Por: Margarita Laso
mlaso@hoy.com.ec
El rojo atraviesa el escenario de principio a fin. Rojo en las manillas y collares, rojo en el sol que tejen los bailarines, rojo en los cantos henchidos, rojo en las luces que calientan la noche andina, rojo en el cuchillo de las sopranos. Se recuerda a Leonidas Proaño, su camino en el Ecuador de los indios, su defensa de los derechos humanos, su vida sacerdotal con ojos en la tierra y corazón en la esperanza de transformación que abrigó a los pobres, su presencia imborrable en el Chimborazo. Leonidas Proaño, nacido en San Antonio de Ibarra, se consagró a la formación de los indios de acuerdo al lema de sus escuelas radiofónicas: "Educar es liberar". ¿Y qué era esta liberación? Tal vez, la alfabetización en quichua; tal vez, la entrega-devolución de tierras; tal vez, la organización popular. Grandes temas del movimiento indígena. Todo esto recuerda la cantata escénica Puka Runa, presentada en el Teatro Sucre hace pocos días. Allí, están la Banda Sinfónica Metropolitana, la Orquesta de Instrumentos Andinos, el coro mixto Ciudad de Quito, el grupo de danza quichua Muyacán, celebrando al hombre de poncho que extiende sus manos serenas en este recuerdo. Allí, orquesta, coros, solistas y actores, César Chauvin, el bajo, Mariela Condo, la soprano, Pedro Janeta, el bocinero, Gregorio Agualsaca, el churero, Juan Sucui, el cachero, trabajan esta minga y zanjan una red líquida de música.
Es que se trataba de que vuelva a la escena en forma artística ese mensaje, ese llamado que fue la vida pastoral y política de un hombre excepcional. Así lo dice Nidia Arrobo.
El compositor, con la batuta al frente, hace uso de las estructuras instrumentales que podrían ser una de las fortalezas de la ciudad actual. Escribe, entonces, algunas piezas de la cantata para soprano, bajo, rondadores y trombones, en la que se encuentran la banda popular y los aerófonos andinos.
Un montaje soñador que reúne a más de 200 personas y nos ofrece nuevos sanjuanes. Al frente, el respeto a la figura de Proaño, de frente el propósito de ser parte de una edificación nueva, el coraje creador, el amor a estas montañas y su música como fundamento. Hay momentos intensos que lamentan el cruel huasipungo. Pero es una fiesta recordar las jornadas alfabetizadoras, la siembra, los brotes de la organización, la inmensa y profunda esperanza que plantó con sus obras este pastor. "Creo en el hombre y en la comunidad. Sueño en la posibilidad de una sociedad nueva."
Puka Runa, de Leonardo Cárdenas, alimenta nuestro cancionero pero, sobre todo, enriquece el imaginario de un mundo ilusionado y posible. Mientras, Mariela Condo despliega para el Ecuador el sendero sonoro de su talento, aquí están indios y mestizos otra vez encontrándose en este trayecto. El poncho de monseñor Proaño se eleva sobre nosotros, mientras los coros afirman este texto suyo: "Compartir los peligros en la lucha, por vivir en justicia y libertad, arriesgando en amor hasta la vida, es solidaridad". Así cantan victoriosos, indios y mestizos, otra vez.
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