lunes, 5 de octubre de 2009

Envío Nº 76 ANTE LA NOMINACIÓN DE MONSEÑOR AL PREMIO COMUNICADOR DE LA PAZ

Ante la nominación de Mons. Leonidas Proaño al premio Comunicador de la Paz, categoría post mortem:

En este Centro de Formación se encuentra la Capilla de Mons. Leonidas Proaño, denominada Santuario de la Inculturación por Don Pedro Casaldáliga. En la Capilla, como un tesoro invalorable está la tumba de Mons. Leonidas Proaño, desde donde continúa evangelizando por su sencillez, por su pobreza, por su amor a la Madre Tierra que lo cobija generosamente.

Sabemos que Mons. Proaño fue un Comunicador infatigable, como pide San Pablo: “a tiempo y a destiempo”. Esta fuerza y este compromiso de comunicación brotaron de su actitud permanente de escucha a los pobres y al Evangelio. Fue una persona silenciosa que maduraba su palabra en la contemplación de las bellezas de la Naturaleza en donde descubría al Espíritu de Dios. Nunca pronunció una palabra inútil. Su palabra fue siempre coherente con su accionar. Hizo carne el método de la JOC: ver, juzgar y actuar y lo aplicó en todos los momentos de su vida.

Entre sus esfuerzos como Comunicador de la Paz citamos de su libro “Creo en el Hombre y en la Comunidad”:
En el Seminario Mayor de Quito, “nació la idea de publicar para conocimiento interno, una revista. No necesitamos pensar mucho para bautizarla con el nombre de “Excelsior”. Los primeros números fueron escritos a mano. Obtuvimos del Rector del Seminario el permiso de leer cada número, a la hora del desayuno a todos los seminaristas”… continuamos adelante, logramos el obsequio de un viejo mimeógrafo y la revista podía adquirirla el que quisiera… Logramos más tarde, con ocasión de uno de los grandes aniversarios de fundación del Seminario Mayor de Quito, la publicación por la imprenta de un número extraordinario de “Excelsior”. Extraordinario, por haberse publicado en la imprenta. Extraordinario, por el número de sus páginas. Extraordinario, por las ilustraciones. Hasta por la calidad del papel. Estuvimos orgullosos de este número. Nos esmeramos en la elaboración de nuestros artículos y poesías. Fue el último número de “Excelsior”.

En la Diócesis de Ibarra, como sacerdote “empezamos a pensar en la publicación de una revista. Maduramos el proyecto. Pedimos la autorización del señor Obispo. Y nos lanzamos a sacar a luz el primer número el 13 de mayo de 1942. Debía aparecer cada dos meses. Salieron algunos números. No pudimos sostenerla desde el punto de vista económico.”

En Ibarra mismo, “como capellán de la escuela de los Hermanos de la Salle, pensé en la utilidad de un periódico infantil. Lo llamé “Granitos de trigo”. La colaboración de mis amigos consistía en la difusión en sus respectivas capellanías. También algunos párrocos colaboraron en este mismo sentido. El periodiquito alcanzó un tiraje de 3.000 ejemplares. Los niños escribían cartas y respuestas a cuestionarios que les hacía a través de sus páginas”.

Y, más tarde el 14 de Mayo de 1944, vio la luz el primer número del Semanario que luego se convertiría en Diario “La Verdad”. En el artículo editorial del primer número escribía entre otras cosas:
“Partimos desde un punto más hondo, más sincero, más humilde: Partimos desde nuestra condición de indigentes: vamos en busca de la verdad, como el sediento en busca del agua, como el ave en busca del espacio, como la flor en busca de la luz.
¿Qué es la verdad? –preguntó Pilatos a Cristo. Y no tuvo paciencia para esperar la respuesta.
¿Qué es la Verdad? –se han preguntado en todo tiempo los espíritus. Y es conmovedora el ansia que han puesto en su pregunta. Pero, cuántas veces no han tenido tampoco paciencia para esperar la respuesta.
Sobre todo, no han sabido guardar la paz, la soledad y el silencio, absolutamente indispensables, para poder escuchar en el interior la respuesta. Como Pilatos, han salido precipitadamente a la terraza del Pretorio, a escuchar el vocerío del populacho y a dar oídos a las intrigas de los fariseos.
Y es triste ver entonces al hombre claudicar cobardemente ante el griterío y ante la amenaza.
Es triste ver al hombre condenar a la Verdad, o dejar que se la condene, cuando se tiene autoridad y obligación de sacarla triunfante…
Nosotros no queremos esclavizarnos al griterío de las muchedumbres, ni a la amenaza de los Césares. Nosotros no queremos morir por falta de deseos, de esperanzas, de inquietudes. Nosotros no queremos conformarnos con nuestra propia indigencia. Partimos de ella, eso sí, para ser verdaderos desde el principio. Pero partimos llevados de un gran anhelo de tener paciencia para escuchar la respuesta; con la esperanza firme de que podremos escucharla; con el deseo ardiente de comunicar a los demás cuánto nos diga en el silencio Aquel que “es el Camino, la Verdad y la Vida”…
“La Verdad os hará libres”. Vamos en busca de la Verdad para ser libres.”

Y junto con la JOC, nace la Sociedad “Cardijn” que “es ahora una librería, una imprenta y un periódico, con unos jóvenes libreros, con unos jóvenes tipógrafos, y ojalá pronto también con unos jóvenes periodistas.”
“Señor: Tú sabes lo que es y lo que quiere llegar a ser la “Cardijn”, con todos sus servicios. Es una obra de apostolado.”

Como Obispo de Riobamba funda Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador:

“El Ecuador tenía y tiene aún un alto porcentaje de habitantes analfabetos. La Provincia del Chimborazo, es entre todas, la de más alto porcentaje: aún ahora cuenta con un 52%, según los datos proporcionados por el Ministerio de Educación Pública. El porcentaje es tan alto en esta provincia, porque la gran mayoría de los indígenas no han recibido el beneficio de la escuela.
Para salir al frente de esta necesidad tan grave, siguiendo el ejemplo de Radio Sutatenza de Colombia, concebí el proyecto de Escuelas Radiofónicas Populares para la provincia del Chimborazo.
Hubo que recorrer un largo y doloroso calvario. No contaba con medios financieros. Pedí ayuda a quienes podían dármela en la misma provincia del Chimborazo. Conseguí muy poco. Empezaron más bien las críticas. Pedí limosna, en compañía de dos sacerdotes de la Diócesis, en las puertas de las iglesias de Colombia, después de haber explicado la necesidad y el proyecto. También fue insuficiente el dinero que conseguí por este camino. Hubo que acudir a organizaciones extranjeras que empezaban a prestar ayuda a proyectos de desarrollo.”

Y desde Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador difundió cada semana un Programa Radial que tenía una finalidad educativa. Tal como le ocurrió en Ibarra con los niños y “Granitos de Trigo”, las comunidades cristianas nos reuníamos con el aparato de radio para escuchar el Programa Hoy y Mañana y contestar a las preguntas que dejaba planteadas Monseñor. Las respuestas se llevaban a la Curia de Riobamba y Monseñor elaboraba el programa siguiente con las respuestas de todas las comunidades y grupos cristianos de la Diócesis. Era un intercambio maravilloso. Así fue realizando su tarea de conscientización, a más de las visitas frecuentes a todos los lugares de su Diócesis, en donde escuchaba los problemas de las comunidades y en diálogo con los indígenas y campesinos buscaba la solución para esos problemas; y con la organización de cursos los más diversos con la convocatoria más amplia posible. Por eso sus programas radiales tenían siempre una introducción de noticias de lo que había realizado durante la semana, de los problemas de diferentes comunidades y se iba entretejiendo una solidaridad real y verdadera, una solidaridad que sobrepasó los límites de la Diócesis y fue abarcando el país, América Latina y los países del Tercer Mundo.

En carta del 10 de Octubre de 1954 escribía sobre la realidad que encontró en Chimborazo: “Cuando lo veo (al indio), siento oprimido el corazón y adivino lo formidable que es el problema de su redención. Con un trabajo debidamente planificado, completo, llevado a la práctica en todos los campos con una tenacidad que no admita desmayos, será menester mucho tiempo y que pasen algunas generaciones para que se pueda sentir algún efecto saludable. Y si no se hace nada, sencillamente este indio desaparecerá poco a poco, sumido en la miseria física, económica, intelectual, moral y religiosa.”

Así, desde su compromiso concreto con los empobrecidos de su Diócesis, los indios del Chimborazo, Mons. Proaño abrió su corazón a la causa de la liberación de todos los pueblos. Entre sus escritos hay muchos testimonios de esta realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario