lunes, 2 de noviembre de 2009

Envío Nº 97: EL DIÁLOGO ( II Parte)

EL DIALOGO (II Parte)

e. Fe en el hombre: No se trata de una fe conquistada a base de una experiencia de trato con un hombre determinado. No se trata, por consiguiente, de una especie de segregación: de una fe en estos hombres que no me han defraudado y de una desconfianza en estos otros hombres que me han decepcionado. Se trata de una disposición previa a creer en el hombre antes aún de hacer cualquier experiencia.

A este propósito, Paulo Freire dice: “el hombre dialógico tiene fe en el hombre antes de encontrarse con él frente a frente. El poder de hacer, de crear, de transformar, es un poder de los hombres. Y, aunque en situaciones concretas, tienen ese poder disminuido, sin embargo, esta posibilidad no mata, en el hombre dialógico, su fe en el hombre”.

f. Amor al mundo y al hombre: La fe en el hombre, lo mismo que la fe en Dios, no puede estar separada de un auténtico amor, lo mismo que la fe en Dios trae consigo el amor a ese mismo Dios.

g. La esperanza: Paulo Freire dice: “No hay diálogo, tampoco, sin esperanza. La esperanza está en la raíz de la inconclusión del hombre, hacia la cual se mueve en permanente búsqueda del ser más”.

4. El diálogo con Dios.- Consecuentes con lo que hemos llamado los puntos cardinales de la orientación del hombre, el diálogo debe establecerse ante todo con ese punto cardinal secreto y misterioso que es la voz de Dios que llama al hombre. Si Dios le llama, el hombre debe darle una respuesta: así empieza el diálogo.

El hombre, lo hemos dicho también, se hace a sí mismo una infinidad de preguntas y busca una respuesta de parte de ese Ser que le llama. Los interrogantes que se hace son angustiosos y transcendentes. Y Dios ha venido dándole progresivamente una respuesta, hasta la plenitud de los tiempos, en la que ya no le habló por medio de los profetas, sino por medio de su mismo Hijo que es su Palabra. El diálogo puede llegar así a su plenitud.

La necesidad de dedicar tiempo a la oración nos descubre esa necesidad de diálogo del hombre con Dios. Ha sido un error separar la oración de la acción y por este motivo muchas veces la oración ha podido convertirse en alienación. Pero si el hombre aprende a conversar con Dios a propósito de los acontecimientos diarios de su vida, es decir, si el hombre aprende a responder a las llamadas concretas de Dios, en circunstancias concretas y, al mismo tiempo, a preguntar a Dios acerca de lo que debe hacer en momentos difíciles y conflictivos, entonces la oración está vivificando la acción y la acción está proporcionando ocasiones para que la oración se perfeccione. La oración así entendida es un diálogo creador y constructivo: cada vez el hombre avanza, se acerca y crece.

5. El diálogo con la naturaleza.- Por lo menos, hagamos memoria de lo que sucedía con San Francisco de Asís. Este santo llegó a descubrir los lazos de fraternidad que le unían con todas las criaturas. Por eso, llamaba hermanos al sol, al agua, a los pájaros...Puede parecer a algunos que esta conducta de San Francisco era propia de un místico o de un poeta, en realidad y sin negar el sentido místico y poético de dicha actitud lo que llegó a descubrir San Francisco de Asís fue esta capacidad de relación existente entre la naturaleza y el hombre.

La Naturaleza es también Palabra de Dios, tiene un sentido, habla al hombre. A través de las maravillas de la naturaleza, de la belleza y de la armonía de los animales y de las cosas, el hombre puede llegar a entender la belleza y el poder de ese Dios que las ha creado y puede llegar a comprender sus propias capacidades, su propia belleza, su propia armonía. Nace así un amor del hombre hacia las criaturas, completamente sometido a las finalidades para las cuales han sido creadas. El campesino ama entrañablemente su tierra y dialoga con ella cuando la trabaja. El horticultor ama entrañablemente los árboles frutales que ha plantado y los cultiva amorosamente. El floricultor es un enamorado de la belleza múltiple que se encuentra en las flores y las riega con un cariño singular.

6. El diálogo con los hombres.- Después de lo dicho anteriormente sobre las condiciones del diálogo, ya parece casi inútil detenernos en reflexiones acerca del diálogo del hombre con el hombre.

Sin embargo, será útil destacar ciertos pensamientos. Si la voz de Dios encuentra eco en el interior mismo del hombre, si esa voz se hace sensible a través de la naturaleza, es mucho más patente e inteligible esa voz a través de los demás hombres. Así se comprende cómo y por qué el hombre es capaz de irse construyendo con los demás hombres. Cada uno descubre una partecita de verdad, una partecita de bien, una partecita de belleza y, aportándola a las partecitas de los demás va en seguimiento y en conquista más seguros de la verdad y del bien. De igual manera, cada hombre tiene sus propias limitaciones, sus defectos, sus equivocaciones. Nadie las señalaría sino hubiera esta capacidad de diálogo. En cambio, cuando ha nacido la amistad, cuando ha nacido la confianza, cuando se busca la edificación mutua, se presenta también la urgencia de señalarse entre amigos y hermanos las limitaciones y los defectos y de ayudarse a vencerlos y superarlos.

En sus mismas relaciones con el mundo, los hombres, mediante el diálogo, lo van descubriendo, lo van conquistando, lo van perfeccionando. Es esto lo que llama Paulo Freire “pronunciar el mundo”. ¿Qué sería del mundo sin los hombres y qué sería del mundo si los hombres no fueran capaces de diálogo? Uno y otros serían como seres muertos.

7. El diálogo y el tiempo.- Las relaciones del hombre con Dios, con la naturaleza y con los demás hombres no se agotan en un instante: son relaciones llamadas a ser progresivas y fortificantes. El mundo está en proyecto. El hombre está en proyecto. Para el perfeccionamiento de estos proyectos, el hombre por su propia naturaleza tiene necesidad del tiempo, es un ser en el tiempo.

Por estas razones el diálogo no se agota tampoco. Se han realizado determinadas conquistas. Se ha producido un avance. Se constata un crecimiento. Pero todo es deleznable. Puede volver atrás. Es menester, por esto, continuar dialogando. Si hemos dialogado ayer, necesitamos dialogar hoy sobre las nuevas realidades, y necesitaremos dialogar mañana para producir nuevos cambios.

Así, el diálogo tiene una estrecha relación con el tiempo: una palabra dicha pudo ser una realización que espera una palabra nueva para ser una realización nueva. Ir de realización en realización es vivir en el tiempo y con el tiempo. Pronunciar palabras realizadoras en común es ir dialogando por el camino.

4 comentarios:

  1. Me parece maravilloso contar con este espacio que nos permite retomar el pensamiento de Mons. Proaño que sigue siendo luz para nuestro tiempo. Agradecimientos a quienes se empeñan en mantener vivo este espacio. Con afecto, Nelly

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  2. Este espacio será vivo gracias a la participación de los interesados. Por nuestra parte estamos dispuestos a continuar con la misma ilusión y entusiasmo.
    Gracias por tu participación.

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  3. Cada día que pasa, me conveso más y más que los verdaderos Profetas tienen su especaio siempre en nuestras vidas y ahora a través de estos medios.
    Felicito la iniciativa de crear este Blog, que nos mantendrá no sólo vivo al Maestro, sino que entre nosotros que lo hemos conocido y recibido tanto de El, podamos comunicarnos y hacer cada vez más grande nuestra Iglesia con una clara opción por los más pobres.
    Monseñor Proaño se merece todo.
    Hna. María Eusebia Escudero Wenzel

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  4. Gracias hermana María Eusebia, ciertamente, necesitamos este espacio de comunicación; no sólo para mantener viva la memoria de nuestro Maestro, sino para ayudarnos en el camino.
    La participación de la mayor cantidad de personas fue la motivación para crear este blog. Nos llena de gozo ver que empezamos a darle vida a esta ventana abierta.
    Gracias por su participación

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