sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 30: EXPERIENCIA COMUNITARIA EN SANTA CRUZ (I PARTE)

EXPERIENCIA COMUNITARIA EN SANTA CRUZ...
SE TERMINA UN CURSO DE NUEVE SEMANAS... (I PARTE)

1. Duración.- Empezó este curso largo de nueve semanas el lunes 19 de julio, víspera del tercer aniversario de funcionamiento del Hogar de Santa Cruz y termina sus labores mañana, 18 de septiembre. Han transcurrido nueve semanas. Se trata del primer ensayo de curso largo. Hasta antes de este curso, la reunión más larga que se ha realizado en Santa Cruz fue la primera: sacerdotes de 7 países latinoamericanos, miembros de la Fraternidad de Foucauld, realizaron lo que ellos llaman “Mes de Nazaret”. Posteriormentesólo se han realizado reuniones de una semana o, cuando más de 10 días. Naturalmente, ha habido también reuniones de más corta duración. Este curso que termina mañana ha sido, pues, el más largo hasta el presente.

2. Participantes.- Vinieron dos estudiantes de secundaria de Ibarra: uno de ellos, ante una llamada de sus padres, dejó el curso en la mitad del tiempo previsto; vinieron tres estudiantes universitarios de Quito: uno de ellos, después de haber viajado a Quito para rendir unos exámenes, no regresó; de la misma ciudad vinieron un estudiante de secundaria y una religiosa; de Guayaquil cinco, una religiosa; de Loja vinieron estudiantes que se preparan al sacerdocio en el Seminario de Cuenca; de Riobamba tomaron parte en el curso: dos campesinos, dos jóvenes que se preparan al sacerdocio y cinco miembros de la misma casa de Santa Cruz. En total: 19 participantes. Cuando preparábamos este curso, pensábamos en un número limitado y decíamos que debía estar compuesto por un mínimo de 15 participantes o por un máximo de 20. Ciertamente no nos hemos excedido en nuestros cálculos. Y es que sólo con un número reducido se puede hacer un curso de experiencia comunitaria.

3. Responsables.- Responsables de este curso largo hemos sido todos los miembros del equipo de Santa Cruz. Nos hemos subdividido en pequeños equipos y así nos hemos hecho cargo por turno de las nueve semanas. A algunos de estos pequeños equipos les ha tocado hacerse cargo de dos o tres semanas. La existencia de un equipo en Santa Cruz, con experiencia de uno, dos o tres años, según los casos, ha facilitado la realización de este curso largo, en diversos sentidos: se ha seguido una misma línea; se ha realizado una complementación muy provechosa; por lo mismo, ha habido un enriquecimiento gracias a la pluralidad de conocimientos especializados.

4. Método.- Un dirigente del movimiento apostólico rural en el Continente latinoamericano, después de haber observado el método de trabajo en Santa Cruz, lo definió con estas palabras: es una bien lograda combinación del método de Paulo Freire, del método de la J.O.C. y el Evangelio. Efectivamente, nos esforzamos por hacer uso del diálogo de una manera total. Esta es la primera característica fundamental del método de Santa Cruz.

Actualmente, en cualquier reunión se hace uso del diálogo. Ya se va haciendo raro el método de la conferencia pura. Aún, quienes son amigos de dictar conferencias, siempre reservan al final unos minutos para el diálogo. Lo más ordinario hoy es que se diga o se lea una exposición doctrinaria o de principios, o una exposición sociológica o antropológica, o una exposición teológica o pastoral; que, luego, los participantes se dividan en grupos de trabajo, para reflexionar sobre dos o tres preguntas, y que, por último, todos vuelvan a reunirse en plenario, para conocer las respuestas de cada grupo y entablar un diálogo general que lleve a conclusiones concretas. Es muy dinámico este método.

Se va también extendiendo un método que podría llamarse “mini conciliar” y que consiste en una exposición doctrinaria muy general, una elección de temas previamente preparados de modo que tenga como resultado la formación de grupos, el encargo de elaborar un documento asumido por cada grupo, la corrección de cada documento por todos los grupos, la repetición del proceso por dos veces más, a fin de que cada documento sea al final sometido a votación en asamblea y así aprobado o rechazado.

He dicho que, en Santa Cruz, nos esforzamos por hacer uso del diálogo de una manera total. Esto quiere decir que aspiramos a suprimir toda conferencia o exposición previa. Empezamos haciéndonos preguntas sencillas y conversando, aportando cada cual, con libertad y espontaneidad, lo que sabe, lo que conoce. Continuamos conversando, haciéndonos nuevas preguntas, con el objeto de profundizar en la visión de las realidades. Lo ordinario es que cada cual ve y conoce muchas realidades y que nunca o casi nunca se ha detenido a mirarlas haciéndose preguntas para conocerlas más profundamente. Por ejemplo; quien no sabe que hay muchísima gente que no tiene casa propia y que, si bien los campesinos tienen su chocita propia, hace falta mucho para que la chocita reúna todas las condiciones de una vivienda adecuada a la dignidad del hombre. Sí; pero nunca nos hemos preguntado por qué hay tanta deficiencia en la vivienda ni qué habría que hacer para que éste y otros problemas semejantes vayan encontrando una solución auténtica. De igual manera, en el problema propuesto, cabe preguntarse qué consecuencias se siguen para la salud, para la moral, para el desarrollo psicológico, para el cumplimiento de actividades, para la vida cristiana... de ese amontonamiento en que se ven obligadas a vivir muchísimas familias. Todo esto y mucho más tratamos de descubrirlo a través del diálogo. Y seguimos dialogando cuando nos preguntamos si ésta es la voluntad de Dios, cuando acudimos a la Sagrada Escritura, a los documentos de la Iglesia, en busca de una respuesta que sea el pensamiento de Dios. Es lo que llamamos reflexión teológica. ¿Se comprende ahora por qué he hablado del uso del diálogo de una manera total?...Por lo dicho, creo que también se comprenderá que el método que empleamos es el de la J.O.C. y que entra en combinación la luz del Evangelio. El método de la J.O.C. se sintetiza en estas tres palabras: VER, JUZGAR, ACTUAR.
Pues bien; ya he dicho que tratamos de ver los problemas en profundidad; ya he dicho que interrogamos a la Sagrada Escritura en busca de la respuesta de Dios a los problemas del hombre: comparar la realidad con el designio de Dios es hacer un juicio, el único juicio llamado a tener trascendencia.

Lo que no he dicho todavía es que ese juicio nos interpela a nosotros mismos y nos motiva tremendamente a comprometernos en acciones capaces de rectificar la realidad para ajustarla al plan de Dios. El Evangelio se convierte así en vida de un arranque y de un empuje irrefrenables: “Fuego he venido a traer a la tierra y ¿qué otra cosa he de querer sino que arda?”.

Este es el método que nos hemos esforzado en poner en práctica durante las nueve semanas de este curso largo. Además, hemos procurado, en la medida de lo posible, poner a los jóvenes en contacto con la acción: por las noches, han salido a Riobamba a tomar parte en reuniones de grupos de diversa clase; en la mitad del curso, dedicaron una semana a trabajar en las misiones de Penipe.

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