sábado, 5 de septiembre de 2009

Envío Nº 12 SEMANA SANTA

Programa Radial “HOY Y MAÑANA”
Riobamba, abril 13 de 1979

Leonidas E. Proaño,
Obispo de Riobamba.


CARTA ABIERTA

Yo, Viernes Santo de 1979, en Riobamba, dirijo esta carta abierta a mis hermanos Martes Santo y Domingo de Pascua de este mismo año.

En primer lugar, me dirijo a mi hermano Martes, para decirle lo siguiente:

Generaciones y generaciones vienen celebrando una procesión famosa: la tradicional procesión que lleva tu nombre, de Martes Santo. Desfilan colegios, congregaciones piadosas, cofradías, comunidades religiosas, autoridades, pueblo.

En este año, se produjo un hecho significativo. Voy a relatarlo con pormenores:

En momentos en que salió a la calle la imagen del Señor del Buen Suceso y, detrás de ella, el Obispo de la Diócesis, el locutor de la radio encargada de transmitir el acontecimiento, dijo: “Por favor, que la Guardia de Honor formada por los militares rodee de inmediato la imagen del Señor del Buen Suceso, para impedir que el pueblo se le acerque”. De inmediato, soldados armados encerraron en círculo la imagen y de hecho se impidió al pueblo caminar detrás de ella, como lo había hecho siempre. Así lo exigía el “orden”.

Cinco o seis viejecitas se introdujeron calladamente y se colocaron detrás del Obispo y dentro del cordón de soldados. Uno de éstos obligaba a estas pobres mujeres a abandonar su puesto, cuando el Obispo intervino diciendo: “Déjelas, el pueblo es el que tiene derecho a este puesto”. La intervención surtió efecto. Y poco a poco otras mujeres y hombres del pueblo fueron engrosando filas.

¿Cómo ves, hermano Martes, este pequeño incidente?

ººº

Como yo me llamo Viernes Santo, quiero hacer presentes algunos de los hechos que sucedieron cuando llevaron a Cristo hasta los tribunales y luego hasta el Calvario. A la luz de estos hechos, puede ser que se entienda mejor lo que ha sucedido en este año, en el seno de tus propias horas, hermano Martes Santo:

“Entonces Pilato dejó en libertad a Barrabás; en cambio, a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que fuese crucificado.

Los soldados romanos llevaron a Jesús al Palacio del Gobernador y reunieron a toda la tropa en torno a Él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinas y en la mano derecha una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de Él, diciendo: ‘Viva el Rey de los judíos’. Le escupían en la cara y, quitándole la caña, le pegaban en la cabeza. Después que se burlaron de Él le quitaron la capa de soldado, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.” (Mateo 27, 27 a 31).

“Cuando lo llevaban, tomaron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron la Cruz de Jesús para que la llevara detrás de Él. Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él.

Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos… Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?’.” (Lucas 23, 26 a 31).

ººº

Ahora se me ocurre decirte, querido Martes, que la procesión estuvo bien organizada, con mucho “orden”.

Pero también se me ocurre decirte que, como nunca antes en esta tradicional procesión aparecieron unidos, estrechamente unidos, el poder económico, el poder político, el poder de las armas, el poder de los medios de comunicación colectiva. Todos unidos para salvaguardar “el orden establecido”.

Pero “el orden establecido” no permite que el pueblo se acerque a ese Jesús Liberador de los hombres, liberador de los oprimidos, a ese Jesús que vino a proclamar la Buena Noticia a los pobres, es decir, a ese pueblo compuesto de personas sencillas, humildes, compasivas.

Así está organizada la sociedad en qué vivimos. Al pueblo que quiere seguir a Jesús no se le permite acercársele. Hay que mantenerlo a distancia. Lo contrario sería peligroso: quebrantaría el orden. Porque ese Jesús ha venido precisamente para romper el orden establecido, para devolver a los hombres el puesto que les corresponde en la verdad, en la justicia, en el amor, en la alegría.

El poder económico es el organizador de la sociedad y, en el orden que establece, pone el dinero en el lugar más alto. El poder político se hace presente para sancionar con sus leyes y con sus maniobras ese mismo orden, el del dinero. El poder de las armas está al servicio del poder económico y del poder político para impedir que el pueblo se acerque a Quien es su Liberador, su Salvador, su Única Esperanza. El poder de los medios de comunicación colectiva, atraído también por el ruido de dinero, está al servicio del poder económico, del poder político y en conexión con el poder de las armas. Miente, engaña al pueblo, diciéndole que lo que se está realizando es maravilloso. En realidad, este poder tiene también el propósito de impedir que el pueblo se acerque a Jesús demasiado. Acercarse a Jesús demasiado es mostrarle su pobreza, sus angustias, sus incertidumbres, sus inseguridades, su miseria, sus enfermedades y hacerle oír su clamor en demanda de justicia, de igualdad, de respeto a sus derechos. Y sería demasiado, porque Jesús curaría a este pueblo sacándole de su estado de postración inmerecida.

ººº

Ahora, yo, Viernes Santo de 1979, me dirijo a ti, hermano Domingo de Pascua. Los dos somos hermanos. No podemos existir el uno sin el otro. Aunque parecemos distintos, los dos estamos unidos entrañablemente por un mismo Amor: Jesús murió para darnos Vida. Yo soy testigo de su Muerte. Y tú eres testigo del Triunfo de la Vida sobre la Muerte.

“El primer día de la semana, muy temprano, fueron (las mujeres) al sepulcro con los perfumes que habían preparado.

Al llegar, vieron que la piedra que servía de puerta del sepulcro había sido quitada. Entraron y no encontraron al cuerpo del Señor Jesús, de tal manera que no sabían qué pensar.

Pero, en ese momento, vieron a su lado dos hombres con ropas brillantes. Se asustaron mucho y no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Ellos les dijeron: ‘¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: ‘El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado y resucitado al tercer día’. Ellas entonces recordaron las palabras de Jesús.” (Lucas 24, 1 a 8).

En esta hora tan oscura, tan desconcertante, en la que parece que todo fracasa, que ya no queda más que la desilusión y la desesperanza, hay mujeres y hay hombres en pequeño número que anuncian la resurrección de Cristo, que proclaman la resurrección de Cristo. Hablar de resurrección y de vida parece pura fantasía. Pero es la verdad. A Jesús no podemos buscarlo entre los muertos, sino entre los que viven, porque Él es el que vive.

En la Diócesis de Riobamba, como en tantas otras diócesis de América Latina, hay gente que busca a Jesús desde la madrugada, hay gente que anuncia que Jesús vive para ser el Liberador de los oprimidos también en esta hora, hay gente que corre hacia sus hermanos para anunciarles esta gran noticia.

Estamos en trance de una transformación profunda, de una ruptura inconcebible de estructuras opresoras. La misma fuerza que removió la gran piedra que cerraba el sepulcro que guardaba el Cuerpo de Cristo, está a punto de desquiciar todas las seguridades del “orden establecido” y de dejar en libertad a este pueblo que busca en Jesús la Liberación de todas las esclavitudes.

Domingo de Pascua, hermano querido: ¡te felicito por ser el día de la Resurrección y de la Vida, el día de la Esperanza!

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