo», que sería «el Reino de Dios y no la transformación de la sociedad o la liberación del pueblo»; esta transformación y esta liberación serán simplemente –dicen ellos- consecuencias, derivaciones, de segundo o tercer orden…

Mons. LEONIDAS PROAÑO:
Quizás esa manera de pensar es una postura defensiva de los países de Europa, sobre todo de los más ricos, de los que tienen gran bienestar y grandes riquezas e intereses. Se quiere volver a una evangelización que esté desencarnada de la realidad. No se quiere enfrentar a este nivel el problema de la injusticia internacional. Hay pueblos ricos y pueblos pobres. Y si vamos averiguando las causas, preguntándonos el por qué, vamos descubriendo que hay una injusticia instalada a nivel internacional. Hay países explotados y países explotadores. El funcionamiento de la banca, de las transnacionales, de las grandes empresas, de los gobiernos de los países ricos… se orienta a procurar el enriquecimiento de sus propios países o de esas empresas, a costa de la pobreza, las lágrimas y el sufrimiento de los países pobres. Por eso digo yo que esa opinión debe ser más bien una actitud defensiva y tal vez para muchos inconsciente…
Continuará…

José María Vigil y Benjamín Forcano

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