sábado, 19 de septiembre de 2009

Envío Nº 17 EL CLERO Y LA IGLESIA DEL FUTURO EN RIOBAMBA (I Parte)

EL CLERO Y LA IGLESIA DEL FUTURO EN RIOBAMBA. I PARTE

1.- Datos concretos.- Tengo delante de mí el ejemplar de “Noticias Aliadas” del 22 de enero del presente año. Revisándolo, encuentro la siguiente información:
“En República Dominicana 30 SACERDOTES ABANDONARON SU MINISTERIO EN EL ULTIMO SEXENIO.- Por lo menos 30 sacerdotes dominicanos y extranjeros que laboran en la República han abandonado el ministerio en los últimos 6 años, revela el diario “Última Hora” en una de sus recientes ediciones”.

Más adelante, se transcribe del mismo diario el siguiente párrafo: “El hecho de que unos 30 sacerdotes del país hayan dejado el ministerio en los últimos años revela la dimensión que toma el problema de la escasez de sacerdotes en un país donde solo trabajan 423 curas, según cifras oficiales”.

Este es un fenómeno que está sucediendo un poco por todas partes. Quizá en países en dónde el número de sacerdotes es alto no se siente mucho el problema que genera. Pero en países menos favorecidos, la situación obliga a pensar y a proyectarse hacia el futuro con esta pregunta: ¿qué será de la Iglesia después de algunos años, si continúa el mismo ritmo de abandono del ministerio sacerdotal?

Sería interesante hacer un estudio para todo el Ecuador. Puede ser que en un futuro no muy lejano esté en condiciones de realizarlo. Por lo pronto, quiero dedicarme a este estudio en la diócesis de Riobamba. He aquí datos precisos:

Hace 3 años, éramos 67 sacerdotes del clero secular en la diócesis de Riobamba. En este tiempo han muerto 6 sacerdotes han abandonado el ministerio sacerdotal otros 6, han salido fuera de la Diócesis 7, están sin cargo pastoral 10, con cargo pastoral 38.

2.- El Plan de Reconversión.- Hace más o menos tres años, una pequeña comunidad integrada por 5 personas, cuatro de ellas seglares, elaboró un esquema de un proyecto de plan de reconversión pastoral en la diócesis de Riobamba. Ese esquema partía de datos muy concretos, entre ellos de la disminución progresiva de los sacerdotes pertenecientes al clero de esta diócesis, sea por muerte, o por vejez, sea por abandono del ministerio sacerdotal.

Cuando este esquema fue dado a conocer a los sacerdotes de esta diócesis, se produjo un gran escándalo y hasta se llegó a acusarme de que pretendía acabar con el clero. Los datos recogidos por quienes elaboraron el proyecto fueron indagados de una manera científica, hablando uno por uno con muchos sacerdotes.

Los hechos referidos anteriormente están dando la razón a la hipótesis de base del proyecto antes mencionado. No solamente está dándole la razón en cuanto a números concretos de sacerdotes que se preveía abandonarían el ministerio, sino que las realidades superan las previsiones. Según los datos consignados, 29 sacerdotes han dejado de ejercer el ministerio por una causa o por otra. En estos momentos, solamente somos 38 sacerdotes al servicio del pueblo de Dios, unos siguiendo una línea pastoral tradicionalista y otros deseosos de convertirnos en agentes de cambio, para que la Iglesia pueda ser una respuesta a un mundo en cambio y en transición. Esta es la realidad desnuda de la diócesis de Riobamba.

¿Qué debemos pensar a propósito de todo esto?

El mencionado proyecto de reconversión pastoral proporcionaba otros datos más recogidos para la elaboración de la hipótesis de base. No tengo interés en recoger esos datos por el momento. Lo que me interesa es tener presentes los datos ya descritos. Ese mismo proyecto consideraba la reconversión pastoral en tres niveles: en el nivel de estructuras, en el nivel de acción y en nivel de estilo de vida de los sacerdotes del futuro.

En el nivel de estructuras, el proyecto consideraba la necesidad de crear una estructura transitoria que permita durante algún tiempo, el nacimiento de estructuras más definitivas.

En el nivel de acción, el proyecto consideraba la descentralización de la acción sacerdotal y la dedicación prioritaria a una labor evangelizadora, dejando en segundo plano la labor cultual y sacramentalizadora.

En el nivel de estilo de vida, se consideraba que los sacerdotes del futuro llamados apostólicos no podían más permanecer establecidos en un centro parroquial y atendiendo una o dos veces al año los lejanos caseríos integrantes de su parroquia, sino que debían empezar a vivir como misioneros, formando equipo con otros sacerdotes y llevando una vida de pobreza y de trabajo para su propio sostenimiento.

3.- Hacia donde va la iglesia?.- Para que se comprenda bien lo que voy a decir en esta exposición, juzgo necesario reforzar la impresión de la tremenda realidad que vamos viviendo, con algunos pensamientos del teólogo francés René Laurentin, extraídos de un artículo que la revista Informaciones Católicas Internacionales publicó el primero de enero del presente año.

Extraigo algunos párrafos.

“¿Hacia dónde vamos ahora? Existen tres hipótesis que hay que tener presente para seguir la corriente aún indecisa de los acontecimientos.

(1) La primera hipótesis sería el éxito del propósito que el Cardenal Hoeffner supo hacer admitir a la mayor parte del Sínodo. Se trata de afirmar a los dirigentes en una situación de desconcierto y de desintegración.

- Pongamos fin a las incertidumbres que afectan la naturaleza y las formas del sacerdocio. Cortemos la falaz esperanza de un clero casado, entonces los jóvenes que esperan estos ministerios hipotéticos del futuro entrarán de nuevo en los seminarios y la crisis del clero se superará, repitieron, en diversas formas, el cardenal y sus expertos…”

El articulista comenta así esta primera hipótesis: “No podríamos tener demasiada estima por la intención que inspira al Cardenal Hoeffner: remediar la confusión de bastantes cristianos de hoy en día, afirmar la fe y las bases de la Iglesia visible. Tal intención puede recomendarse por muchos precedentes en el curso de la historia de la Iglesia…

Este proyecto se basa en poderosos recursos: la autoridad de la Revelación, la necesidad de estabilidad, así como de seguridad, el llamado a la generosidad; a lo que se añaden la convicción, el dinamismo, eficacia de los protagonistas.

Pero no pueden pasarse por alto los puntos débiles. La reacción sinodal se llevó a cabo al precio de una ruptura con las realidades. Los hechos establecidos por encuestas científicas convergentes, los movimientos de participación multiplicados en vísperas del Sínodo, se trataron como presiones indebidas a las que había que resistir, en nombre de una ideología preestablecida… Lo que faltó a propósito del Cardenal Hoeffner fue el sentido de la información, de la comunicación, de las realidades humanas, de un soplo profético… La tentativa de reforma esbozada en el tercer Sínodo tiene pocas oportunidades de lograrse”.

(2) “La segunda hipótesis… todo lo que puede lograrse es endurecer las estructuras institucionales replegándolas sobre sí mismas. Se agravaría la hemorragia del “tercer hombre”. Los cristianos se alejarían en creciente número de una institución juzgada como esclerozada de la que ya no esperan nada. Las partidas de sacerdotes se multiplicarían sin recurrir tanto al procedimiento de reducción al estado laico.

Tal fracaso sería invisible, porque la hemorragia es discreta y silenciosa. Los que parten ordinariamente lo hacen sin ruido y sin publicidad. La institución, consolidada en sus principios y en sus dirigentes, seguiría siendo la misma…

Nos gustaría haber evitado esta hipótesis, pero demasiados hechos van en este sentido para dejarla pasar en silencio”.

(3) “La tercera hipótesis sería un arranque análogo al que se produjo en el Sínodo cuando abandonó el examen ansioso de las cuestiones eclesiásticas para abordar la justicia y tomar la medida de las responsabilidades de la Iglesia respecto al mundo…

La tercera hipótesis puede parecer utópica. Sin embargo, es sobre lo esencial: la fe, el Espíritu, el Evangelio.

Gran parte de la actividad de la Iglesia sigue estando orientada en este sentido, en todos los niveles…

En suma, la tercera hipótesis, la que da oportunidades al Evangelio hoy en día, sigue estando abierta, pero exige el ahondamiento de las responsabilidades cristianas, una humilde atención a los demás y la común preocupación de confirmar a la Iglesia en su fe”.

¿Qué podemos pensar nosotros sobre esta situación?

Continuará…

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