lunes, 12 de octubre de 2009

Envío Nº 94: 500 AÑOS DE MARGINACIÓN INDÍGENA ( I Parte)

*500 años de marginación indígena (I Parte)

Mons. Leonidas Proaño

El 12 de octubre de 1992 se cumplirán 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a tierras que luego serían llamadas América.

Según cuenta la Historia, Cristóbal Colón llegó a este continente por equivocación: lo que él buscaba era un trayecto más corto para llegar a las Indias orientales. Esta equivocación valió para que a los habitantes de este inmenso continente se les llamara indios. Altos niveles culturales habían alcanzado pueblos como los mayas, los aztecas, los incas.

¿Qué pasó con los indios de América a raíz de la llegada de los españoles, de los portugueses, de los ingleses? Vale la pena hacernos esta pregunta cuando nos acercamos al medio milenio de este acontecimiento

Sin duda hay muchas respuestas. Tomo una: Los indios han sido marginados durante casi 500 años.

Sociólogos, políticos, agentes de desarrollo, pastoralistas hablan de la marginación. Los mismos indígenas han aprendido la palabra y se compadecen a sí mismos diciendo: Nosotros pobres vivimos marginados.

¿Que es la marginación?

Literalmente, margen es el espacio que intencionalmente, se deja en blanco junto a cada página escrita de un libro, o junto a cada página de un cuaderno destinada a ser escrita. Margen es el espacio seco de tierra que se encuentra a uno y otro lado de un río. Margen es el espacio angosto que queda, para uso peatonal, a uno y otro lado de una carretera o de un camino. De ahí viene la palabra marginar, verbo activo, o la forma compuesta ser marginado con significado pasivo.

En sentido figurado, marginar significa poner o dejar a un lado a una persona o a un pueblo, mientras otras personas u otros pueblos están en marcha, en movimiento.

Que los indígenas de América han sido marginados significaría que han sido dejados al margen, mientras el pueblo blanco mestizo, heredero de los conquistadores, se ha ido poniendo en marcha; mientras los pueblos de Europa, y sus descendientes instalados en América del Norte han recorrido vertiginosamente grandes distancias en el camino de la conquista y del dominio del mundo. Significaría, más concretamente, que los indígenas no reciben, de parte de las autoridades gubernamentales, atención alguna en sus necesidades, o una atención muy deficiente. Las necesidades fundamentales de los indígenas son: tierra, trabajo, educación, organización, conocimiento de Dios y de su enviado Jesucristo.

Como se ve claramente, se trata al parecer y en su mayoría, de necesidades elementales. Si los indígenas han estado y están todavía marginados de la atención a este tipo de necesidades, ¿qué decir en relación con los grandes avances modern os de la ciencia y la tecnología? ¿Que decir en relación con la posición de avanzada que esforzadamente ha conquistado la Iglesia Católica en el Nuevo Mundo?

Dominadores y dominados

Sin vacilación alguna se suele responder que los indígenas han sido abandonados al margen de la Historia y que sufren un tremendo retraso de siglos. En efecto, desde el punto de vista político, no son considerados en sí mismos, como pueblo, como pueblo con historia propia, como pueblo con identidad propia, como pueblo con aspiraciones propias, con objetivos propios, con capacidad de autodeterminación y autogobierno. Menos aún existe la posibilidad de que los indígenas sean considerados como un pueblo capaz de influir positivamente en la marcha de la nación hacia la conquista de lo que se llama desarrollo, hacia la conquista del progreso. Son considerados más bien como peso muerto. Y si últimamente, han aparecido algunos indígenas que dan muestras de estar dotados de inteligencia, de imaginación, de capacidades artísticas, de cualidades de liderazgo, se suele saludar el hecho como un hallazgo del que hay que aprovechar rápidamente para que los indios dejen de ser indios y se asimilen a los blancos-mestizos, lo que equivale decir a la civilización europea, a las corrientes ideológicas de derecha o de izquierda, de occidente.

Si hubo tiempos en los que se asesinó y masacró a los indígenas hasta hacer desaparecer pueblos enteros, y todavía se cometen estas barbaridades, ahora se busca más bien con estudiada e ingeniosa sutileza, acabar de destruir la identidad indígena, mediante la dádiva de cuantiosas sumas de dinero, mediante el halago de alabanzas y el ofrecimiento de cargos remunerados, mediante la realización de proyectos llamados de desarrollo que apuntan al mantenimiento de un modelo de sociedad en la que necesariamente tienen que existir dominadores y dominados, explotadores y explotados, opresores y oprimidos.

¿Una Iglesia indígena?

Desde el punto de vista religioso, o más concretamente, desde el punto de vista de la Iglesia Católica, salvo casos excepcionales, no han sido y no son todavía considerados aptos los indígenas para constituir una Iglesia indígena, con sacerdotes y religiosas, no sólo de su propia sangre, sino formados dentro de sus propios valores culturales; con una Teología y una Liturgia enriquecidas con el modo de pensar indígena a cerca de Dios, del hombre y del mundo, y con su modo de celebrar sus propios acontecimientos.
La evangelización, salvo casos excepcionales, no ha logrado, en 500 años, penetrar en el alma de la cultura indígena; no ha logrado provocar el auténtico descubrimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, en una multitud de hombres y mujeres indígenas; no ha logrado favorecer, en numerosos pueblos indígenas, el nacimiento de la Fe, entendida como conversión, como vida y compromiso.

Esta deficiencia Evangelizadora es la causa profunda de que no haya nacido hasta ahora una Iglesia indígena y de que la Iglesia haya sido acusada hasta ahora de haber favorecido la injusta dominación de la cultura envolvente.

Los gobiernos de los países de América, el gobierno español y muchos gobiernos europeos se aprestan a celebrar suntuosamente el acontecimiento llamado descubrimiento de América. Por su parte, las Conferencias Episcopales de América Latina (CELAM) y el Vaticano, se aprestan también a celebrar el acontecimiento de la Primera Evangelización del Continente, colocándose en su propia plataforma, con gozo y optimismo que pueden estar mancillados de cierto triunfalismo, y mirando con simpatía la preparación a una celebración suntuosa de los altos gobernantes americanos y europeos. ¡Quién pudiera ayudar a recapacitar a unos y a otros!... ¡Quién pudiera conseguir una nítida postura de rectificación de la tremenda injusticia cometida, a lo largo de 500 años, por la sociedad civil del Viejo y del Nuevo Mundo, como también de la Iglesia, en contra de los indígenas!...


* (Extracto del discurso pronunciado ante la fundación Kreisky, en mayo de 1988)

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