sábado, 5 de septiembre de 2009

Envío Nº 10 EL MÉTODO DE MONS. LEONIDAS PROAÑO I

EL MÉTODO DE MONS. LEONIDAS PROAÑO (1)

“…desde muchos años atrás me hice un hábito
conocer la realidad y analizarla,
para llegar, a través de la reflexión,
a verdaderos compromisos de cambio.”
Mons. Leonidas Proaño

LA JOC (1937…)

“El movimiento jocista fue para mi otra valiosa experiencia de grupo. Allí aprendí a respetar el pensamiento ajeno. Aprendí, sobre todo, el proceso de su método: Ver, Juzgar, Actuar. Este método se hizo carne en mí. Ver la realidad, Verla en profundidad. Averiguar sus causas. Luego juzgarla, es decir, establecer una comparación entre lo que es y lo que debe ser, entre esa realidad y el Plan de Dios. Por último, actuar, esto es, tomar resoluciones para cambiar esa realidad de acuerdo a los planes divinos. Cuando en los últimos años se me ha calificado, calumniosamente de comunista y de marxista, pienso en esas lejanas enseñanzas del método jocista y pienso también que mis detractores no tienen razón de acusarme de esa manera, pues ignoran que desde muchos años atrás me hice un hábito conocer la realidad y analizarla, para llegar, a través de la reflexión, a verdaderos compromisos de cambio. Más tarde, el Papa Juan XXIII canonizó en cierta manera este método”.
EL EQUIPO JUAN XXIII (1960)
Esforzándome por hacer una síntesis de ese primer plan para una pastoral de conjunto, comienzo explicando que me pareció ver necesario distinguir entre principios teológicos, doctrinales, llamados a iluminar la inteligencia especulativa, y principios de orden práctico, o normas de acción, llamados a iluminar la inteligencia práctica para la realización de acciones.
Después de establecer esta distinción, señalamos, de acuerdo con los miembros del equipo "Juan XXIII", a quienes presenté mi trabajo, los siguientes principios prácticos o normas de acción pastoral:
1º. Debemos partir del conocimiento de la realidad. La realidad nos muestra aspectos positivos y aspectos negativos. Nunca es absolutamente buena ni absolutamente mala.
2º. Los aspectos negativos de la realidad nos descubren las necesidades. Estas pueden ser calificadas de diverso modo y de ordinario son muy numerosas. Hay necesidades graves. Hay necesidades importantes. Hay necesidades urgentes.
3º. Las necesidades así calificadas nos muestran los objetivos de la acción. Tenemos que trabajar para atender a esas necesidades reales. Correspondiendo a la calificación mencionada, también los objetivos, dentro de un plan de acción pastoral, tienen que ser calificados como objetivos claves, aquellos que, conquistados, pueden resolver una cantidad grande de necesidades; objetivos importantes, aquellos que sin encerrar dentro de sí múltiples necesidades, sin embargo atienden necesidades principales; objetivos de emergencia, aquellos que surgen como respuestas en la marcha a necesidades sorpresivas e impostergables.
4º. De lo dicho, aparece otro principio práctico y es la necesidad de jerarquizar necesidades y objetivos. Por no jerarquizarlos, los pastores nos dispersamos en una cantidad de actividades desordenadas y hacemos solo una pastoral de emergencia. Por esto, es que, cuando nos ponemos a reflexionar, encontramos que no sabemos por qué ni para qué estamos trabajando.
5º. Los aspectos positivos de la realidad nos revelan los recursos humanos y materiales, con los que podemos y debemos contar a fin de lograr los objetivos. Para esto. es necesario organizarlos. Organizar es distribuir responsabilidades y aprovechar bien de los recursos materiales. La responsabilidad no debe entenderse solo como una actitud de conservación o mantenimiento, sino sobre todo como acción que se encamine hacia la conquista de los objetivos. Las responsabilidades son diversas. Por lo mismo, también las acciones. Acciones diversas tienen en mira la conquista de unos mismos objetivos. Aquí aparece la pastoral de conjunto. Si el conocimiento de la realidad nos revela, por ejemplo, que el pueblo se encuentra en una terrible situación de ignorancia del verdadero Dios, del verdadero Jesucristo, el objetivo tiene que ser necesariamente la evangelización. Pero, en la conquista de este objetivo, pueden trabajar realizando diversas acciones muchas personas: unos podrán ser misioneros, otros proclamadores de la Palabra en el ritmo ordinario de la vida, otros educadores en la FE...
6º. Para que el plan de acción sea concreto, a más de prever acciones adecuadas, a más de distribuirlas entre los diversos agentes de la pastoral, es necesario colocarlo en el espacio y en el tiempo. Lo circunstancial hace lo concreto. Por lo mismo, las diversas acciones para que se realicen de verdad, deben ser ubicadas en lugares determinados en días y horas previstos. En otras palabras , juntando lo de la organización con lo de la colocación de acciones en el espacio y en el tiempo, debemos saber respondernos por anticipado a preguntas como éstas: ¿quiénes se comprometen?, ¿a qué se comprometen?, ¿cómo lo van a realizar?, ¿en dónde?, ¿cuándo?
7º. Por último, es necesario dedicar tiempo para evaluaciones periódicas del trabajo realizado. Las evaluaciones pueden comprender etapas cortas, pero tienen una importancia muy grande las evaluaciones que comprendan etapas más largas, de un año por ejemplo.
A partir de aquí nos proponíamos realizar diversas acciones que nos distribuíamos entre todos.
La experiencia nos fue descubriendo más tarde, en primer lugar, que cualquier plan de trabajo debía ser elaborado, no por una persona, aunque esta fuera el obispo, sino junto con las personas interesadas, mejor todavía junto con el pueblo. En segundo lugar descubrimos también pautas para una evaluación seria.


EL EQUIPO DE SANTA CRUZ (1969)
Uno de los puntos obscuros era el método que debíamos seguir en este tipo de reuniones. Pensábamos, y ahora vemos que teníamos razón, que debíamos abandonar el clásico método de conferencias magistrales. Pensábamos asimismo que debíamos rechazar el método de empezar sentando principios para luego tratar de aplicarlos a la realidad de la vida. Pensábamos también que ya no debíamos seguir usando el método llamado de autoridad, o sea, el de imponer una doctrina a base de citas de autores famosos. En esa época, habíamos conocido libros y artículos de Paulo Freire y algunos sacerdotes, inclusive, habían seguido cursos en Chile, con la participación del mismo Paulo Freire.
Resolvimos, pues, ensayar un método de trabajo que conjugara el método de la JOC: VER, JUZGAR, ACTUAR; el de Paulo Freire: sicosocial y dialógico; el del Evangelio; "escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica".
Antes de explicar cómo tratamos de llevar a la práctica esta conjugación en uno de diversos métodos, es necesario añadir que nos propusimos crear un ambiente comunitario para todos los momentos y actividades de los días de cada encuentro. Por consiguiente, debía haber una participación de los concurrentes en las actividades humildes de la casa, tales como el servicio en la mesa, la limpieza de la vajilla, el aseo de sus cuartos... Con el mismo propósito, preveíamos la organización de juegos, para las horas de recreación, que tuvieran un sentido comunitario y una participación comunitaria. También estaban previstos trabajos relacionados con la siembra de árboles y con la ornamentación de la casa. Le dimos una importancia muy grande, y le seguimos dando, a la celebración de la Eucaristía, siguiendo aquello del Concilio: "...ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía, por la que debe consiguientemente, comenzarse toda educación en el espíritu de comunidad" (P.O. Nº 6)
Volviendo al método, luego de una presentación personal, empezábamos haciendo preguntas sencillas encaminadas a descubrir el grado de percepción de la realidad que habían alcanzado los participantes. Ya en este primer paso se daba una complementación enriquecedora como percepción de la realidad. Pero no nos hemos contentado con este simple ver exterior y superficial, sino que nos hemos esforzado, mediante nuevas preguntas que seguían provocando el diálogo, por alcanzar un ver más en profundidad. ¿Cuáles son las causas que han producido esta realidad concreta? ¿Cuáles son las causas que continúan manteniendo y consolidando esa misma realidad? ¿Cuáles son los aspectos negativos y cuales los positivos? ¿Cuáles serían las posibles consecuencias, en caso de mantenerse esa realidad?
Después de una primera etapa consagrada a ver en profundidad la realidad descubierta, hemos dado gran importancia a la reflexión, a la reflexión teológica. Hemos averiguado cuáles son los planes de Dios en relación con el hombre. Para esto, hemos aludido a la Biblia y a los documentos oficiales de la Iglesia, tales como los del Concilio Vaticano II, la Conferencia de Medellín, las encíclicas de los Papas. Hemos tratado de alcanzar la mayor claridad posible sobre los designios de Dios. La comparación, mediante nuevas preguntas y problematizaciones, entre la realidad descubierta, sobre todo en sus aspectos negativos y los designios de Dios, han provocado crisis, angustias, inquietudes hondas. Muchos de los participantes han perdido el sueño, en fuerza de esa crisis provocada por la reflexión entendida como comparación entre la triste realidad humana y los amorosos designios divinos. Así hemos ido descubriendo gradualmente la dimensión social del pecado. Dimensión monstruosa y aplastante. Así hemos ido descubriendo la estructuración terrible del pecado en el mundo. así hemos llegado a ver cómo, en nuestros países, en la época en que estamos viviendo, es el capitalismo la estructuración de la "situación de pecado" de que habla Medellín.
La crisis ha provocado preguntas, casi desesperadas, en los mismos participantes. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cómo cambiar esta situación? ¿Somos capaces de enfrentarnos con esperanza a una situación semejante? ¿Qué hemos estado haciendo nosotros? Toda esta serie de preguntas, nacidas en este caso de los mismos participantes, preparaban el ánimo para una búsqueda ansiosa de respuesta y de compromiso. Dos tendencias se fueron perfilando: una que se inclinaba más por la adopción de ideologías políticas, de métodos violentos, y otra que depositaba su confianza en la fuerza de la Palabra de Dios y en el mandamiento del amor que evita toda medida atentatoria contra la dignidad y la integridad de la persona humana. Haciendo siempre uso del diálogo, abierto y sincero, hemos ido confrontando estas dos tendencias y hemos alcanzado la definición y adopción de una línea para la Iglesia de Riobamba, línea que quiere ser de absoluta fidelidad al Evangelio, libre de compromisos con ideologías y partidos políticos, pero enteramente abierta a compromisos con el Cristo total, con la misión salvadora y liberadora del Hijo de Dios hecho hombre, misión salvadora y liberadora de esa situación monstruosa de pecado.
En los encuentros, no era posible llegar a compromisos controlables o evaluables, porque los participantes venían de diversos lugares del país y se hacía imposible el seguimiento de cada grupo o de cada persona. A este nivel, nos hemos contentado con proyecciones de trabajo, dejando a cada grupo o a cada persona la responsabilidad del cumplimiento de su compromiso. En cambio, en los encuentros realizados a nivel diocesano, poco a poco, hemos ido encontrando formas de seguimiento, como aparecerá de la relación que se hará más adelante.
Con haber sido un método que se ha inspirado, como queda dicho, en diversas fuentes, los mismos participantes empezaron a llamarlo "método de Santa Cruz".
Debo añadir, en primer lugar, que en el trabajo diocesano, nos hemos esforzado con la mayor fidelidad posible por vivir en un ritmo constante de acción y reflexión. La fidelidad a este ritmo nos ha ido abriendo más y más a los cuestionamientos que los conflictos y los hechos nos han ido presentando. Creo que, por esto, hemos llegado a adquirir, una actitud de constante disposición a comprender e interpretar acontecimientos y a dar siempre pasos hacia delante. En segundo lugar, sin olvidar otras razones que han pesado mucho en nuestra actitud, esta misma escucha a las personas, el contacto permanente con la realidad, la aceptación de cuestionamientos, nos han llevado a descubrir que la opción por los pobres es opción auténticamente evangélica. Hemos visto con claridad y hemos entendido el sentido de las palabras de San Pablo: "Cristo, siendo rico, se hizo pobre" 2Cor 8,9

Mons. Leonidas Proaño, Creo en el Hombre y en la Comunidad. Quito 2001. Págs. 135 a 138

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